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Tanto Jesús como Leticia nos deben una explicación

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Jesús Ramírez y Leticia Ramírez en estos momentos son blanco de durísimas críticas por faltas profesionales graves en temas en los que deberían ser especialistas

“Cualquier tonto puede fracasar, pero un fiasco es un desastre de proporciones míticas. Un fiasco es un cuento relatado a otros que los hace sentirse más vivos porque no les pasó a ellos.”

ORLANDO BLOOM, PELÍCULA ELIZABETHTOWN

¡Vaya problemas de reputaciones en los que se han metido dos pilares de la 4T apellidados Ramírez! Comparten ser integrantes del gabinete de López Obrador y en esta semana los dos desbarrancaron de cara a la ciudadanía. Están en falta pues.

Tanto Jesús Ramírez, vocero presidencial, como Leticia Ramírez, secretaria de Educación Pública, en estos momentos son blanco de durísimas críticas por faltas profesionales graves en temas en los que deberían ser especialistas: Jesús, en el periodismo obligado a citar sus fuentes, y Leticia, en lo relacionado con la enseñanza elemental de las matemáticas.

La crisis mayor no es de él, sino de ella. Y es que el periodista Jesús Ramírez podría tener una salida, mientras que no creo vaya a encontrarla la maestra Leticia. Pero analicemos por partes:

El plagio del… ¡escritor!, que es a su vez el comunicador estrella del gabinete

Jesús Ramírez Cuevas, coordinador de comunicación social de presidencia, ha hecho — para López Obrador— una labor espléndida con las mañaneras. Nos guste o no, el tema del día, el que se comenta en la opinión pública, es definido en Palacio Nacional.

Quiero ser clara: ello no es sinónimo de que yo esté de acuerdo con lo que se comunica, ni el cómo se hace. Pero el hecho es que en estos cuatro años ha habido tragedias que podrían empantanar al gobierno de López Obrador y al mismo tabasqueño, y más allá del “teflón” que tiene el tabasqueño, mucho debe a las formas que Jesús Ramírez ha instituido para comunicar. Entre ellas, hacer que los miembros del gabinete hablen lo menos o solo en casos estrictamente necesarios.

Ejemplos sobran. Tal vez el más paradigmático sea Hugo López-Gatell. El subsecretario tiene impronta para la labia y por ello a él sí le “prestaron” el micrófono durante la pandemia. Podía haber sido al secretario del ramo, pero quien sabía “comunicar” fue Gatell, y de allí la decisión en la materia.

O poner a Elizabeth García Vilchis como encargada del ‘quién es quién en las mentiras de la semana’. Logra la mejor cortina de humo: los críticos al régimen ansían ser mencionados por la misma (esa es la verdad), mientras que la gente común y corriente señala su pésima dicción y su peor lectura. Total, que discutimos sobre el hecho de que quien miente es ella y se olvida lo realmente importante: la gestión gubernamental.

Precisamente por ello, no se entiende las garrafales faltas de plagio de Jesús demostrados por Guillermo Sheridan en su más reciente columna en El Universal.

El escritor Guillermo Sheridan, colaborador de la revista Letras Libres y del mencionado diario, ha dicho que el vocero de AMLO plagió el texto “Gilberto Bosques, el Schindler mexicano que desafió a los nazis”.
 

Ese artículo de Ramírez originalmente se publicó en el periódico Regeneración y la semana pasada lo difundió Milenio, supongo que con autorización del autor. El caso es que, según Sheridan, cuando Jesús dio a conocer el mencionado artículo, el 11 de abril de 2014, días antes —el 8 de ese mes— Daniel Verdú había publicado uno muy parecido en El País. Hasta ahí, no tan grave la cosa.

El supuesto gran plagio, a juzgar por el comentario de Sheridan, no fue a Vedú, sino al zacatecano Ricardo Monreal, quien el 19 de enero de 2011 redactó, en el Senado, “un punto de acuerdo para proponer se nombre una plaza pública o una calle en honor a don Gilberto Bosques Saldívar”.

En Morena ya dan una explicación extraoficial acerca de ese hecho: que el “punto de acuerdo” de Monreal, en ese tiempo senador por el PT, en realidad fue elaborado por el movimiento al que tanto el citado legislador como Ramírez pertenecían, el de Regeneración Nacional. Y, como es sabido, no pocos de los documentos relevantes de Morena los escribía el hoy vocero de AMLO. Si fue el caso, entonces Monreal presentó como suyo un texto que no elaboró; el error de Ramírez habría sido el de no precisarlo cuando, tres años más tarde, usó ese escrito para firmarlo en Regeneración.

Jesús Ramírez y su conciencia sabrán si el hoy funcionario de la presidencia de México plagió el artículo sobre el Schindler mexicano. Mas, en el peor de los casos, no es un daño mayor para el gobierno de López Obrador. Eso no.

Aiga sido como aiga sido, y más siendo muy cercano a López Obrador, Jesús deberá disculparse o explicar sin lugar a dudas lo que sucedió con un texto que, si no es, parece calca de otros anteriores.

El problema de la maestra Lety no es lo que ignora, sino lo que sabe

El verdadero entuerto para la administración pública federal encabezada por el tabasqueño tiene que ver la recién estrenada secretaria de Educación, Leticia Ramírez Amaya. Su entrevista con la periodista de Televisa, Danielle Dithurbide, ya perjudicó fuertemente “el prestigio” de la 4T… y más, mucho más. Porque la incapacidad de la maestra Lety para responder una pregunta —la de cómo se van a enseñar las matemáticas con base en el nuevo modelo educativo— debe haber alarmado a madres y padres de familia. Lo más suave que leí en redes sociales es que, con semejante titular de la SEP, lo único que queda es encomendar a los niños a Dios nuestro señor. Y esperar que desde el cielo lleguen las instrucciones mágicas para sumar, restar, multiplicar y dividir.

Por tal razón, sobra gente exigiendo la renuncia de la ya famosa profesora. La verdad de las cosas es que cualquier político —incluso con menos calificaciones que Leticia— pudo haber respondido a Danielle Dithurbide con un rollo sobre abstracciones del proceso de enseñanza-aprendizaje, y a otra cosa. Pero la secretaria Ramírez prefirió la franqueza —que no honestidad, debo decir—.

Es particularmente preocupante. Y no porque ella sea una persona perversa como otros en el gobierno (de hecho, quedó claro que es una persona simple y ausente de malicia al responder a Dithurbide); no es política y no había ninguna necesidad de que diera entrevistas sin tener el conocimiento de todos los asuntos que tiene a su cargo en la secretaría. Se le mandó a la guerra sin fusil (a clases sin papel ni pluma). O bien, hubo quien en su equipo más cercano quisieron dejar en mal a su jefa.

Pero lo importante: aunque soy bastante crítica respecto de todo lo que hace en materia educativa la 4T, creo que ni la maestra Lety —ni nadie en todo el universo— sabe qué diablos es eso del nuevo modelo educativo de la 4T diseñado por un lamentable embaucador llamado Marx Arriaga. (Y ojo, no es que se haya sacado de contexto lo dicho por la maestra como algunos cuatroteístas afirman. Claro que no. Leticia también mencionó que el nuevo modelo educativo “es una propuesta seria, no es inventada, no es una ocurrencia de alguien; queremos transformar verdaderamente la educación”. La pregunta que nos hacemos todos es: ¿hacia dónde se quiere transformar?)

El sistema pedagógico antineoliberal de Arriaga resulta, de plano, un fraude que como bien dijo en una entrevista el —este sí de verdad— especialista en educación, Eduardo Backhoff, solo va a reproducir el círculo perverso de la ignorancia.

En fin, en el mejor de los casos para México la maestra Lety Ramírez no sabe cómo enseñar matemáticas a los niños. Pero, en el peor de los casos para nuestro país ella sí sabe, no tiene idea acerca de cómo es posible conciliar los sistemas de aprendizaje verdaderamente eficaces con las paparruchadas del pedagogo favorito del presidente AMLO.

Preocupa seriamente que hay más de 30 millones de estudiantes en educación básica que dependen/serán producto de este modelo de aprendizaje. Y si muchos tememos que el nuevo modelo de educación es más doctrinario que académico, con esas respuestas, quedan más dudas que certezas.

Creo que la respuesta de la maestra Leti deja ver además otras cosas. Entre ellas, algo fundamental que ya había yo mencionado antes: “Uno de los grandes fracasos de la reforma educativa, del porqué el sistema de educación en México no ha prosperado en décadas, ha sido la incapacidad de separar la esfera de lo propiamente concerniente a las necesidades y exigencias laborales del aparato docente como tal (la administración del magisterio nacional) de lo relativo al modelo educativo, la visión para los educandos, el desarrollo de contenidos, la formación docente, los métodos pedagógicos. Lo primero ha predominado sobre lo segundo; lo que es más, ha asfixiado la función primordial de enseñar a pensar a los niños y jóvenes de México.”

Esto es, deberíamos pensar en dos secretarías o dos dependencias. Una encargada del magisterio (la parte laboral de los docentes) y la otra encargada del modelo educativo, la pedagogía, la excelencia educativa, etcétera. Leticia sabrá bastante de lo primero, pero es EVIDENTE que no sabe de lo segundo.

El meollo del asunto es que la educación, lo que se dice EDUCACIÓN, tiene mucho que ver con esto último y poco que ver con asuntos sindicales y magisteriales...

Conocemos el interés de la 4T sobre ‘la revolución de las conciencias’ y la ideologización de la educación, aun antes de la maestra Lety. Lo que es necesario conocer es como eso servirá a los educandos, entre otras cosas a aprender matemáticas en cuarto año de primaria —o en cualquier otro año de formación educativa—...

López Obrador todavía tiene tiempo, aunque ya no mucho. Ojalá recapacite el presidente y evite que, entre los tantos fiascos que heredará o su sucesor o sucesora, el más lamentable —por el que más severamente lo juzgará la historia de México— es el del fraude de su sistema educativo antineoliberal.

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Lo dicho por la maestra Leticia Ramírez y el asunto ese del texto de Jesús Ramírez son hechos que no pueden dejarse pasar así sin más.

Las explicaciones deben darse, máxime siendo ambos funcionarios públicos.

Columna de Verónica Malo en SDP Noticias

Foto Galo Cañas en SDP

clh

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