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La lucha por la libertad no termina nunca
Hay muchas diferencias. Qué bueno. Es la libertad de debatir la libertad. Es la historia de una lucha permanente por dejar que los individuos tomen sus decisiones con responsabilidad. Pequeños y grandes eventos van marcando el destino de la libertad. A veces se ganan espacios, a veces se pierden. Hoy voy a poner tres ejemplos que coincidentemente se conmemoran el once de septiembre de cada año.
Comienzo con uno chiquito, pero que me encanta. Me refiero al Festival Rock y Ruedas de Avándaro, que se llevó a cabo el 11 de septiembre de 1971. Los protagonistas fueron, una vez más, jóvenes mexicanos de clase media hartos del control del régimen autoritario priista. No les permitían vestirse como querían, dejarse el pelo largo, reunirse para oír rock o ver películas que no fueran censuradas.
Ya se habían manifestado en 1968 y en 1971 con funestas consecuencias. Como bien decía Luis González de Alba, querían fiesta, carnaval, desmadre. En una palabra: libertad. Un 11 de septiembre se fueron a Avándaro a hacer “el Woodstock mexicano”. Un concierto de rock como manifestación libertaria. Cientos de miles de desconocidos hermanados por la música. Sí, algunos fumaron mota. Sí, unos pocos se desnudaron. Pero en general el festival transcurrió sin mayores desórdenes.
Sin embargo, el régimen político, que tardó años en entender la demanda de libertad, reaccionó como siempre: cerrándose. Prohibió los conciertos de rock por muchos años. En la radio censuraron las canciones consideradas como “inconvenientes” para la juventud. Y echaron a andar la maquinaria propagandística de los medios para desvirtuar el festival. Ahí está la siniestra portada del popular diario Alarma! que anunciaba: “El infierno en Avándaro! Asquerosa Orgía Hippie! Encueramiento, Mariguaniza, Degenere Sexual, Mugre, Pelos, Sangre, Muerte!”.
Saldo de Avándaro para la libertad: asustado, el régimen político mexicano cerró espacios siguiendo el libreto de 1968; pero lo que se atrevió a hacer aquella generación de jóvenes fue determinante para que el país eventualmente se liberalizara y democratizara.
Un once de septiembre también se conmemora el golpe de Estado en Chile de 1973. El gobierno de Salvador Allende había llegado al poder por medio de las urnas. Inmediatamente comenzó a implementar un proyecto radical de izquierda. Eran socialistas que pensaban que no podía haber libertad en una sociedad con tanta desigualdad y pobreza.
Como consecuencia, la economía chilena colapsó y, en el contexto de la Guerra Fría, se aliaron algunos partidos, empresarios y las Fuerzas Armadas para remover a Allende del poder con el apoyo de Estados Unidos. El golpe militar trajo como consecuencia 17 años de la infame dictadura de Augusto Pinochet. Una larga noche para Chile que, aunque mejoró económicamente, sufrió un retroceso histórico en una de las democracias liberales más añejas del continente.
Saldo del golpe en Chile: absolutamente negativo para las libertades políticas en ese país y en otras naciones sudamericanas que, desgraciadamente, siguieron su ejemplo.
Finalmente, un once de septiembre también conmemoramos los atentados terroristas en Nueva York y Washington de 2001. Es horrendo reconocerlo, pero Osama bin Laden y su movimiento se salieron con la suya. Generaron un miedo insoportable en Occidente. Y, como suele ocurrir después de un evento de este tipo, las sociedades aceptaron restringir las libertades como condición para garantizar su seguridad.
En Estados Unidos se promulgó la nefasta Ley Patriota, se legalizaron diez formas de tortura bajo el eufemismo de “técnicas mejoradas de interrogatorio”, se encarcelaron a cientos de personas en la base militar de Guantánamo sin respetar el debido proceso y se llevaron a cabo un sinfín de operaciones dizque militares que mataron a miles de civiles inocentes.
Saldo de los atentados: gran retroceso para los derechos y valores liberales, sobre todo en los países de Occidente, en particular Estados Unidos, de lo cual estamos lejos de recuperarnos. Sí, los malditos terroristas se salieron con la suya.
Tres eventos en un 11 de septiembre que tuvieron consecuencias para la libertad. Acontecimientos tan nimios como un concierto de rock o tan significativos como un golpe de Estado o el mayor acto de terrorismo de la historia. Eventos que nos recuerdan que la lucha por la libertad, derecho inherente a la condición humana, no termina nunca.
Columna de Leo Zuckermann
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