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El sionismo y la crisis en Medio Oriente

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Israel rivalizó con países árabes vecinos e inició una serie de guerras de conquistas que culminarían con la ocupación de la Franja de Gaza y Cisjordania

En medio de la guerra que tiene lugar en el Medio Oriente, decenas de países alrededor del mundo han expresado inequívocamente su repudio a Hamás, a la vez que han reiterado su apoyo incondicional a Israel. En este contexto, millones de personas se han sumado a la fraternidad con el pueblo judío.

Sin embargo, sí que conviene dibujar matices en el entendimiento de la relación entre el Estado de Israel y los judíos. A manera de apunte histórico, el Estado de Israel fue fundado en 1948 con el objetivo de ofrecer un país a millones de judíos que habían sido desplazados de Europa desde finales del siglo XIX. Tras el mandato británico de Palestina, y con el objetivo de dar contenido a la declaración Balfour, miles de judíos europeos iniciaron el éxodo hacia una nueva tierra. Primero, bajo la protección de Londres, y más tarde, bajo el cobijo de un nuevo Estado.

La ideología política caracterizada por el apoyo a la creación y consolidación de un Estado judío (nótese la diferencia entre Estado y nación, el primero comprendiendo fronteras, un gobierno y fuerzas armadas) ha sido históricamente conocido como el sionismo, inicialmente surgido en el siglo XIX, y que alcanzó su materialización política con la creación del Estado de Israel en 1948.

El concepto de “sionismo” se diferencia claramente, por tanto, de cualquier referencia al pueblo judío en su acepción religiosa, o si se quiere, nacional; pues un judío europeo emigrado a Israel adoptaría eventualmente la nacionalidad del estado receptor. Este nuevo país, a pesar de haber adquirido carácter de Estado en 1948, desde su concepción rivalizo con los países árabes vecinos e inició una serie de guerras de conquistas que culminarían con la ocupación de la Franja de Gaza y Cisjordania; territorios que hoy ocupan nuevamente los titulares de la prensa internacional.

La península del Sinaí y los Altos del Golán, arrebatados ilegalmente a Egipto y Siria, respectivamente, serían eventualmente devueltos por Israel tras una serie de negociaciones auspiciadas por Naciones Unidas y por los Estados Unidos.

México, por su parte, no ha quedado exento de los vaivenes de la política y de las crisis sucesivas en aquella región del mundo. Tras los ataques de Hamás contra Israel, AMLO optó por reiterar los principios de la política exterior mexicana. Señaló, pues, que México se manifestaba en favor de la propuesta de dos estados, léase, un Estado israelí y uno palestino: una idea inaceptable para Israel.

La Embajada de Israel, por su parte, expresó su insatisfacción ante la ambigüedad de las palabras de AMLO en relación con las atrocidades cometidas por Hamás. Sin embargo, como he señalado, la crisis en Medio Oriente y la embestida de la agrupación terrorista echa raíces en la más compleja problemática de las relaciones internacionales. El presidente, acompañado por la canciller Alicia Bárcenas deberán respetar los principios de la política exterior mexicana, a la vez que estarán obligados a mantener en alto la cara de México en él mundo.

Columna de José Miguel Calderón en SDP Noticias

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