Zacapoaxtla, Pue.- Los casos de violencia y acoso escolar, también conocidos como bullying, pueden tener su origen desde el hogar, cuando el menor agresor es testigo de un hecho violento que involucra a sus familiares, afirmó el supervisor escolar de la zona 21 de educación especial, Vitaliano Flores Chávez.

El también psicólogo y terapeuta familiar diferenció los conceptos violencia y acoso, esto dentro de un entorno escolar, ambos considerados como bullying.

De esa manera, precisó que la violencia puede tener su origen cuando el joven agresor es testigo de una pelea o discusión entre sus padres o tutores, situación que altera sus niveles de estrés y violencia.

Así, al día siguiente cuando llega a la institución educativa, busca descargar sus emociones, o “desquitarse”, con cualquier niño o niña.

Mientras tanto, dijo que el acoso es permanente, lleva un proceso en el que habrá violencia física, psicológica o moral, aquí, el atacante tiene definido a quién lastimará, molestará o humillará, y esta situación seguirá permanentemente.

“Hay un compañero que me dice algo y con él me desquito y le pego, es una violencia, es una agresión, pero es pasajera, es de momento, este niño no trae una historia de ser agresivo constante, repetitivo, ni con un mismo niño nada más, se dio por el momento, esa es la violencia o la agresión pasajera”, abundó.

Así mismo, detalló que cualquier caso, de acoso o violencia, requerirá de tres elementos: quien la provoca, quien la vivie y quien es testigo u observador, quien a su vez por no denunciar se convierte en cómplice agresor.

En ese sentido, afirmó que el observador tuvo que haber neutralizado el abuso o enfrentamiento violento a través de la denuncia, pues además, de esa forma, se propiciará un ambiente sano y cordial entre los estudiantes en cuestión.

Finalmente, consideró que la prevención del bullying es responsabilidad de toda la comunidad escolar, que involucra  a los alumnos, docentes, administrativos y supervisores, además de los padres de familia o tutores.

También recomendó que en casos extremos, es imperativo acudir con algún terapeuta, psicólogo o incluso un psiquiatra, para descartar cualquier situación que en un futuro pueda repercutir un riesgo no solo para el colegio, sino para la sociedad.