Atlixco, Pue.- En una diversidad de colores y tamaños; pintadas con plumones negros y pegadas en las fachadas de decenas de negocios establecidos, a medio abrir desde hace casi tres semanas, en el corazón de la ciudad, estas son las “Posdatas”, cartulinas o carteles que colocan los dueño de los establecimientos con sus datos.

Esta es la original, nueva y necesaria manera de comunicarse con sus clientes, manteniendo la sana distancia y con la esperanza de recibir una llamada, inbox, mensaje de texto o WhatsApp para vender algo ante el segundo confinamiento por el incremento de contagios por Covid.

En las Posdatas se logra ver números de teléfonos móviles, el nombre de una página de Facebook del establecimiento o dueño. Inclusó hay unas que hacen la observación a los transeúntes irresponsables que salen de sus hogares sin cubrebocas o sin respetar la sana distancia. Parece una nueva relación en tiempos de pandemia.

“¡No estamos aquí, pero sí nos quedamos!”: sentencia el mensaje antes del número de celular. Esta Posdata la colgaron en una reja blanca donde antes habías gorras y audífonos de fayuca.

“¡Entenderás la importancia de cuidarte hasta que uno de los tuyos enferme de coronavirus ¡”, advierte otra pancarta que fue colocada en un poste sobre una de las entradas del mercado Benito Juárez.

Son dos las cuadras de la Avenida Independencia que son denominadas “Las calles de Las Posdatas”, donde además de anuncios, hay empleadas en los locales con la cortina medio abierta, en espera que de los clientes pasen por su pedido y les entreguen la mercancía, con el fin de tener ingresos para el negocio.

Los colores fosforescentes de las posdatas son los que más resaltan, con la esperanza de que este fin de semana se el último que trabajarán de esta manera, y poder reabrir las actividades no esenciales una vez que el concluya el decreto del 25 de enero o el gobernador anuncie las nuevas estrategias para poder abrir.

 “Ojalá nunca regresen las pancartas. Queremos guardarlas como un inédito, pero mal recuerdo”, señaló la empleada de una zapatería.

Foto: Lena Velázquez

rvg