Petlalcingo, Pue.- Desde hace un siglo la familia de Jovita Ramírez Vergara conoce el oficio de hacer pan, sin embargo fue con sus hijos que la tradición cruzó la frontera de México con Estados Unidos.  

Primero fueron sus abuelos Josefa y José, luego sus padres Nabor y Luisa, después ella y al final sus descendientes, quienes decidieron dedicarse a crear con sus manos las piezas que cada mañana y noche se sirven en las mesas de cientos de personas.

Aunque sus tres herederos se recibieron como abogado, dentista y contador, decidieron hacer su vida en Nueva York y abrir una panadería “donde les va muy bien”.

A ellos no les gustó ejercer sus profesiones, por lo que prefirieron aprender a hacer el pan y unirse para tener su negocio, destaca Jovita.

Es en esta temporada del año cuando su panadería se llena del aroma que recuerda a las ofrendas, y que sus hijos se llevaron a la Gran Manzana: el de las hojaldras.  

A sus 80 años, Jovita y su esposo Enrique Aguilar Morales mantienen la elaboración artesanal de pan hecho en horno de ladrillo, tal y como se lo enseñaron cuando era niña.

Aunque es maestra de profesión, y ejerció durante 38 años, su corazón siempre estuvo en la panadería.  

Para los días de muertos, se prepara con mucha anticipación por lo que llena su bodega con materia prima para luego salir a las comunidades a repartir su pan de conejito, que es para la ofrenda de los niños, mientras que el de canela y ajonjolí es para los difuntos adultos.  

“Se trabaja mucho y se gana poco, porque apoyo a los comités de muchas escuelas a quienes se les vende por mayoreo y a un precio bajo, el pan de canela que cuesta 40 pesos lo vendemos a 25 para ayudar a la gente pobre y a las instituciones escolares”, aseguró.

Jovita ha sido mayordoma por más de 7 años de todas las imágenes del pueblo y también fue tesorera municipal, pero juró no volver nunca ocupar un cargo político, porque la gente critica mucho a los funcionarios.