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Coyolxauhqui, memoria del Templo Mayor a 45 años de su descubrimiento
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), publica Coyolxauhqui. A 45 años de su descubrimiento, una memoria por doble partida: la del monumento que simboliza a la diosa lunar mexica, y la del Templo Mayor, que engloba al proyecto homónimo, al Programa de Arqueología Urbana (PAU), a la zona arqueológica y su museo.
El volumen fue presentado en el Museo del Templo Mayor (MTM), por el investigador emérito del INAH, Eduardo Matos Moctezuma; el director del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, Salvador Rueda Smithers, y el investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Miguel Pastrana Flores.
Al moderar el evento, la directora del MTM, Patricia Ledesma Bouchan, comentó que el catálogo –coordinado por ella y Matos Moctezuma– mantiene el espíritu de la muestra Coyolxauhqui: El astro, la diosa, el hallazgo, la cual celebra el encuentro con el monolito, acaecido el 21 de febrero de 1978. La exposición, dijo, ha sido un éxito al rebasar los 200 mil visitantes, e invitó a recorrerla en su último fin de semana.
En su primera aparición pública en México, luego que recibiera el Premio Princesa de Asturias en Ciencias Sociales, Eduardo Matos Moctezuma se mostró agradecido de festejar con esta edición, y al lado de quienes han sido sus colaboradoras y colaboradores, nueve lustros de la iniciativa que fundara: el Proyecto Templo Mayor (PTM).
El trabajo casi en paralelo de la arqueología y la conservación en campo, sentó las bases de un proyecto interdisciplinario, el cual desde sus inicios también se nutrió con otras áreas del conocimiento, de manera que en este tiempo “he sido testigo de los cambios, tanto tecnológicos aplicados a las excavaciones, como teóricos, que han contribuido al mayor conocimiento de la sociedad mexica”, sostuvo el arqueólogo.
En ese sentido, resaltó los descubrimientos del PAU, iniciativa que él también instituyó para salvaguardar los vestigios del Recinto Sagrado de México-Tenochtitlan. Es así como este proyecto ha permitido localizar, parcialmente, 45 de las 78 edificaciones que lo conformaron, incluidas estructuras importantes como el Huei Tzompantli y el Templo de Ehécatl-Quetzalcóatl.
En su intervención el investigador de la UNAM, Miguel Pastrana Flores, recordó que siendo un niño no escapó de la efervescencia que experimentó la capital de la República. Por meses e, inclusive, los años inmediatos, el hallazgo de Coyolxauhqui fue tema de importancia nacional tratado en noticiarios y periódicos, atracción de personas de a pie, dignatarios y artistas.
Por su parte, el director del Museo Nacional de Historia, Salvador Rueda Smithers, detalló que cada página de la publicación, incluidos los textos de 20 autores, invita a la lectura como placer y como una de las formas de la gratitud, al estar dedicado a la memoria del experto en cosmovisión mesoamericana, Alfredo López Austin.
“Diez capítulos que lo mismo incluyen experiencias de trabajo en torno a la escultura y al buen gobierno del museo –del que Coyolxauhqui fue semilla–, que reflexiones sobre el Templo Mayor de Tenochtitlan, espejo del equilibrio de un universo dinámico; y el catálogo de la exposición conmemorativa”, detalló.
Sobre los sucesos y decisiones tomados por arqueólogos y autoridades del INAH, entre 1978 y 1980, para demoler los edificios bajo los que yacía el Templo Mayor, el historiador anotó que “estos resultaron ejemplares por su valentía y su riesgo. Con voluntad política y arqueológica, había que llegar al núcleo mismo de un espacio sagrado. El resultado se desdobló en paradigma. La apuesta del INAH y el fino olfato de Eduardo Matos tuvieron razón. No hay arrepentimientos”, finalizó Rueda Smithers.
Foto: archivo m
gse