- Huauchinango
Promueve Fonart fuentes de empleo para mujeres de Naupan
Naupan, Pue.- Dos importantes, aunque modestas fuentes de recursos para la economía del municipio de Naupan, en la sierra norte de Puebla, serán impulsadas a través de los talleres de capacitación que proporcionará a bordadoras de ropa y tejedoras de cestería en tzanica, el Fondo Nacional para el Fomento de las artesanías (Fonart).
En el Programa de Capacitación Integral y Asistencia Técnica que será impartido a 50 mujeres indígenas de la demarcación que inició este 30 de junio por gestión de la diputada federal Guadalupe Vargas, tiene el objetivo de que las artesanas adquieran nuevas técnicas que les servirán para mejorar la calidad de sus productos.
El curso será impartido por Diana Villeda Cruz técnica de Fonart especializada en textiles, quien pretende inyectar un plus a los artículos elaborados tradicional y magistralmente por las habitantes de este municipio serrano, algunas de las cuales se han organizado en cooperativas en las que fabrican blusas y camisas de manta bordadas, rebozos y fajas en telar de cintura.
Además a mujeres de Iczotitla y Cosolapa, casi en los límites con Pahuatlán, donde la mayoría lo mismo teje cestería en tzanica, que las leyendas en torno a la labor que han convertido en una forma de socializar y organizarse en cooperativas como la denominada Xochimeahuetl o “flor que florece”, se les dará un curso especial.
La tzanica, explicó Estela Cardona Montes, una de las artesanas, se recoge a la orilla del río cuando está verde, algunas mujeres tienen que caminar más de tres horas para poder cortar la materia prima con la que elaborarán sus piezas únicas: no hay un cesto que se repita.
Mientras los hombres trabajan en el campo, en el cultivo de cítricos y café, las mujeres ayudan a la manutención de sus familias tejiendo la cestería de carrizo que más tarde venderán en los tianguis de lugares cercanos como Huauchinango o Xicotepec .
La organización ha permitido a las mujeres comprar una buena cantidad de tzanica y almacenarla, pero como la compran verde tienen que esperar tres meses para que se seque y poder trabajar con ella.
“Esperamos hasta que cambia de color y se pone amarilla. Si yo hago un florero, primero corto las tiras de tzanica y ya cuando las tengo, las lavamos, luego las machacamos con una piedra lisa y una bolita, después las volvemos a remojar y les quitamos todo lo de adentro y luego cortamos otra tira como de 10 o 12 metros de largo y ahí empezamos a elaborarlas con ayuda de un molde al que le llamamos banco de madera y empezamos a tejerlo”, refierió.
Además usan jonote para darle la terminación a los chiquihuites, que también cortan fresco: ya después se limpia y se pone a secar y se pone a remojar para dar el acabado.
Pero la parte más difícil, dice, es la venta, porque aunque a los mercados llevan canastos de diferentes clases y tamaños, los clientes siempre “quieren barato y entonces tenemos que caminar y ranchar hasta donde lo podamos vender mejor”.
Las artesanas se quejan además de la competencia desleal que representa para ellas la abrumadora presencia de productos chinos: “muchas veces, como nos han comentado, hay más productos chinos que los que produce México, y estos que tanto trabajo que nos ha costado elaborarlos, no los valoramos, sino que queremos comprarlos baratos. Queremos que nos compren nuestros productos, lo hacemos a mano, no de fábrica. Queremos que nos apoyen como indígenas y mexicanos. Para mi es mi orgullo ser artesana, hacer lo que me enseñaron mis padres y mis abuelos, y quiero que no se pierda mi cultura”, afirmó Estela.