Son muchos los municipios conurbados a la capital poblana los que en últimas fechas se han visto abarrotados, más allá de lo normal, por menores adolescentes entre 10 y 17 años que fueron deportados de Estados Unidos en los últimos meses. Sólo hay que visitar un domingo algún zócalo de San Andrés o San Pedro Cholula, de Cuautlancingo, Atlixco, Izúcar de Matamoros, entre otros, donde decenas de jóvenes repatriados se pasean por las calles sin tener un rumbo definido.

El “look” tradicional que identifica a estos menores es obvio, los tenis de marca, los pantalones de mezclilla aguados y a media cadera, las camisetas talla grande, largas, los múltiples tatuajes, la gorra y por supuesto el corte de cabello característico de las comunidades de hispanos en California o Nueva York.

Y no por nada, hace unos días el Instituto Nacional de Migración informó que el estado de Puebla se mantiene dentro de los primeros cinco lugares en las cifras de repatriación de niñas, niños y adolescentes por parte de las autoridades migratorias de Estados Unidos, con 96 menores regresados a Puebla tan sólo entre enero y abril de éste año.

Estas cifras deberían representar un foco de atención para las autoridades en Puebla pues aunque muchos de estos menores fueron detenidos mientras cruzaban la frontera entre México y Estados Unidos, también hay casos de adolescentes que vienen deportados desde lugares como el ya famoso “East L.A” es decir la zona este de Los Ángeles en California, Queens o el Bronx en Nueva York, zonas que se caracterizan por el predominio de pandillas.

Y mientras el Sistema Estatal DIF asegura que el número de niños poblanos que buscan la manera de llegar a los Estados Unidos ha disminuido y plantea como alternativa la concientización de los menores para que ya no vean a la Unión Americana como  su alternativa para una mejor vida, la realidad es muy diferente.

Como en su momento lo reconoció el Sistema DIF Nacional los menores repatriados provienen, en su mayoría, de ambientes sociales en los que prevalece una frágil o ausente integración familiar que se caracteriza por tensión, maltrato y abusos que los orillaron a buscar el sueño americano. Y su pobreza es una condición de vida formada por carencias en educación, salud, vivienda, alimentación y trabajo que les impide contar con un proyecto de vida, incluso en su comunidad.

Lo anterior hace muy difícil que sólo sea a través de la conciencia que una autoridad pretenda disminuir el fenómeno migratorio que prevalece en la niñez y adolescencia de muchos municipios poblanos, incluso los más desarrollados como el de Puebla en cuyas juntas auxiliares las oportunidades de educación y trabajo para este sector de la población no son las mejores.

Los datos duros

En 1995  el Sistema Nacional DIF puso en marcha el Programa Interinstitucional de Atención a Menores Fronterizos en conjunto con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Para 1998 ya se tenía el registro de 8 mil 660 menores de edad que eran atendidos por éste programa luego de ser repatriados por parte de las autoridades migratorias de Estados Unidos y que viajaban solos en su intento por cruzar la frontera norte de México.

Ya para el año de 2007, el programa de la Secretaría de Relaciones Exteriores y el DIF nacional reportaban 20 mil 287 niños y niñas mexicanos que fueron deportados. Tan sólo en lo que va de éste 2014 y en un registro que sólo contempla a los meses de enero a mayo Relaciones Exteriores ya registró a 7 mil 847 menores de edad que fueron repatriados por Estados  Unidos a nuestro país. Están por sumarse las cifras de los miles de menores de edad que ya abarrotaron los albergues estadunidenses en estados como Arizona y Texas.

El Programa Interinstitucional de Atención a Menores Fronterizos contempla un Sistema Único de Información de Menores Migrantes y Repatriados  a través del cual estados como Puebla que son considerados como expulsores de poblanos a Estados Unidos y de tránsito por los migrantes provenientes de centro y sudamerica hacen campaña para la promoción de derechos y riesgos de los menores en su viaje rumbo al tan anhelado “sueño americano”.

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