A partir de esta semana, Estados Unidos ha comenzado a aplicar aranceles del 25% a todas las importaciones de acero y aluminio, lo que marca una nueva fase en la guerra comercial que el presidente Donald Trump ha impulsado desde el inicio de su mandato. Este movimiento, que afecta a varios de los principales socios comerciales de EE. UU., refuerza su política de "América Primero" y promete generar repercusiones en las cadenas de suministro globales.

Canadá se lleva la peor parte en este nuevo paquete de aranceles, ya que es responsable de la mitad de las importaciones de aluminio y el 20% del acero que Estados Unidos recibe, según la consultora EY-Parthenon. Para este país, el impacto será significativo, ya que la industria de ambos metales es crucial para diversos sectores estadounidenses, desde la automotriz hasta la aeronáutica.

Sin embargo, otros países también sentirán los efectos de estas nuevas medidas. México, que es el tercer proveedor más grande de acero para Estados Unidos, también verá cómo sus exportaciones se ven gravemente afectadas. A pesar de que su participación en las importaciones estadounidenses es menor en comparación con Canadá y Brasil, las interrupciones en la cadena de suministro podrían ser inevitables debido al ajuste de estrategias de los compradores en EE. UU. Brasil y China, aunque no son tan relevantes en cuanto a volumen total de exportaciones, también sufrirán las consecuencias.

Trump, desde su regreso a la Casa Blanca, ha utilizado los aranceles como una herramienta de negociación para presionar a otros países y fomentar la reubicación de empresas en EE. UU. Además, ha justificado esta política como una forma de proteger los intereses económicos y laborales del país. En sus primeros años de mandato, ya había implementado tarifas similares, pero ahora la medida afecta de manera más amplia y sin excepciones, lo que podría tener un impacto más duradero en la economía global.

Otro elemento clave en esta escalada arancelaria es la acumulación de tarifas: los nuevos aranceles del 25% se sumarán a los ya existentes. Esto incrementará el costo de los productos importados, afectando principalmente a sectores como el automotriz, la petroquímica, y productos de consumo básico como las conservas. Los sectores que dependen de estas importaciones se enfrentan a la posibilidad de aumentos en los precios, lo que podría trasladarse directamente al consumidor estadounidense.

Aunque la medida se justifica como un intento de fortalecer la industria nacional y reducir la dependencia de importaciones, los efectos secundarios son evidentes. En el caso de China, México y Canadá, las nuevas tarifas no solo afectan a las industrias manufactureras de estos países, sino que también se han convertido en un punto de fricción política. Trump ha acusado a México y Canadá de no hacer lo suficiente para combatir la migración ilegal y ha señalado a China por no frenar el tráfico de fentanilo, un narcótico que ha empeorado la crisis de opioides en EE. UU.

Por lo tanto, aunque los aranceles pueden servir para fortalecer ciertos sectores en EE. UU., también están dejando en evidencia la vulnerabilidad de una política comercial más agresiva. Los países afectados ya están buscando alternativas para diversificar sus mercados y evitar el daño económico, pero las implicaciones de esta política podrían sentirse por un largo tiempo en términos de costos, empleo e incluso en las relaciones diplomáticas.

¿Quieres saber más sobre lo que está pasando en Puebla hoy? ¡Sigue explorando nuestro sitio para mantenerte informado!

foto cortesía 

xmh