Es por demás decir que no es fácil ejercer el oficio del periodismo en México. A la precariedad laboral, con sueldos que difícilmente superan un rango de entre 5 y 8 mil pesos para un redactor que inicia, se le suman los problemas de seguridad que enfrentan quienes cubren las zonas más conflictivas del país, curiosamente la mayoría de ellas gobernadas por la derecha.

Es diferente la situación para la élite de los negocios de la comunicación -que no periodismo-, como Carlos Loret de Mola. De acuerdo a la información difundida hoy en la conferencia mañanera, el comunicador gana más de 30 millones de pesos brutos anuales por su labor en portales como Latinus y medios tradicionales. Más de 700 mil pesos semanales. Una cantidad, a todas luces, innecesaria, obscena.

Decía el periodista y escritor Gay Talase que “el periodismo no se trata de ganar dinero. Es una dedicación a la verdad”. Hace mucho tiempo que Loret decidió abandonar la senda del trabajo periodístico y de la verdad, de incomodar a los poderosos, para dedicarse a cobrar por ser el vocero de poderes fácticos. Y en el actual gobierno, diga lo que diga, no se le reprime, al contrario.

Loret seguirá teniendo derecho a vociferar que vive en una inexistente dictadura, allá él. Pero el presidente, algunos colegas periodistas honestos y millones de ciudadanos seguiremos diciendo lo que opinamos de su “trabajo”: que es mentiroso, ruin y lleno de montajes y mentiras. Loret no es periodista. Al contrario, representa todo lo contrario al oficio periodístico.

Columna de Manuel Ibarra en SDP Noticias

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