- Nación
Jugar al trenecito (o un crimen de lesa humanidad)
“El tren que corría
sobre su ancha vía
de pronto se fue a estrellar
contra un aeroplano
que andaba en el llano
volando sin descansar.
Quedó el maquinista
con las tripas fuera
mirando p'al aviador
que ya sin cabeza
buscaba un sombrero
para taparse del sol.
Todo esto nos sucedía
sin saber cómo ni cuándo
y la máquina seguía
pita... pita... y caminando.”
JOAN MANUEL SERRAT, ‘LA MAQUINITA’
¿Cuánto vale el capricho de un niño? ¿Y el de un hombre? El capricho de construir el Tren Maya sin los estudios adecuados tiene costos que se tendrán que pagar durante mucho tiempo (y no hablo solo de los económicos).
Los ecológicos; cenotes desaparecidos para la eternidad, millones de árboles talados, la selva erosionada y uno de los pulmones más importantes de nuestro planeta seriamente herido.
Toneladas de maderas preciosas que nadie sabe dónde están o quien cobró por ellas. La peor devastación ecológica de la historia moderna de nuestra nación. Y todo para jugar al trenecito.
Frágiles equilibrios que mantenían la vida de cientos de especies, arrasados. Desertificación de la zona y problemas ecológicos e hídricos generados para toda la Península de Yucatán.
Encima, lo que se está perdiendo de la civilización maya; “salvar” 60 mil utensilios y perder, a cambio, cientos de centros arqueológicos debido al trazo, la construcción y el paso del tren.
El más reciente “error”, uno garrafal aceptado por el Ejército, fue la afectación al Estero de Chac. Caudal vital para la circulación del agua que parte de Chetumal, de norte a sur, y conecta a la laguna de Bacalar con el río Hondo. Fue rellenado con cemento por los trabajadores que responden a la Sedena.
Si al menos el proyecto hubiera estado bien hecho… Pero no. Hay trazos que se decidieron alterar cuando el desmonte ya estaba hecho; en otros casos no hubo siquiera un trazo original y se planeaba sobre la marcha; algunos más que resultaron de que se topaban con algún cenote, cavidad, particularidad de un terreno de por sí particular. Así, la propuesta de 1,554 kms de vías llevó muchos más kilómetros talados. Talas para las vías que luego no se utilizaron.
El Tren Maya también tiene costos al vulnerar —un poco más— al Poder Judicial. Amparos que fueron pisoteados; una división de poderes y un respecto a las instituciones abiertamente ninguneada. Clara muestra de un gobierno autoritario.
Mas el peor costo es casi imposible de cuantificar —aunque no por eso deja de ser enorme—: el haber recortado el gasto en salud, en educación, en atención a desastres para financiar la obra del tren.
Obras “insignias” de este gobierno que han estado sostenidas por el gasto que debe ser para el verdadero desarrollo social, no para estas otras simulaciones. Pero ya sabemos lo que opina López Obrador de los pobres: “son una buena estrategia electoral”…
Más de ¡220 mil millones de pesos! gastados en un tren ‘de mentiritas’. Un 276% de sobre costo con respecto al presupuesto original. Y lo que falta... Imaginen ustedes, lectores, si eso hubiese sucedido con los gastos para edificar su casa, ¿no les parecería intolerable?
Y mientras el país se desangra por los asesinatos y las desapariciones, López Obrador juega como un chiquillo. En una puesta en escena decadente, un pequeño carrito empujaba un vagón de tren unos 100 metros para ir… a ninguna parte. La pantomima para el consumo de quienes aún creen en él (sí, hay mucho ignorante).
Piezas faltantes en un tablero de control que hacen evidente que el tren por sí mismo no podría marchar. Burla también el saludo hacia la nada de López Obrador montado en un templete… Un evento en que no había quien le vitoreara o le aplaudiera. Y el mandatario que se presta —que coordina— la farsa, saludando a un público inexistente mientras un par de individuos ondeaban banderas junto al tren como si este estuviese llegando a su destino. ¿Ya podemos decir que este gobierno se parece al de Venezuela?…
López Obrador anduvo feliz este fin de semana con un tren, diciendo que la llegada del primer vagón a Cancún es un hecho histórico. Sin duda HECHO HISTÓRICO, pero los daños causados (entre ellos el meter miles de pilotes de cemento para sostener la estructura de un proyecto asesino).
Hay más. López Obrador expropió 1,521 hectáreas en favor de la Sedena para el aeropuerto de Tulum y otras 216 hectáreas más para la infraestructura del Tren Maya. Más selva que desaparecerá.
La consigna para este proyecto es avanzar, no importando qué se atraviese en el camino..
López Obrador es feliz jugando a los trenecitos. La puesta en escena del sábado es epítome de su administración. Destruir donde mucho existía y crear algo que de nada sirve; ni siquiera para impulsar la economía y el desarrollo de la región.
Columna de Verónica Malo en SDP Noticias
Foto Cuartoscuro
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