San Martín Texmelucan, Pue.- Este miércoles se cumplen ocho años del incendio que cobró la vida de 30 personas, producto de una toma clandestina a escasos kilómetros del Complejo Petroquímico Independencia de Pemex.

A casi una década, el problema no se resolvió, por el contrario, ahora Puebla y en especial San Martín Texmelucan, ocupan el primero lugar en número de tomas clandestinas.

Este delito inunda a toda la región desde Tlahuapan hasta Huejotzingo, donde en lo que va del 2018 se han registrado más de una docena de fugas, además de asesinatos y enfrentamientos entre las autoridades y ladrones de combustible.

La tragedia sigue más viva que nunca y los habitantes de la zona sienten el mismo miedo que los invadió la mañana del 19 de diciembre del 2010 cuando la calle 11 de noviembre se envolvió en llamas, matando a 30 personas y dejando lesionadas a otras 50.

Hoy los familiares de las personas que fallecieron realizaron algunos rosarios en las capillas construidas en esta zona, denominada cero,  tras la tragedia.

Minutos antes de las 10:00 horas el Ayuntamiento realizará una ceremonia luctuosa y por la tarde los deudos realizarán una misa.

Numeralia del 19 de diciembre 2010

De acuerdo con las cifras oficiales, en el incendio 30 personas perdieron la vida, 52 resultaron lesionadas.

Además, 34 viviendas fueron consideradas pérdida total, 140 con daños parciales, 72 autos quedaron calcinados y varios kilómetros del Río Atoyac fueron afectados.

Petróleos Mexicanos reportó que entregaron 329 millones 822 mil 256 pesos por concepto de indemnizaciones a lesionados, fallecidos, atención a la emergencia ambiental y apoyo al municipio.

El incendio afectó la estructura de dos puentes: El Puente Atoyac y el Puente Rojo, este último fue el más dañado, y por precaución se tomó la decisión de demolerlo, lo que cortó temporalmente una de las principales rutas de acceso al municipio.

La reconstrucción del Puente Rojo tuvo una inversión de 25 millones de pesos, según informó Pemex.

Sin embargo, la tragedia en Texmelucan no es un recuerdo, sino la advertencia constante de riesgo por la falta de control que existe en la zona inundad por el huachicol.

Fotografías Cecilia Espinoza

clh/es