Los sismos han sido una parte integral de la historia de la Tierra durante millones de años, aunque su análisis científico ha surgido de manera más reciente. 

De acuerdo con la investigadora María Teresa Ramírez Herrera, del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en México solo se disponen de 150 años de datos instrumentales sobre estos fenómenos, mientras que la documentación histórica abarca apenas cinco siglos. 

Este contexto pone de relieve la necesidad de investigar temblores antiguos que pudieron haber provocado tsunamis, especialmente en las costas del Pacífico, para comprender mejor los eventos sísmicos actuales.

La amenaza sísmica en México es motivo de gran preocupación, especialmente tras los devastadores terremotos en la costa del Pacífico. Sin embargo, la evaluación del riesgo ha estado históricamente enfocada en áreas con alta actividad sísmica, dejando de lado otras regiones que también podrían estar en riesgo.

Recientemente, se llevó a cabo una exploración de 600 kilómetros de costa entre Colima y Oaxaca, donde se recolectaron muestras de terrazas marinas para analizar el impacto de los movimientos de placas en el terreno.

Los científicos utilizaron diversas metodologías, como la geomorfología y drones, para obtener datos que permitan entender mejor la actividad sísmica en escalas de tiempo prolongadas. Esta investigación no solo busca desentrañar los ciclos sísmicos pasados, sino también proporcionar información que permita a las autoridades tomar decisiones informadas sobre el riesgo sísmico en las áreas costeras.

Aunque los terremotos no pueden preverse, analizar la frecuencia de eventos significativos es esencial para preparar a las comunidades ante posibles sismos. Este conocimiento no solo es vital en México, sino que también países con experiencia en la evaluación de riesgos sísmicos enfrentan desafíos similares. Eventos recientes en Turquía y Siria subrayan la importancia de seguir avanzando en la mitigación del riesgo sísmico.

México se sitúa entre los países con mayor actividad sísmica, registrando más de 90 temblores al año de magnitud superior a cuatro. Los estados más vulnerables incluyen Jalisco, Colima, Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Puebla, Edomex y Veracruz. Un grupo internacional de investigadores, liderado por Ramírez, trabaja para comprender los mecanismos de deformación tectónica en la costa del Pacífico mexicano, contribuyendo a un entendimiento más profundo de la sismicidad en esta región crítica.