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López Obrador en el Consejo de Seguridad

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El próximo lunes el Presidente de la República realizará su segundo viaje al extranjero para asistir a la sesión del Consejo de Seguridad de la ONU con el que inicia el mes de sesiones, esta vez presidido por México.

El presidente Andrés Manuel López Obrador inaugurará el evento hablando sobre desigualdad, conflictos y exclusión. Por su parte, el canciller Ebrard, el 16 de noviembre, se enfocará sobre seguridad internacional como objetivo común para todas las naciones y el 22 abordará temas de inseguridad y del desvío y tráfico de armas como obstáculos para lograr la paz.

Algunos comentaristas opinan que la corrupción no guarda relación alguna con las funciones del Consejo de Seguridad, organismo más alto en jerarquía, independiente de la Asamblea General de la ONU y cuyo mandato es mantener la paz y evitar conflictos que perturben los derechos de los pueblos. En estos días, están los encuentros entre Turquía y Grecia, los reclamos de Ucrania a Rusia por la cuestión de Crimea y las crecientes tensiones entre Estados Unidos y China.

López Obrador, seguramente usará su mensaje en la ONU para fines electorales, ahora que entra a la segunda mitad más azarosa de su gobierno, vale comentar que la tarea del Consejo de Seguridad es resolver los problemas políticos más difíciles del mundo, algunos que llevan décadas de no solucionarse, como el de Palestina e Israel o el de Cachemira, todos, sin excepción, afectan directamente la vida de las poblaciones en términos de dramáticas privaciones en forma de hambres, enfermedades y atropellos a los derechos humanos. Es inevitable admitir que, independientemente del origen de muchos de estos problemas y de su obstinada persistencia por sus ancestrales raíces ancestrales que los hace casi irresolubles, un gran número de ellos encontrarían solución si no existieran elementos de corrupción que medra con su persistencia.

Las actuales tragedias de las migraciones desordenadas son un ejemplo de la frecuente presencia de intereses corruptos que las aprovechan. El tráfico de armas, de personas, de medicinas y de alimentos, se presentan en términos de negociaciones al más alto nivel, que esconden instancias de corrupción dentro de los asuntos que el Consejo de Seguridad está obligado a tratar en cumplimiento de su mandato.

Los sufrimientos de hambre y enfermedad que sufren comunidades enteras que buscan inútilmente remedio en los numerosos programas internacionales de ayuda o en programas de inversiones productivas o de educación que no llegan a sus destinos por ser interceptadas por grupos o individuos de delincuencia organizada que se enriquecen desviando fondos.

Hoy un exponencial crecimiento de la población presenta problemas a los gobiernos que podrían irse resolviendo a no ser por el tan extendido desvío de fondos presupuestales que van a parar a los patrimonios personales de funcionarios desleales. En México, el caso es bien conocido y de profundo raigambre. El que el Presidente comparta esta realidad en la ONU podría expresar un propósito de extirpar la corrupción y la impunidad tal y como lo ha prometido repetidas veces desde el primer día de su administración, pero aún lejos de cumplirse.

Los errores de táctica económica de pasados gobiernos mexicanos como la mal curada crisis financiera de los años 80 son utilizados para explicar los atrasos del México moderno en comparación con otros países que hace poco tiempo eran comparativamente menos desarrollados. Esos desaciertos sólo enfatizaron la destrucción económica que ya significaba la ininterrumpida cadena de corrupción que ha drenado recursos presupuestales dirigidos a procesos de desarrollo y frenado el progreso del país.

En su exposición, el Presidente tendría que reconocer que a la mitad de su sexenio, la corrupción y la impunidad se han profundizado considerablemente y sus efectos en términos de desunión y desigualdad amenazan el cumplimiento incluso de nuestros compromisos internacionales. El Índice Estado de Derecho 2021 nos coloca en el lugar 135 (de 180) en materia de corrupción en forma de sobornos, influencia indebida de intereses públicos o privados y malversación de fondos públicos. Sólo nos ganan en corrupción Venezuela y Nicaragua. Los índices internacionales de corrupción reflejan carencias en áreas de salud, alimentación, educación y apoyo a la producción, donde los problemas se están agudizando y sufren el lastre de una insaciable corrupción enquistada, incluso en el círculo operativo y familiar del Presidente; la corrupción se ha infiltrado en los resquicios más íntimos de los tres niveles del Estado.

¿Con qué cara hablará López Obrador ante el Consejo de Seguridad?

 
Columna de Julio Faesler en Excelsior
 
Fotografía archivom
 
clh

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