Es bien sabido que la Alianza por México ha sido puesta en peligro desde que el PRI, liderado por el polémico Alito y compañía, decidieron apoyar la idea que el Ejército permaneciese en las calles hasta 2028. El PAN y el PRD, al instante, repudiaron la idea del PRI y anunciaron, en voz de sus líderes nacionales, la suspensión de la alianza tripartita.

El resquebrajamiento de la alianza  supone una serie amenaza para el futuro de nuestro país, al manos, rumbo a 2024. Como es fácil suponer, y aun más especular, la consolidación de Va por México es la única estrategia electoral que podría obstaculizar el triunfo de Morena en las próximas elecciones federales. De acuerdo a todas las encuestas de opinión, el partido oficial, sea con Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard, encabezan con un largo trecho las preferencias electorales. Sin embargo, si los aliados van juntos la oposición podría tener alguna posibilidad de detener la malograda 4T, y con ello, buscar poner un alto a la destrucción del país.

Ante el posible desmantelamiento de Va por México, y en un ejercicio de especulación (de esas que fascinan a los opinólogos y comentaristas políticos) ¿han sido AMLO y sus operadores políticos quienes cabildearon con Alito y la dirigencia del PRI la postura del Revolucionario Internacional? ¿Habra intervenido directamente la Secretaría de Gobernación, a través de la Subsecretaría de Enlace Legislativo, para que Alito obligase a sus diputados a dar la espalda a la alianza? ¿Habrá  Adán Augusto o algún otro miembro prominente del gabinete presidencial ejercido presión para que el PRI adoptase una postura que condujera al rompimiento de la alianza?

En este tenor, es bien conocido que el PRI y Morena comparten rasgos que les identifican como partidos políticos hechos a la medida para ser partidos de Estado. A través de la emulación de las prácticas del PRI de antaño, los morenistas se han servido de las acciones del pasado dirigidas a manipular gobernadores, utilizar mañosamente los presupuestos públicos, establecer políticas clientelares, y en suma, ejercer el poder político desde el mando supremo del presidente de la República.  Con un jefe de Estado fuerte, Morena ha hecho resucitar al PRI previo a la “era liberal”

Ahora, siguiendo las mismas estratagemas políticas seguramente carentes de legitimidad, y pisando los límites de la legalidad, AMLO -especulemos- habría hecho uso de su maquinaria para que el PRI se inclinase hacia la propuesta morenista. Con ello, el partido oficial ganaría dos cosas: por un lado, el valioso apoyo del PRI para lograr la ansiada militarización del país, y por el otro, hacer quebrar la alianza que podría -con algo de suerte- arrebatar la presidencia a Morena en 2024.

En suma, el PRI, seguramente motivado por los intereses de sus cúpulas, ha sucumbido a las garras del poder. Pero ahora, con un alto precio para los mexicanos: por un lado la militarización, la cual representa un riesgo para nuestra viabilidad democrática, y por el otro, ante el rompimiento de Va por México, el triunfo de Morena en 2024. Con ello, AMLO y sus huestes habrán alcanzado sus objetivos, en detrimento, desde luego, del interés de la nación.

Columna de Miguel Calderón en SDP Noticias

Foto Adolfo Vladimir en SDP

clh