Hace unos días, ante las cámaras, Alfredo Cabrera Barrientos, candidato de la alianza tripartita al municipio de Coyuca de Benítez, Guerrero, fue cobardemente asesinado en el marco del cierre de su campaña.

Su atroz homicidio se ha sumado a una larga lista de asesinatos políticos que han sembrado miedo en torno a los comicios del domingo. ¿Cuáles son las razones de fondo que pueden dar respuesta a esta escalada de atentados contra la vida de hombres y mujeres que aspiran a cargos de elección popular?

La respuesta es el crimen organizado. A la luz de los más recientes reportes realizados por diarios internacionales, un tercio del territorio nacional está controlado por el narcotráfico, lo que representa un incremento significativo en relación con sexenios anteriores.

Estos criminales, como si fuesen los dueños de las plazas, andan libremente sin las menores acciones por parte de las autoridades, y en numerosos casos, con la connivencia de alcaldes y gobernadores, y si se quiere, de funcionarios del gobierno federal.

Mucho se ha criticado desde el gobierno y desde la propaganda morenista el libro de Anabel Hernández. AMLO y sus corifeos han buscado desacreditar la obra de la periodista como si se tratase de una novela de ficción que nada tiene que ver con la realidad que azota al país.

Los morenistas se han olvidado quizás que así como Hernández ha denunciado la relación entre AMLO y el cártel de Sinaloa, también lo hizo sobre el caso de Genaro García Luna y miembros de administraciones anteriores.

La realidad, a la luz de la evidencia, y con independencia de la investigación realizada por Anabel Hernández, es que el crimen organizado reina, corrompe, intimida y asesina mexicanos; desde personas que libremente acuden a votar hasta candidatos a cargos de elección popular.

En el mundo de la especulación, y sin evidencia en mano, el asesinato de candidatos respondería a las acciones del narco. Estos delincuentes, cuya “libertad comercial” podría ser afectada ante el triunfo de un político que no está dispuesto a negociar, o simplemente, que ha negociado con otros criminales, no están dispuestos a que sus intereses o poder sean debilitados.

Con miras a las elecciones del domingo, se podría esperar una intervención del crimen organizado en la apertura, organización y cierre de las casillas. Las miras están puestas en la Guardia Nacional, quienes deberán velar por la seguridad de los votantes.

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Columna de José Miguel Calderón en SDP Noticias

Foto Cuartoscuro

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