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Una reflexión en momentos de crisis, incertidumbre y pandemia

Algunas personas hemos aprovechado estos días para reflexionar un poco sobre la vida misma, más allá de nuestro día a día, de nuestra rutina

En estos días de contingencia por la pandemia ocasionada por el covid-19, muchas personas permanecemos en casa, para evitar la propagación masiva del virus, algunos trabajando a distancia, otros descansando o haciendo diversas actividades, mientras que otras por el trabajo esencial que desempeñan o bien porque viven al día y no tienen algún ingreso fijo, salen a ganarse la vida.

Mantenernos informados

Si bien es necesario mantenernos informados, también es importante que tomemos con prudencia la información que recibimos, ya sea por redes sociales, por los medios convencionales de comunicación o por comentarios de familiares, amigos o conocidos, ya que muchos mensajes no tienen fundamentos reales, científicos o técnicos y distorsionan la verdad, por algunos motivos tendenciosos como pueden ser en lo político, lo comercial, lo sarcástico, lo chusco o bien algún sesgo en beneficio de intereses particulares, de organizaciones civiles, activistas o influencers.

Sobreviviendo

A lo largo del tiempo, el ser humano ha sorteado muchas adversidades y su instinto de conservación lo ha sacado adelante, desarrollando habilidades, la inteligencia misma, la vida comunitaria y el aprovechamiento de los recursos.

Valores originales y volver a lo básico

A medida que hemos evolucionado y se ha desarrollado la tecnología de manera exponencial, la mayoría de las personas nos hemos alejado de los valores originales y de “volver a lo básico” y nos hemos subido al multicitado “Tren del cambio”, ocupando mucho de nuestro tiempo en el trabajo, actuando como máquinas de hacer dinero para sobrevivir o para tener una mejor calidad de vida, enfocándonos en los estereotipos que nos inculcan o vende la mercadotecnia y cayendo en las redes de la filosofía de vida que nos imponen de manera consciente o inconsciente los poderosos que dominan el mundo, teniendo como resultado una sociedad consumista que nos crea valores de plástico desechables y bombardeando el núcleo de la sociedad que es la familia y su integración.

En estos momentos de crisis, incertidumbre y pandemia, se han generado diversas teorías de conspiración sobre el fortalecimiento o modificación del ADN del coronavirus, el cual ha existido desde hace muchos años y no había representado una amenaza seria y real en la salud de las personas; hay quienes manifiestan que en China (Donde apareció el covid-19), desde tiempos milenarios han comido animales exóticos (que en teoría es el origen del nuevo virus), sin tener repercusiones importantes y enfatizan sobre el cuestionamiento de porqué ahora aparece como un virus letal que pone en riesgo a la humanidad; Es decir,

Con tanta tecnología, con muchos recursos dedicados a la investigación científica y a “la salud”, ninguna potencia mundial fue capaz de prever una catástrofe mundial por alguna pandemia como la que estamos viviendo.

Aprovechando estos días para hacer una reflexión

Dicho esto, algunas personas hemos aprovechado estos días para reflexionar un poco sobre la vida misma, más allá de nuestro día a día, de nuestra rutina, de nuestro modus vivendi y poner en contexto lo que está sucediendo en el mundo.

El tiempo y la vida

Mi reflexión en este momento  es respecto al tiempo y la vida; Es decir, el tiempo se va haciendo relativo y nuestra percepción de él, es más aletargada o más corta, dependiendo de cómo disfrutamos la vida.

Comúnmente la gente nos pregunta ¿Cuántos años tienes? Y la pregunta correcta debería ser ¿Cuántos años te quedan?, ya que los años vividos son los que ya se fueron y no los tenemos más. El tiempo está en todas partes y en ninguna. Es la forma de ser y no ser.

El tiempo es puente, pero también abismo. Desechable, inmortal. La vida está hecha de tiempo, pero así mismo es una carrera contra el tiempo. Julián Serna.

Podría escribir y profundizar mucho sobre ello en este artículo, sin embargo se perdería la esencia de lo que deseo trasmitir y encontré la mejor manera de hacerlo y es:

Citando un poema de escrito por David L. Weatherford

¿Alguna vez te has detenido a ver los niños que juegan en un carrusel?

O ¿has escuchado los rieles del tren golpeando el suelo?

¿Alguna vez has seguido y visto a una mariposa aterrizar?

O ¿al sol perderse al fondo del océano?

Más vale que te detengas, no bailes tan rápido.

El tiempo es corto, la música pronto terminará.

¿Vas por la vida corriendo de un lado para otro?

Cuando preguntas: ¿Cómo estás? ¿escuchas la respuesta?

Cuando el día termina, te echas en tu cama pensando en las miles de cosas que harás

al día siguiente.

Más vale que te detengas, no bailes tan rápido.

Le has dicho ¿alguna vez a tu hijo mañana lo haremos?

Y en tu apuro, ¿dejaste de lado su pena?

¿Alguna vez perdiste el contacto y dejaste que una buena amistad muriera?

¿Porqué no tuviste el tiempo para llamar y decir “Hola”?

Más vale que te detengas, no bailes tan rápido.

El tiempo es corto, la música pronto terminará.

Cuando corres tan rápido para llegar a un lugar, te pierdes la mitad de la diversión de llegar ahí.

Cuando te preocupas y te apuras durante el día es como botar un regalo sin abrir, La vida no es una carrera, tómatela lentamente.

Escucha la música antes de que la canción termine.

Tómate un minuto para sentir, para escucharte a ti mismo.

 

 

Ing. y MAE J. Rafael Torres Ortega

Consultor de Empresas y Ejecutivo con más de 20 años en puestos directivos

 

Foto: Especial

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