- Huauchinango
Megaproyectos destruyen patrimonio otomí y náhuatl, denuncian
Huauchinango, Pue.- Habitantes de San Pablito, en Pahuatlán y de Cuacuila en Huauchinango, denunciaron la destrucción de elementos de su patrimonio cultural por la construcción de megaproyectos, como el gasoducto Tuxpan-Tula de la empresa TransCanada en el primer caso y la autopista México-Tuxpan hecha por la compañía Ingenieros Civiles Asociados (ICA) en el segundo.
Por separado, pero durante los trabajos del Foro en Defensa de la Madre Tierra y por la Vida, los serranos alertaron la amenaza en que se han convertido los megaproyectos de la industria extractiva y energética, no sólo para las poblaciones sino también para su patrimonio cultural, su identidad y sus tradiciones.
Los habitantes de San Pablito, perteneciente a la etnia otomí, indicaron que el ducto que traerá gas natural desde el sur de Texas pretende construirse en terrenos del cerro sagrado y en donde veneran al águila bicéfala, a los cuatro elementos y a los puntos cardinales.
Para los otomíes el águila bicéfala es un personaje y un símbolo de los mitos indígenas de la creación, se asocia con el origen del universo y de la comunidad de San Pablito; creadora del Sol y de la Luna, del movimiento astral y de la proyección de la luz en la tierra.
Por estas consideraciones, dijeron, han pedido la cancelación del gasoducto de la empresa canadiense y han rechazado someterse a una consulta. “Hemos dicho no a los megaproyectos, menos en las zonas espirituales y sí a la vida”, explicaron.
Mientras que los pobladores de Cuaucuila en Huauchinango denunciaron la destrucción de la piedra de la víbora, un fósil que dataría del Periodo Cretácico, durante la construcción de la autopista México-Tuxpan.
La roca estaba en el mismo lugar donde fueron encontradas algunas puntas de obsidiana similares a las primeras herramientas que usó el hombre en algunas zonas de Europa, según Tito Romero Ávila.
La piedra de la víbora estaba por el rumbo de la cascada de Mazontla, donde también se halló la huella de un pie humano de unos 35 o 40 centímetros de longitud, plasmada en la roca, así como algunas flechas de obsidiana y otros objetos posiblemente de la era Arcaica.
La piedra de la víbora tenía paredes lisas en las que fueron talladas unas espirales, hechas por culturas ágrafas del Neolítico.
Por esta razón dijeron las comunidades indígenas otomí y náhuatl se mantendrán en “pie de lucha” para exigir la cancelación inmediata de los proyectos de muerte como minería, gasoductos, fractura hidráulica, hidroeléctricas, proyectos turísticos de devastación, entre otros.
Y urgieron a la organización para la defensa comunitaria de su patrimonio cultural y la preservación de su lengua.