El América, vigente bicampeón del futbol mexicano, tiene la obligación encima de, no sólo mantener su gran nivel futbolístico (todo un reto en sí mismo), sino que también de abandonar su casa por dos años, con motivo de las remodelaciones al Coloso de Santa Úrsula con motivo de ser, por tercera vez, anfitrión de una copa del mundo.

Mucho se ha debatido, comentado y especulado, acerca de dónde debería jugar como local durante ese lapso de tiempo (cuatro torneos de liga), que si el de la Ciudad de los deportes, que si Ciudad universitaria, que si Querétaro o Toluca, que si andar de tour por las principales plazas del país e incluso algunos partidos en los Estados Unidos... en fin.

Pero para el que esto escribe hay solo un estadio que es el ideal, ya dos veces mundialista (70 y 86) y sede también de Juegos Olímpicos en 1968, con dos espectaculares remodelaciones, una para el mundial de 86 y la otra en 2015, que dejaron al Coloso de Maravillas, como también se le conoce, con un aforo de 51 mil espectadores, con estacionamiento suficiente y vialidades óptimas. Este inmueble, propiedad del gobierno de Puebla, que además, con un club ‘de la franja’ (el Puebla) con un nivel bajo los últimos años, ha estado claramente subutilizado.

Jugar en Puebla es más accesible para la afición americanista de la CDMX qué Querétaro y Toluca, y mucho más cómodo que Ciudad universitaria y la Ciudad de los deportes, además de que para los del resto del país que gusten de ir a ver jugar al conjunto de Coapa, se localiza Puebla al centro del país, relativamente accesible para las demás entidades federativas.

Para Puebla traería beneficios económicos, al aumentar el turismo de fin de semana hacia la Angelópolis y de paso a los nueve ‘pueblos mágicos’ de ese estado. Espectacular estadio pues, sería pienso, la casa provisional ideal para el América de aquí a que finalice el mundial ‘T-MEC’ 2026 (México, Estados Unidos y Canadá).

Columna de Ginés Sánchez en SDP Noticias

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