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La Corte: ¿Adiós a la justicia independiente?
La crisis en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ha escalado a niveles alarmantes. La institución que alguna vez fue baluarte de justicia y autonomía hoy enfrenta un ambiente de desolación, abandono y desconcierto a causa de una reforma cuyos efectos nadie comprende a cabalidad, ni juristas ni investigadores ni especialistas ni mucho menos la sociedad.
El orgullo de ser parte de la SCJN se desvanece. Antes era una meta profesional, un trabajo que se sustentaba en el mérito y la preparación y ahora se percibe como un espacio degradado donde la mediocridad y la sumisión pesan más que el conocimiento y la experiencia, que ha dejado en el desamparo a quienes han dedicado su vida a estudiar y perfeccionarse para los exámenes y retos judiciales.
Lo terrible es que la 4T le hizo al Poder Judicial lo mismo que al Poder Ejecutivo al eliminar de tajo el servicio profesional de carrera, ahora solo llegan cuates y compadres con un enorme apetito de robar, algo de lo que se encargó la flamante secretaria Raquel Buenrostro de lo que era la Función Pública.
Simulación y exclusión
Ahora todo es como un juego de kermes, incluyendo la selección de jueces y magistrados y su acción en la impartición de la justicia. Un ejemplo de la descomposición es la supuesta tómbola para seleccionar jueces, un mecanismo que debió ser transparente e inclusivo resultó una simulación. Hubo un filtro que no se aplicó de forma exhaustiva para identificar a mujeres en situaciones vulnerables, como lactancia o cuidado de hijos con discapacidades para que sus posiciones fueran excluidas del proceso de selección, sin embargo, dejó fuera a muchas mujeres en esa situación. ¿Qué ocurrió con el feminismo que la reforma pregona? Lo que debió ser una política de fondo, acabó en un espectáculo de forma.
La comunicación en los pasillos refleja frustración y desencanto. La prioridad para tender a los sectores más vulnerables se ha convertido en una tarea secundaria. El debate de ponencias, que siempre se había basado en las reglas y preceptos jurídicos más altos, predominando la razón y la legalidad, ahora es dominado por la polarización y se rompen las reglas no escritas de respeto y colaboración que antes sostenían al Poder Judicial.
Vemos ministras y ministros que actúan bajo consigna partidista y órdenes del jefe del Ejecutivo. El caso más evidente y penoso es la magistrada Lenia Batres, a quien en más de una ocasión le han tenido que explicar qué es el Poder Judicial, la Corte y sus procedimientos, mientras ella, con presupuesto del erario hace campaña en favor de Morena.
¿Adiós al respeto y la autonomía?
La escena se vuelve más surrealista con el episodio protagonizado por la ministra Batres y sus colaboradores, que en sesión del Pleno gritaron arengas a favor de la reforma, confrontando e intimidando a empleados. ¿Dónde queda el respeto a la figura del ministro y al espíritu de la justicia? Estas actitudes evidencian una falta de decoro y la intención deliberada de erosionar la autonomía y la solemnidad de la Corte.
Pero no solo es ella, están Loretta Ortiz y la magistrada pirata Yazmín Esquivel, ambas con fuertes vínculos familiares y de activismo político con Morena y el Ejecutivo. Loretta fue compañera de lucha de AMLO y, su finado esposo fungió como Fiscal Especial para Delitos Electorales, una útil mancuerna, más para personajes como Pío López Obrador, quien, aunque fue captado recibiendo dinero en efectivo para la campaña de su hermano, al final resultó una blanca paloma. O Esquivel cuyo marido es de los principales contratistas de la 4T y fue asesor de AMLO.
Una Corte desdibujada
De continuar este rumbo, en diez años tendremos una SCJN desdibujada, sometida al Poder Ejecutivo y reducida a simple tribunal servil, una vergüenza a nivel mundial. Los jueces, seleccionados por el “pueblo sabio”, dictarán sentencias no conforme a la ley, la autonomía o el criterio jurídico, sino a la sombra de un “tribunal de disciplina judicial” que los supervisará para que se acaten los caprichos del presidente en turno.
No será un sistema judicial, sino un sistema de control. Los ministros decentes y preparados no tendrán cabida en este esquema. El conocimiento no será suficiente porque la sumisión y la lealtad política serán las nuevas cartas credenciales.
El final de una era
Un conocido ministro alguna vez me comentó: “Presidentes van, presidentes vienen y nosotros aquí seguimos”. Esa estabilidad, alguna vez símbolo de la fortaleza de la Corte, ya no existe. El diseño actual de la reforma constitucional que permite a los tres poderes nominar candidatos no garantiza pluralidad ni independencia. Según lo que hoy establece nuestra Constitución, si cada Poder nomina a tres candidatos para nueve vacantes, las decisiones recaerán exclusivamente en quienes controlen el Congreso y el Ejecutivo. En otras palabras, el dedazo será institucionalizado.
La SCJN está en peligro de convertirse en una extensión del poder político y con ello México perderá uno de los pilares fundamentales de su democracia.
¿Podrá revertirse este proceso o es el comienzo del fin de la justicia independiente?
Lo que queda claro es que habrá impunidad y libertad para la represión, los derechos humanos se borrarán y la sociedad quedará en un total estado de indefensión.
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Columna de Manuel Díaz en SDP Noticias
X: @diaz_manuel
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