- Huejotzingo
Perdura en la Sierra Norte celebración a Atlanchane en Día de la Santa Cruz
Domingo, Mayo 4, 2014 - 14:38
Se trata de una tradición para pedir a la habitante del agua que junto con el aire traiga los relámpagos y termine la sequía.
Huauchinango, Pue.- Ramos de flores, vasos y botellas con aguardiente, chocolate, tabaco, hojas de papel de china, ceras blancas y amarillas, una cruz de xochimakpali o flor de mano, adornan los manantiales en la sierra norte de Puebla para pedir a Atlanchane –habitante del agua-, que junto con el aire traiga los relámpagos y termine la sequía.
Adoptada como la celebración de los albañiles, la fiesta de la Santa Cruz es, originalmente entre los pueblos nahuas, una celebración orientada a los nacimientos de agua para terminar con la temporada de secas que tiene su punto culminante precisamente en el mes de mayo y al mismo tiempo una manifestación de resistencia en la lucha para preservar su cultura.
La sirena Atlanchane, “es la que provoca los relámpagos, es la que nos trae el agua, porque relampaguea cuando mueve su colita. Como ahorita que no relampaguea, en tiempo de seca no hay ni para tomar, es porque se va a tlasintla (abajo). Así que se le debe comprar todo lo que pide, aretes, anillos, medallas, una canasta y se le lleva pollo, pan blanco, papel blanco, fruta”, explica Rubén Díaz, artesano de Pahuatlán.
Por su parte, René Esteban Trinidad, lingüista egresado de la Universidad Veracruzana Intercultural, explica que la bendición del agua y la cruz es una fiesta importante también para los pueblos de las etnias totonaca, tepehua y ñuhús, por el carácter sacro que le infunden a los dos elementos.
“En esta fiesta, la gente que posee en su terreno un manantial o canin hual yoliatzintli, cuya traducción es donde fluye el agua; le lleva una ofrenda, le echan cohetes, le encienden veladoras y cantan sones de costumbre. Algunos sólo ponen una cruz pintada en las azoteas de sus casas, con un listón blanco y en el manantial donde sacian su sed”, añade.
La fiesta, se ha ido transformando, por ejemplo la cruz ya no se hace de flores, sino de metal y a veces no le ponen ninguna ofrenda, explica.
Sin embargo, tanto en la Sierra Norte como en la Huasteca, el día de la Santa Cruz, sirve como cohesionara de la comunidad y fomenta la participación social, pues “desde un mes antes buscan a los padrinos de la cruz. El festejo es colectivo y se prolonga por una semana, porque visitan todos los manantiales”.
En algunas poblaciones, en el día grande todos sus habitantes se reúnen en la casa del padrino para convivir y compartir la comida consistente en tamales de alberjón y mole con carne de puerco, agrega René.
En algunas comunidades, agrega, como Cuacuila y Xilocuautla en Huauchinango, se da de comer “pichi” –que se prepara poniendo a hervir maíz con panela-, a las herramientas agrícolas como el azadón, el machete, el hacha. “Junto a la ofrenda al manantial se pone un plato de pichi a las herramientas para que lo coman. Esto es muy común en los pueblos huastecos”, dice.
El día de la Santa Cruz es un culto muy extendido entre los pueblos indígenas para los que el agua no sólo sirve para fines prácticos de subsistencia, sino que forma parte de su cosmovisión en torno a los dueños del mundo o itekome en náhuatl, dice la antropóloga Eliana Acosta Márquez, estudiosa de la tradición en Atla, municipio de Pahuatlán.
Eliana coincide con René en que la Fiesta de los Manantiales ha tenido modificaciones. Para ella, se dieron a partir de la década de los 70 cuando la diócesis de Tulancingo puso en marcha un “programa de evangelización” que tuvo como objetivo “cristianizar a los pueblos de la región que, según ellos, presentaban rastros de idolatría”.
Según la antropóloga, los sacerdotes y catequistas, difundieron la idea de que “no es necesario darle sus regalos a Atlanchane, sino más bien lo que se requiere es ofrecer una misa a Dios y, en particular, a Jesucristo, el día de la Santa Cruz.
El mayor cambio, respecto a la fiesta de la Santa Cruz es la ausencia de los tlamatkime sabios o adivinos en el ritual, ellos eran los encargados de dirigirlo y es a esta situación a la que los pobladores de Atla atribuyen la escasez del agua, refiere.
Pese a ello, este 3 de Mayo, en diversos pueblos de la sierra se le dio su chocolatito a los manantiales, se rindió tributo al agua, se llevaron cruces a los huertos y la misma ofrenda se colocó en forma de cruz, señalando los puntos cardinales y representando a la madre tierra, al agua, al sol y al aire.