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Ante el Plan B electoral en la SCJN, debemos atestiguar la independencia y autonomía de los ministros, pese a que AMLO opte por poner al máximo tribunal en el banquillo de los acusados

“Abusar, es mal usar.”

REFRÁN

“El concepto de ansiedad de Kierkegaard ilustra como un ser humano afronta la noción de fallar y el haber fallado. Debes aceptarte a ti mismo como falible, para amar a los demás y la vida.”

ALBERT RUDBECK LINDHARDT

Hace muy poco, López Obrador fanfarroneaba que la ministra Norma Lucía Piña llegó a la presidencia de la SCJN gracias a él. A los pocos días cambió su parecer para dar paso a lo que fue un acto autoritario —además de una vil mentira—: decir que con la llegada de la ministra a la cabeza del máximo tribunal “se había desatado una ola a favor de los delincuentes”.

¡Menudo misógino resultó el primer mandatario! Solo alguien muy ingenuo o absolutamente cegado por el cargo pretende lo imposible: borrar mediante una calumnia una gran e intachable trayectoria en el Poder Judicial (y en otras esferas de la vida pública y privada).

La violencia de género verbal emitida en Palacio tiene además repercusiones serias en personas que no dilucidan la gravedad de sus palabras. Por eso no faltan los fanáticos en redes sociales quienes abiertamente amenazan de muerte a la ministra (en Twitter, por lo pronto).

Mas, por si ello fuese poco, Andrés Manuel pasa de largo que la primera responsable de no presentar sólidas carpetas de investigación contra diversos denunciados por parte del poder Ejecutivo federal es la Fiscalía General de la República, comandada por el impresentable señor Alejandro Gertz Manero. Un individuo que, para alcanzar intereses de corte personal, se da el lujo con absoluta impunidad de crear delitos no establecidos en la norma.

Pero con todo, esto último es solo una peccata minuta de AMLO cuando lo que quiere, de lo que verdaderamente se trata, es no aceptar la separación de poderes de la Unión que marca nuestra Carta Magna.

Ya sabemos que el sello inconfundible de esta administración es quejarse, autoproclamarse víctimas, gritar “falso”, acusar corrupción, cuando la misma habita y se multiplica en la 4T. ¡Ya no se diga decir mentiras! Más de 100,000 las de López Obrador solo en sus mañaneras. Pero esta vez se agrega el abuso de autoridad y la descarada hipocresía al expresarse como lo hizo ayer de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y a la vez callar ante el doble plagio de la ministra Yasmín Esquivel.

¡Claro! Cuando le conviene —y solo para lo que le conviene— él considera que “no me vengan con el cuento de que la ley es la ley”. ¡Ah! Y que se deben cumplir sus caprichos, sin cambiarles una coma, como sucedió con la aprobación del Plan B electoral en ambas cámaras legislativas.

La ministra Norma Piña ha vuelto a una máxima del Poder Judicial: la Corte habla a través de sus sentencias. Con el cambio en la presidencia del tribunal, Piña nos recuerda a todos que la división de poderes existe y que esta se debe respetar.

¡Frustra a AMLO no recibir respuesta ante sus bravatas y abusos! Lo que ciertamente no justifica su intromisión en el Poder Judicial ni los ataques realizados en la mañanera de ayer. Sí demuestra, en cambio, que no entiende o no le importa el funcionamiento de los órganos colegiados, que no respeta la división de poderes, que ignora la pésima gestión de la Fiscalía y que domina el arte del insulto a quien solo ha sabido respetar la ley.

López Obrador no disimula el enojo de ya no contar con Arturo Zaldívar como presidente de la Suprema Corte o de que Yasmín Esquivel no fuese la nueva cabeza de ese órgano.

Ya que Andrés Manuel teme lo que le sucederá al Plan B, opta por descalificar a quienes darán su veredicto en la materia. Pone a la SCJN en el banquillo de los acusados; cuestiona su objetividad y la hace cómplice del “mal”.

Y he aquí la trampa y lo que en mi opinión es lo más delicado: por ningún motivo la ciudadanía debe contribuir a poner a la SCJN entre la espada y la pared. Cada uno de nosotros, ciudadanos mexicanos, en la medida de nuestras posibilidades, debe apoyar las decisiones del tribunal. Unas tomadas con base en principios y el amplio conocimiento de las leyes.

Si hay verdadero amor a México, los ciudadanos (la oposición también, por cierto) deberíamos pugnar porque la SCJN resuelva con ENTERA libertad; lo que significa también la ausencia de presiones provenientes de la propia sociedad.

#LaCorteNoSeToca es una causa —si no de una tercera gran movilización nacional— que ciertamente debe formar parte de la plataforma de la ciudadanía crítica al régimen. Y si bien no en el sentido de que el Poder Judicial no requiera mejora alguna, sino que en estos momentos es menester dejar que la SCJN resuelva sobre el Plan B como mejor crea. Luego habrá que abrazar dicha resolución, sea CUAL sea esta. Atestiguar la independencia y autonomía de los ministros.

Estemos seguros de que AMLO hará exactamente lo contrario: continuará tratando de debilitar las sentencias y a los constitucionalistas mismos mediante abusos de quien se cree infalible y por siempre intocable.

Columna de Verónica Malo en SDP Noticias

Foto SCJN

clh

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