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Ante el fuerte calor, cabeza bien fría

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El calor en el ambiente podría tener una repercusión directa con el comportamiento de las personas como aumento de la irritabilidad y la violencia, entre otras conductas

En las semanas recientes hemos observado las reacciones generalizadas, bromas, quejas y comentarios recurrentes sobre el calor que invade la Zona Metropolitana de Guadalajara y muchas otras regiones del país, indicó la doctora Beatriz Corona Figueroa, académica de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG).

La intensidad térmica, sin embargo, se ha agudizado en la semana presente, donde el termómetro por primera vez superó los 40 grados centígrados. Aunque la percepción de la temperatura tiene mucho de individual y cada persona comienza a “registrar” el calor de acuerdo con su propio funcionamiento corporal, es totalmente cierto que, de manera objetiva, estamos viviendo una notoria ola de calor.

El “calor” es la sensación física que experimentamos ante el incremento de la temperatura ambiente, específicamente en los meses de primavera y verano. Si bien es una experiencia física reactiva al ambiente circundante, tiene efectos psicológicos innegables. La vivencia del calor, lo hemos visto en estos días, vuelve muy difícil la concentración o enfocarnos a otra cosa que no sea la incomodidad que nos causa.

Irritabilidad por el calor

Lo primero, como mínimo, es que reaccionemos con irritabilidad y hostilidad o de manera desproporcionada a estímulos que normalmente no las provocarían. Esto sucede no solamente por la sensación incómoda, sino que, por la activación del sistema nervioso y la segregación de adrenalina, se experimenta vasodilatación, mayor riego sanguíneo y sudoración, reacciones similares a las de estar nerviosos o preocupados.

La exposición prolongada a una temperatura caliente va haciendo crecer en nosotros la sensación de incapacidad para controlar el problema y, por tanto, nos causa desesperación y deseo de huir de la situación. Todas estas son reacciones normales, habituales y esperables en personas de todas las edades, pero ¿es posible que en algún punto el calor genere reacciones violentas?

El fenómeno del calentamiento global ha surgido en las últimas décadas, pero asociar la violencia al incremento de la temperatura no es nuevo. Ya a fines del siglo XIX, el científico Cesare Lombroso estudió de manera retrospectiva más de 800 rebeliones y levantamiento que se habían presentado en los 100 años previos y llegó a la conclusión de que su incidencia fue mucho mayor en los meses del verano, dependiendo del hemisferio del planeta en el que se presentaran.

En la actualidad se puede decir que, sin necesariamente llegar a tales extremos, la irritabilidad, las disputas, los desacuerdos entre las personas y los abandonos o reclamos laborales se presentan con mucha mayor frecuencia. Es importante señalar que la agresividad y hostilidad son reactivas ante situaciones de impotencia y necesidad de pérdida de control, pero que éstas también están en función de la personalidad y del estilo individual de reaccionar.

Aunque no es imposible, sería un tanto difícil decir que una persona habitualmente controlada y mesurada pueda convertirse en un energúmeno violento solo a causa del calor y más bien tenderíamos a pensar que un individuo en cuyo rango de reacciones se encuentre la agresividad podría, sin duda, incrementar la frecuencia o la intensidad de sus reacciones. Así, podríamos encontrar mayor incidencia de delitos, peleas, agresiones de hombres a mujeres, de hombres a hombres o de mujeres a mujeres o de adultos a niños, justamente debido a la sensación de pérdida de control que pasa de ser una experiencia física a una experiencia de pérdida de control a nivel emocional y que, por lo general, desplazamos hacia algo o alguien que consideramos más débil que nosotros.

Ante la situación de incremento de la violencia que vivimos en los últimos meses y años, el calor parece ser solo un ingrediente más para agravarla y para llegar a las graves consecuencias que será necesario estudiar más de cerca para poder entenderlas y enfrentarlas.

¿Es posible superar el calor?

Sí, es posible. Lo primero será buscar que el cuerpo esté bien preparado para enfrentar el calor. Ropa fresca y de color claro, de fibras naturales, hidratación sin azúcares y alguna reducción de alimentos fritos o muy pesados que provoquen incremento de la temperatura a causa de la digestión, además de buscar espacios frescos y ventilados. Una vez lograda la seguridad física, es necesario trabajar en los elementos psicológicos.

Es verdad que la mente es muy poderosa y que elige a qué prestarle atención con mayor o menor intensidad. Si nos encontramos muy preocupados por el calor, es muy probable que lo sintamos con mayor intensidad. En ese sentido, si creemos que el calor irremediablemente acabará con nosotros, que nos enfermará o que no podremos lograr nada debido a la sensación de incomodidad, definitivamente se convertirá en una experiencia insoportable. Las técnicas de relajación y de distracción siempre resultan efectivas y el hecho de concentrarnos en lo que estamos haciendo hará que la sensación de calor pase a segundo plano.

Las estrategias de regulación emocional que aplicamos ante una situación adversa nos ayudan, más que a negar el hecho, a ser conscientes de que estamos ante esa experiencia y que somos capaces de tolerar hasta cierto punto la incomodidad. Las estrategias de regulación emocional definen lo adaptativo o “inadaptativo” de nuestras respuestas a los hechos y podemos aceptar lo que no podemos cambiar, enfocarnos en los planes y reevaluar o, por el contrario, “catastrofizar”, culpar a otros y rumiar nuestro infortunio. Las reacciones agresivas de las que se hablaba antes justamente llegan a eso por la sensación de pérdida de control, no solamente en el exterior, sino en el interior y llegan a paliarse cuando se aplica una regulación emocional madura y adaptativa.

Siempre es más fácil decir las cosas que hacerlas, y ante una situación como la que estamos viviendo sería imposible decir que el calor terminará solo por nuestra convicción. Sin embargo, sí es posible afirmar que es una situación para enfrentar, como puede serlo cualquier otra, y que los recursos emocionales y cognitivos son los únicos que están realmente bajo nuestro control. La ola de calor pasará y después vendrá la lluvia, el tiempo agradable del otoño y luego el clima frío y posteriormente, de nuevo, el calor. El clima es mutable, pero hay una cierta inmutabilidad que nos ayudará a sobrevivir. Un poco como pensaba Séneca.

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clh

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