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La violencia puede ser adictiva para el cerebro

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Puede resultar adictiva para el cerebro cuando éste percibe una recompensa en el comportamiento violento

México.- El investigador de la Facultad de Psicología de la UNAM, Jaime Eduardo Calixto González, reflexionó sobre los detonantes de la violencia en el país, vinculándolos con procesos biológicos, el estado psicológico y el ambiente social. Expuso su visión durante el ciclo Nuevos Diálogos, promovido por las direcciones generales de Divulgación de las Humanidades y Divulgación de la Ciencia.

Entendiendo la violencia en México: un enfoque biológico y social

Calixto González, doctor en Investigación Biomédica Básica, argumentó que la violencia puede resultar adictiva para el cerebro cuando éste percibe una recompensa en el comportamiento violento. No obstante, subrayó que no somos plenamente conscientes del nivel de violencia que nos rodea, una circunstancia que, según él, se ha exacerbado en México en las últimas dos décadas y media.

“En un ambiente donde aumenta la violencia en la casa, en la escuela, etcétera, te conviertes en el adulto que perpetúa el ciclo de violencia que aprendiste y no lo reconoces”, expuso el experto. “Si pudiéramos identificar más claramente lo que es violento en el lenguaje, en nuestra postura, en la forma en que decimos las cosas, podríamos tomar más consciencia de que es necesario cambiarlo”.

Durante su disertación “Violencia ¿Biológica o social?” el neurofisiólogo destacó la influencia del entorno en la propagación de la violencia. Argumentó que, cuando una persona agresiva logra llamar la atención y se beneficia de ello, otros pueden imitar su comportamiento.

Calixto González también relacionó el incremento de la violencia con la pérdida de factores que contribuyen a la felicidad y la tranquilidad de las personas. Según él, cuando se reducen los beneficios sociales, se acumula una serie de frustraciones que pueden explotar al encontrarse.

Violencia en México: influencia del entorno y factores sociales

El científico subrayó la importancia de reconocer nuestras emociones y las de los demás para contrarrestar este problema. Sin embargo, mencionó que el 1.2% de la población mundial sufre de alexitimia, una condición que impide a las personas identificar sus emociones y las de los demás.

“Lo que el cerebro quiere es tener la razón. ‘Mi verdad es absoluta, es mi experiencia contra la tuya y, además, no quiero que tú tengas la razón’, es ahí donde viene el problema”, concluyó el doctor Calixto González.

En compañía de Ángel Figueroa Perea, director general de Divulgación de las Humanidades, Jaime Eduardo Calixto González destacó la maravilla y privilegio que representa el cerebro, órgano con el cual tomamos cerca de 2,160 decisiones diarias. Sin embargo, subrayó su extrema vulnerabilidad y la necesidad de permanecer alertas a los daños que pueda recibir.

“Este órgano posee varias áreas que interpretan y generan conductas, y otras que aprenden; su integración es la que puede propiciar la violencia o un comportamiento más racional. La corteza prefrontal, considerada como la parte más inteligente del cerebro, nos ha hecho menos violentos”, enfatizó Calixto González.

Mecanismos cerebrales y su rol en la violencia en México

El experto en neurofisiología recordó que el establecimiento de límites y la comprensión clara de las consecuencias de nuestras acciones son fundamentales para nuestra autoregulación. Sin embargo, señaló que si la corteza prefrontal sufre daño y los individuos son dominados por el miedo y la culpa, se puede dar lugar a personalidades sociopáticas, psicopáticas o incluso a asesinos en serie.

Si bien los daños en esta área cerebral son más comunes en jugadores de fútbol americano, boxeadores o deportistas de contacto, el investigador de la UNAM destacó que también pueden producirse a raíz de golpes en la cabeza en el hogar o incluso por padecer migrañas.

“El cerebro tarda menos de 500 milisegundos en evaluar el rostro de otra persona para identificar su estado emocional, ya sea de enojo, alegría o desconcierto. Aprendemos a hacer esto entre los 7 y 14 años. Sabemos que el 89% de la población mundial lleva problemas derivados de experiencias vividas en ese periodo de vida”, comentó.

Calixto González subrayó la importancia de entender que hay situaciones que pueden controlarse y otras que no. “La pregunta es: ¿qué nos pasó entre los 7 y 14 años? ¿Qué hacemos con ello y cómo lo controlamos? Un elemento fundamental para lograrlo es la respiración. Cuando nos escuchamos respirar, bloqueamos automáticamente la amígdala cerebral. Si gozamos de buena salud mental, podemos resolver los problemas”, aseveró.

Estrategias de control y prevención de la violencia en México

El neurofisiólogo explicó que, si mantenemos una buena salud mental, la mayoría de las personas entenderán que no es malo enojarse, sino ejercer violencia. El estrés debe durar hasta 90 minutos; si persiste más de ese tiempo, existe un problema. Si alguien comienza a discutir con su reflejo en el espejo y se enoja excesivamente, está teniendo dificultades y necesita apoyo, pues ya no controla su violencia.

Asimismo, Calixto González destacó que nadie puede llorar más de 11 minutos seguidos, ya que el llanto es la emoción que más energía consume y la que más rápidamente se desensibiliza. Si una persona llora más de ese tiempo, podría tener un trastorno de personalidad.

“Lo biológico influye de manera considerable y se retroalimenta con lo social. Esto puede ser una ventaja, ya que si una persona reflexiona sobre qué la enfurece o qué la induce a la violencia, este ejercicio le permitirá apagar estos detonantes de agresión”, concluyó.

Ideas destacadas

El investigador Jaime Eduardo Calixto González afirmó que los altos niveles de violencia en el país son consecuencia de factores multifactoriales que incluyen procesos biológicos, estado psicológico y ambiente social, por lo que se requiere de una mayor conciencia sobre los desencadenantes que inducen a las personas a la agresión.

Según Calixto González, la violencia puede resultar adictiva para el cerebro, aunque es importante entender que este no reacciona con violencia a menos que perciba una posible ganancia.

La inobservancia del nivel de violencia en el entorno es un problema que ha crecido en el país en los últimos 25 o 26 años, en parte debido a la violencia aprendida y repetida en ambientes como el hogar y la escuela.

Cuando una persona agresiva obtiene una recompensa secundaria y otros la ven, es probable que la imiten, pues es más fácil recurrir a la violencia para llamar la atención.

Calixto González consideró que la pérdida de factores que generan felicidad en las personas puede acumular enojos que, cuando coinciden, pueden estallar.

El cerebro busca tener la razón, pues cada individuo ve su verdad como absoluta, y esta mentalidad puede causar problemas cuando las personas no quieren que los demás tengan la razón.

Calixto González señaló que el 1.2 por ciento de la población mundial padece de alexitimia, un trastorno que les impide reconocer sus emociones y las de los demás.

La corteza prefrontal, la parte más “inteligente” del cerebro, es la que nos ha hecho menos violentos. Sin embargo, cuando esta se daña, y el miedo y la culpa controlan al individuo, puede dar lugar a personalidades sociopáticas, psicopáticas o incluso a asesinos en serie.

La mayoría de las personas experimenta que no es malo enojarse, sino ejercer violencia. La gestión del estrés debe ser efectiva hasta por 90 minutos, si dura más de ese tiempo, podría haber un problema.

El neurofisiólogo enfatizó que la biología y lo social se retroalimentan mutuamente. Reflexionar sobre lo que causa ira o violencia puede ayudar a desactivar estos desencadenantes de agresión.

Foto @UNAM_MX

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