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Cinco de Octubre, la colonia que emergió del desastre en Huauchinango

El fraccionamiento recibió a los damnificados por las lluvias de 1999. Sus habitantes recuerdan que desde entonces “no acaban de encontrar su lugar en este mundo”.

Huauchinango, Pue.- Aunque han pasado 17 años desde la noche en que las lluvias que iniciaron el 5 de octubre de 1999 los dejaron sin nada, los colonos que habitan el fraccionamiento -del mismo nombre en Huauchinango- al que fueron reubicados, “no acaban de encontrar su lugar en este mundo”.

Muchos de ellos, apenas el año pasado lograron escriturar la casa que en ese entonces les construyó el Instituto Poblano de la Vivienda y que les entregaron unos 3 años después del desastre causado por la depresión tropical número 11 en la Sierra Norte del estado.

Otros cuentan las historias de cómo además de enfrentar el dolor por las pérdidas, han tenido en algún momento que enfrentar a grupos de vivales que, sin escrúpulos, quisieron vender las casas que les habían asignado en la colonia ubicada al sureste de la cabecera municipal de Huauchinango, además de que a la fecha carecen de información para enfrentar, de manera adecuada una contingencia similar a la que les cambió la vida.

El “diluvio” del 99

Nosotros llegamos a la colonia 5 de Octubre por lo que pasó en el “diluvio” del 99. Fue una cosa espantosa. Fue muy impresionante. Pasamos muchas depresiones, vivimos en el albergue durante un año y gracias al gobierno que nos volvió a reubicar y darnos esta casita, porque desafortunadamente perdimos la nuestra, vivíamos debajo de las instalaciones de Pemex, donde se desgajó el cerro y se llevó nuestra casa y por lo que nos pasó sabemos qué hacer en esos casos, pero nada más correr, cuenta doña Engracia.

En aquel entonces no paraba de llover. Mi esposo no estaba en ese momento en casa, se encontraba ayudando a otras gentes, cuando él llegó por nosotros en una camioneta empezamos a subir las cosas más indispensables que creíamos: ropa y nuestros documentos personales y ya para subir la última caja de cartón con ropa, oímos un tronido, como si hubiera explotado algo. El ruido fue muy fuerte, nos quedamos parados, cuando nos dimos cuenta venía bajando por el camino un río de lodo que pasó a traer la camioneta donde estábamos subiendo nuestras cosas. Vimos como a la camioneta se la tragaba la tierra y hasta allá, a lo lejos, se detuvo por un árbol. Desde ese entonces en el albergue nos enseñaron qué hacer antes de que pase algo o cuando está pasando y con quién nos debemos dirigir en caso de que estemos en peligro.

Engracia y otras de sus vecinas coinciden que vivir un año en un albergue es una experiencia poco recomendable. Si con la familia se llegaron a sentir como “arrimados. Imagínese con desconocidos”, agregan.

En ese entonces los damnificados fueron pocos, comparado con lo que sucedió hace unos días y aun así el gobierno tardó tres años en entregar las casitas de 90 metros cuadrados, con techos de lámina, en una colonia donde no había agua, nada de calles pavimentadas, ni alumbrado público, ni escuelas, ni unidades deportivas. “Pero eso era mejor que no tener nada”.

No llegaban las “micros”, había sólo atascaderos de lodo. Entraban por  la colonia Aurora Roja. “Sufrimos mucho junto con los de las “micros”, tratábamos de apoyarlos para que vinieran por nuestros hijos o por los que se iban a trabajar”.

Líderes aprovechados

Unos cuantos años después, refieren, aparecieron los líderes en la colonia, primero para buscar que se les dotara de servicios, luego quisieron aprovecharse y vender algunas de las viviendas asignadas a los afectados en la Colonia 5 de Octubre. “Mucha gente les entregó sus ahorros y ellos les dieron papeles falsos” que no tenían ningún valor ni ante el Ayuntamiento ni ante el Instituto Poblano de la Vivienda.

“Ya ve, nunca faltan los que quieren aprovecharse de la desgracia de otros”, agregaron.

Los documentos tenían datos encimados en el número del lote y la manzana, hasta falsificaron las firmas de los ex alcaldes Salvador Morgado Hernández y Carlos Miguel Ignacio López a quienes les tocó gestionar y entregar las casas que habían sido asignadas sólo a las víctimas del huracán Micht desde 1999.

Sin embargo, aunque no había nada qué vender, existían varias casas desocupadas: “por ejemplo: Aquí una señora que vivía en Rincón de la Cruz cuando las lluvias, en ese tiempo su mamá se enferma de cáncer y como le tenían que hacer las quimioterapias en México, y le costaba tiempo y dinero estarla llevando y trayendo, cerró la casa que le entregaron. Se fue a México y allá consiguió trabajo como sirvienta y le resultó más cómodo quedarse por allá, junto con su mamá, confiada en que tenía su patrimonio aquí en Huauchinango. Pero al poco tiempo se enteró que la estaban vendiendo, a pesar de que ella tenía un contrato de donación del Ayuntamiento.”

Después hubo otras irregularidades, y todos suponen que se estuvieron falsificando algunos de esos documentos. Hubo algunas personas que fueron engañadas, que entregaron dinero, que se hicieron la ilusión de que ya tenían una casa, pero a la hora de ir a escriturar solo les validaban el contrato de donación.

En las mismas

La Colonia 5 de Octubre es un conjunto de casas precarizadas. Son pocos los habitantes que le han podido hacer alguna modificación a la construcción que les entregó el gobierno. Muchas están cercadas con alambres de viejos colchones que se fueron deshaciendo. Otros no han podido cambiar las láminas de cartón con las que se las dieron.

Sólo la instalación del Instituto Tecnológico Superior de Huauchinango -que hace unos días sirvió de albergue a los damnificados de la tormenta tropical Earl-, le cambió un poco la cara a este rumbo: pavimentaron el acceso y empezaron a llegar de manera frecuente los transportes colectivos.

Para la pavimentación de las calles les pidieron 5 mil  250 pesos por casa.  Mucho dinero. Ya que la mitad de la calle le corresponde al Tecnológico.

Ahora el drenaje es insuficiente, en ocasiones se tapa y brotan las aguas negras por las pocas alcantarillas que hay.  

Requieren una caseta de vigilancia de la policía, ya que la mayoría ha sido víctima de la delincuencia.

Por las lluvias del 99, recuerdan, creció el número de personas que migraron de la zona hacia los Estados Unidos. Pero también, como ahora, hubo otros que se aprovecharon de lo acontecido: los que manejaron la entrega de despensas y materiales con favoritismo electoral. Algunos hasta fueron de acarreados a mítines políticos, ya que al año siguiente hubo comicios federales para elegir diputados, senadores y presidente de la república, igual que ahora.

Entre algunos hay resentimiento y coraje con personas que han llegado a vivir en esta colonia pues la encuentran, como dice el dicho, como un plato servido. “Ya hay agua, hay luz, hay “micros”, ya casi hay todos los servicios, nos da coraje porque es la gente que menos nos apoya y gente que no vive aquí, es la que nos da coraje, porque nosotros pasamos carencias. Hasta nos íbamos a lavar al río que esta acá abajo”.

Y también hay gente que vive aquí a la que no le pasó nada: ellos no fueron damnificados, vivían en lugares planos, sin embargo también les tocó una vivienda y, “es injusto, porque hay personas que en verdad lo necesitaban y que perdieron todo y no les tocó casa. Debieron haber investigado bien quiénes lo necesitaban. No que se enteraron de que nos iban a dar el terreno y se metieron al albergue y duraron como 8 días ahí y ya les tocó. Eso es injusto”, relatan, sin decir los nombres de aquellos que se beneficiaron con ese desastre natural.

A 17 años, los colonos con los que hablamos piden:

-Que se investigue nuevamente quiénes son realmente damnificados de las lluvias de octubre de 1999 y si no lo son, que les den la casa a los que en verdad lo necesitan.

-Que las autoridades sean justas en la repartición de los programas del gobierno, ya que las promotoras se aprovechan de los mismos y no se entregaron a quienes realmente lo requerían.

-Que se impida la venta, traspaso o renta de las casas de esta colonia.

A la gente todavía se le quiebra la voz cuando hablan de lo vivido. Se llenan sus ojos de lágrimas. Dicen que las del 99 son heridas que llevarán el resto de sus vidas.

Hace 17 años, recuerdan, vino el que era el presidente de la República Ernesto Zedillo regalando esperanzas como si fueran dulces, dando la mano a los damnificados, pero los recursos para resarcir los daños no fueron suficientes.

Foto: Presidencia de la República

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