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Andrés Manuel, guste o no, la extrema derecha ganó en Brasil con la verdeamarela

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Nada se ha decidido en Brasil. Un momento, algo se decidió: la ultraderecha controlará el congreso y gobernará Río de Janeiro y Minas Gerias; además, avanzó en São Paulo y pelea la presidencia

Los demagogos no tienen vergüenza. Jair Messias Bolsonaro y sus seguidores se apropiaron en forma indebida de la verdeamarela —legendaria camiseta de la selección brasileña— para hacerse promoción el día de las votaciones. Les funcionó, tristemente. Pero, ni hablar, tuvieron el apoyo de la campaña de Luiz Inácio Lula da Silva que llamó a sufragar sin uniformes.

El de ayer fue un mal día para la izquierda latinoamericana, a pesar de que los y las habitantes de Brasil no ven a su nación como parte de Latinoamérica. Muy su sentimiento, y debemos respetarlo, pero…

Brasil y México —con Estados Unidos y Canadá— son con diferencia las mayores economías de toda América o, en otros términos, de las Américas. Así que se trata de países sin duda influyentes.

Por la importancia de Brasil, las izquierdas y las derechas latinoamericanas han considerado fundamentales las recientes elecciones que enfrentaron a Lula y a Bolsonaro.

¿Quién ganó? La presidencia sigue en veremos: habrá segunda vuelta y cualquiera podría imponerse. Pero lo que ya vimos que pasó debe considerarse una victoria de la ultraderecha brasileña. Me explico.

Para empezar, Bolsonaro refutó a las encuestas, todas, que pronosticaban un contundente triunfo de Lula. No hubo tal. Punto para el ultraderechista.

El congreso brasileño, a partir de ayer, es todavía más de ultraderecha. Otro punto para Bolsonaro.

Los candidatos conservadores a gobernador lograron la victoria en dos de los tres estados más poblados —Río de Janeiro y Minas Gerais— y en São Paulo, donde habrá segunda vuelta, el abanderado identificado con Bolsonaro sorprendió quedando en primer lugar. Un punto más para Bolsonaro.

Fallaron las encuestas. Ya es costumbre que fallen en todo el mundo. De ahí uno de los encabezado de Der Spiegel, de Alemania: “Tsunami de Bolsonaro”.
 

En una actualización de la información, Der Spiegel tituló su nota con una frase que desde mi punto de vista sintetiza correctamente lo que pasó: “Bolsonaro pierde, pero es el ganador”.

Según las encuestas Lula iba a derrotar con facilidad a Jair Bolsonaro. Pero no ocurrió así. Habrá segunda vuelta en esa nación y el empuje ahora lo tiene el candidato de la extrema derecha.

El periodista brasileño Marcelo Godoy lo dijo con resignada objetividad: “Lula puede incluso ganar, pero el bolsonarismo ya ha ganado”.

Y es que, reitero, el bolsonarismo se impuso en las elecciones de diputados y senadores; la clase política conservadora logró imponerse en el congreso incluso con una mayoría superior a la que tenía. Y no son poca cosa sus triunfos en Río de Janeiro y Minas Gerais y su notable avance en São Paulo.

Hay que entender que, incluso ganando en la segunda vuelta, Lula gobernaría pero no mandaría —difícilmente sacaría adelante sus reformas—, ya que el congreso brasileño es todavía más derechista de lo que ya era.

Qué desastre para las encuestas. Pronosticaban una amplia victoria del izquierdista Lula, a quien daban hasta 15 puntos de ventaja...

“La extrema derecha estará encantada”, dijo el politólogo Christian Lynch al diario británico The Guardian.

Sin duda, fascinada debe estar la extrema derecha de Brasil, pero también de Chile, Colombia, Argentina, Perú… y México.

¿Se entiende el daño potencial para el proyecto lopezobradorista en nuestro país? La oposición, sobre todo la panista, ya tiene una bandera: aunque las encuestas aseguren que Morena arrasará en 2024, tales estudios fallan, como se vio en Brasil.

Encuestas, encuestas, encuestas. Nos hechizan sus pronósticos no obstante que fallan, fallan, fallan.

Los expertos en demoscopía, como siempre, buscan explicaciones. La más socorrida es que se equivocaron las encuestas porque no estimaron correctamente el rechazo al partido de Lula y, además, porque hubo voto ocultovoto silencioso o voto avergonzado.

Otra explicación, creo que más sensata, está en el hecho de que la candidata que quedó en tercer lugar y el candidato que ocupó la cuarta posición —Simone Tebet y Ciro Gomes, respectivamente— fueron abandonados por grandes cantidades de sus simpatizantes que optaron por el voto útil.

En efecto, Tebet y Gomes obtuvieron bastante menos votos de los que preveían ¿Los y las votantes que ella y él perdieron a quién apoyaron? Lógicamente, me parece, al candidato que más creció o al que menos favorecían las encuestas, el ultraderechista Bolsonaro.

Difícil saber a quién apoyarán los y las simpatizantes de Simone Tebet y Ciro Gomes en la segunda vuelta, pero ya no es descartable que terminen inclinándose por el candidato conservador.

Tanto Tebet como Gomes han pedido tiempo para declarar a quién respaldarán, si a Lula o a Bolsonaro. No se mantendrán neutrales y cuando fijen una posición contribuirán notablemente a decidir al ganador en la segunda vuelta.

No es seguro que Simone Tebet y Ciro Gomes apoyen a Lula, tampoco a Bolsonaro. Como se dice, la moneda está en el aire y solo caerá cuando concluyan intensas negociaciones entre todas las fuerzas políticas.

Lo único cierto ahora mismo es que Bolsonaro y su partido fueron subestimados en las encuestas nacionales y estatales, que le daban al derechista, cuando mucho, el 37% de los votos; obtuvo el 43%.

Un dato preocupante para la izquierda brasileña es el de São Paulo, el estado más rico de Brasil. Era imposible que ocurriera, pero Bolsonaro ganó con una gran ventaja. Y, como ya se dijo, aquí el candidato a gobernador del bolsonarismo, Tarcísio Gomes Freitas, superó por siete puntos al abanderado de Lula, Fernando Haddad. Irán a la segunda vuelta, pero lo esperado era que la izquierda arrasara, y no hubo tal.

Ojo con eso, si la izquierda mexicana se confía podría llevarse una sorpresa en la Ciudad de México en 2024. Deben en Morena tomar muy en serio el trabajo político en la capital.

Pero, insisto, el dato más preocupante para la izquierda: el congreso de Brasil se fue todavía más a la derecha. Ojo con esto, ya que anticipa serios problemas para Lula en caso de que ganara.

Si Lula triunfara en segunda vuelta, tendría que intentar gobernar con un congreso claramente dominado por Bolsonaro y sus aliados, lo que convertiría el —todavía no seguro— regreso al poder del izquierdista brasileño en una pesadilla que podría ser muy dañina para los partidos progresistas de toda América.

El colmo para la izquierda brasileña: Sergio Moro, el exmagistrado bolsoranista que condenó a Lula a ir a la cárcel resultó electo senador por el estado de Paraná.

En TwitterAndrés Manuel López Obrador felicitó a Lula. No critico al presidente de México por haberlo hecho, pero creo que quizá debió esperar al resultado de la segunda vuelta. Aceptemos la realidad: no se ha decidido nada en Brasil…

Un momento, algo ya se decidió: la ultraderecha tendrá más fuerza en el parlamento de la que ya tenía y gobernará Río de Janeiro y Minas Gerias y en una de esas en la próxima votación se queda con São Paulo y con la presidencia.

Malu Gaspar, analista brasileña, lo dijo con claridad: Lula, para ganar, tendrá que hacer en la segunda vuelta lo que no hizo en la primera; esto es, alcanzar la mayoría de los votos en São Paulo y Minas. En estos estados se decidirá una elección que, por lo pronto, ya está decidida en lo relacionado con el congreso que será de ultraderecha.

Columna de Federico Arreola en SDP Noticias

Foto AP

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