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Justificada rebeldía de Agassi, boba necedad de Djokovic, necesario Bachetón de Sheinbaum
Esos restaurantes linajudos
No sé si todavía existan restaurantes que exijan a los hombres entrar con saco y corbata. Eran prendas obligatorias en dos establecimientos fifís con nombres parecidos, aunque uno en plural y el otro en singular: Club de Industriales (Ciudad de México) y Club Industrial (Monterrey). Mucho más bonito el regio, sin duda, lo que afirmo desde una posición de objetividad y, desde luego, con todo el respeto que me merece la oligarquía empresarial chilanga.
Hace años que no voy a ninguno de tales clubes. En ninguna etapa de mi vida los visité con frecuencia, pero sí lo hice en varias ocasiones invitado por otras personas. No soy partidario de la corbata, aunque no me niego a usarla. El caso es que dos o tres veces llegué a tales restaurantes sin la banda de tela que nunca he sabido ponerme correctamente debajo del cuello de la camisa. Con sabiduría, para no caer en discusiones estériles, las personas responsables del acceso en cuanto me veían me ofrecían numerosas corbatas, para que yo eligiera la que más me agradara.
“¿Y si no me la quiero poner?”, pregunté en modo rebelde una noche que andaba de malas. “Pues no entra”, me respondieron. Me la puse y cumplí mi compromiso. Herido en mi orgullo, consulté después a un abogado acerca de si podía, o no, obtener alguna orden judicial para entrar descorbatado porque eso me parecía discriminatorio. El litigante me dijo: “Podríamos, quizá, desde luego con buena asesoría en la materia, encontrar la manera legal de satisfacer tu capricho, pero pienso que sería una pérdida de tiempo y de dinero, así que mejor sigue las reglas o procura que te inviten a lugares menos linajudos”.
La justificada rebeldía de Agassi para no jugar en Wimbledon
Ya hace bastante tiempo, en los ochenta y noventa del siglo pasado, otro tenista relevante, Andre Agassi, entró en conflicto con uno de los Grand Slam, el de Wimbledon.
El señor Agassi era rebelde y se vestía como se le pegaba la gana para participar en los torneos. Era algo que no agradaba a los organizadores del Campeonato de Wimbledon, quienes exigían respetar la tradición: todos los competidores debían salir a la cancha con ropa blanca y aun con calzado blanco; vaya, hasta los calzoncillos debían ser blancos.
Agassi, insumiso, no estuvo dispuesto a utilizar solo vestimenta blanca —menos los calzoncillos— y, a pesar de ser el favorito, no jugó en Wimbledon en 1988, 1989 y 1990.
Era una desobediencia en más de un sentido éticamente justificada. En el tenis británico, la ropa blanca tenía que ver con superar a las élites de las clases trabajadoras. Las personas menos privilegiadas no podían darse el lujo de laborar con camisas blancas ya que se manchaban fácilmente con los materiales que manipulaban en las fábricas. Los y las fifís, en sus vidas fáciles, no tenían ese problema. En Wimbledon, además, se pensaba que el sudor se nota menos en las camisetas y en los pantalones cortos de los tenistas si tales prendas son de color blanco.
Tres años resistió Andre Agassi hasta que se rindió. Volvió al All All England Club y ganó el torneo en 1992. Recibió como premio 3 millones de dólares, de aquellos, y después dijo con resignación: “En Wimbledon aprendí a inclinarme y a respetar la tradición”.
Djokovic y Noroña, andan mal
Fue un triunfo de los conservadores a quienes no pudo vencer un insurrecto. ¿Es el caso de Novak Djokovic, adalid de la revuelta de antivacunas que en México lideran personajes como mi amigo Gerardo Fernández Noroña? No lo creo.
Andre Agassi intentó acabar, en una lucha de años, con una tradición estúpidamente clasista. Novak Djokovic es, más bien, estúpidamente necio al no aceptar vacunarse, y subrayo lo de estúpidamente necio porque, debido a su popularidad, da muy mal ejemplo a gente no del todo informada acerca del valor de desarrollos científicos maravillosos como las inyecciones de Pfizer, Morena y AstraZeneca que tanto han contribuido a que la pandemia de covid haya sido menos catastrófica.
En Australia a Djokovic no se le está impidiendo jugar por su ropa, por sus ideas, por el color de su piel, por su religión o por sus preferencias sexuales. Simple y sencillamente se le está impidiendo entrar a un país soberano que exige a sus visitantes estar vacunados o presentar una excepción médica — la inmunosupresión, por ejemplo— que justifique que la inoculación puede ser más dañina que benéfica.
El Bachetón de la CDMX
Ayer pedí a la jefa de gobierno capitalina, Claudia Sheinbaum, encabezar un gran proyecto de pavimentación en la Ciudad de México. Ignoraba que hace tres días ella dio inicio a un programa de esa naturaleza. No me di cuenta porque he andado ocupado con el lío de Djokovic.
Cito lo relevante de un boletín que el gobierno de la CDMX dio a conocer el pasado 5 de enero:
- Claudia Sheinbaum invitó a la población a reportar cualquier bache marcando al número telefónico *0311.
- En los últimos tres años se triplicó la producción de mezcla asfáltica en la Ciudad de México, al pasar de 231 mil toneladas de asfalto en 2018, a 752 mil toneladas producidas en 2021.
- Al concluir 2022 se habrá repavimentado más del 80 por ciento de la red vial primaria, incluyendo mapeo y bacheo, lo que representa 14 millones 768 mil 302 metros cuadrados de superficie en la Ciudad de México.
- En 2021 se repavimentó el 67.6 por ciento de las principales avenidas de la Ciudad de México.
- Sheinbaum señaló que el bacheo es una de las demandas ciudadanas más importantes, de ahí el Bachetón 2022.
- La jefa de gobierno invitó a todas las alcaldesas y a todos los alcaldes a sumarse al Bachetón, tarea que ejecutan trabajadores del gobierno de la CDMX todas las noches.
- Sobre el aumento en la producción de asfalto, Sheinbaum dijo: “Nosotros recibimos en 2018 una producción de 231 mil 193 toneladas de asfalto y en el 2021 produjimos 752 mil 801, es decir multiplicado por tres. Y antes lo que había, para no producir, pues era comprarle a terceros el asfalto, con posibles incrementos de precios y las ganancias que pudieran tener..., privadas, algunos servidores públicos”.
- El titular de la Secretaría de Obras y Servicios, Jesús Antonio Esteva Medina, detalló las operaciones del Bachetón: la Ciudad de México está seccionada en cuatro cuadrantes, con 12 cuadrillas por turno; es decir, un total de 24 cuadrillas que son las que atienden los reportes de la ciudadanía, a nivel correctivo; mientras que a nivel preventivo, circulan vehículos y motocicletas por las principales avenidas para reportar las incidencias.
Hasta cumbia tiene el Bachetón
Bici sin baches, ojalá
Si no es mucha molestia, quisiera pedirle a Sheinbaum que llame a dos alcaldes y los convenza de ponerse las pilas para entrarle con ganas al Bachetón, Adrián Ruvalcaba, de Cuajimalpa, y Maurico Tabe, de Miguel Hidalgo. Son las dos alcaldías en las que me gusta andar en bicicleta, pero he dejado de hacerlo por tantos baches y alcantarillas en mal estado. Por razones relacionadas con mis ojos —y por recomendación de los oftalmólogos— evito el brincoteo, que en la bici se siente mucho más que en coche, y me traslado hasta el Autódromo Hermanos Rodríguez para rodar en lo lisito.
Columna de Federico Arreola en SDP Noticias
Foto AFP en SDP
clh