Macron, reelecto en Francia: elementos para el análisis

El 24 de abril, con más del 58 por ciento de los sufragios y en segunda vuelta, el centrista Emmanuel Macron fue reelecto como presidente de Francia para el período 2022-2027. Su rival, Marine Le Pen, logró casi un 42 por ciento de la votación.

De esta contienda, cabe tener presentes algunos datos interesantes: la cifra de participación se situó por debajo del 72 por ciento, la más baja desde 1969, y la abstención incluso fue aún mayor entre la primera y la segunda rondas (con un 26 por ciento y casi un 28 por ciento, respectivamente); el mandatario francés se convierte en el primero en ser renovado en el cargo durante las últimas dos décadas, luego del segundo período de Jacques Chirac en 2002, pero su triunfo está muy por debajo de lo alcanzado en 2017 (con un 66 por ciento, frente al 33.9 por ciento de la candidata de la ultraderecha). El partido de Le Pen, Agrupación Nacional, obtuvo en esta elección el mejor resultado de su historia.[1]

Macron concluye un mandato marcado por la pandemia del COVID-19, las movilizaciones sociales como las de los “chalecos amarillos” y las del personal de salud. A este descontento social se suman las medidas energéticas y la reforma de pensiones, el déficit fiscal, y la fatiga democrática, así como las promesas aún no cumplidas (crecimiento, empleo, poder adquisitivo).

En el preludio de un segundo mandato que iniciará el próximo 13 de mayo, Macron ha prometido trabajar para alcanzar el pleno empleo, recortar impuestos, retrasar la edad mínima de jubilación de 62 a 65 años, incrementar el gasto militar, crear seis reactores nucleares, y otorgar independencia a las universidades. En el plano externo-regional, mantendrá una visión proeuropea, a la par de buscar la soberanía nacional —particularmente luego del conflicto en Ucrania—, continuará combatiendo el cambio climático para llegar a emisiones cero en 2050, y avanzará en su propuesta migratoria.

En los desafíos, el mayor y más próximo está en las legislativas de junio, tanto para el presidente Macron, que buscará renovar su mayoría en la Asamblea Nacional (269 de 577 escaños), como para la ultraderecha y Le Pen tras su reciente repunte. En esta contienda, el reposicionamiento de fuerzas será clave, especialmente el de la izquierda —en crecimiento— cuyos simpatizantes se inclinaron por Macron en esta segunda ronda.

 

 

Rumbo a las legislativas: la derecha latente y la izquierda en crecimiento

Por tercera vez en 20 años, un candidato o candidata de extrema derecha logra llegar a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Francia. En los últimos años, algunos países de la Unión Europea han sido liderados por estos movimientos que cuestionan el orden liberal económico y social imperante en el bloque, incluso debatiendo la membresía de sus Estados a la organización.

Le Pen, actual diputada de la Asamblea Nacional y dirigente de Agrupación Nacional moderó su discurso para la campaña presidencial (en 2017 llamó a que Francia saliera de la zona euro y de la Unión Europea),[2] con el objetivo de aumentar su base de simpatizantes quienes previamente no se hubiesen podido identificar con su candidatura. Incluso, el cambio de nombre de su organización política de Frente Nacional a Agrupación Nacional fue para refrescar su imagen y vincularla con un movimiento de derecha menos rígido.[3]

Los resultados de la elección indican que un buen porcentaje de la población coincide con el diagnóstico de la candidata Le Pen, por lo que la derecha francesa continuará latente un buen tiempo más. De acuerdo con analistas de The New York Times, en épocas recientes la derecha y la extrema derecha han dominado las encuestas y la agenda de discusión de los asuntos públicos de esa nación.[4]

Por ejemplo, entre otros temas, promueven discusiones acerca de la identidad nacional francesa, la inmigración y el papel del islam en la sociedad. En algunos momentos, el presidente Macron ha sido señalado por “derechizar” sus decisiones de gobierno. La mera presencia de Le Pen, de manera consecutiva, en la segunda vuelta de las elecciones, consolidó de algún modo al movimiento de derecha y su papel relevante en la vida pública de Francia.[5] Y es que, desde su incursión en la política de ese país, en 1972, ha ido incrementando sus posiciones de poder hasta posicionarse como tercera fuerza nacional, detrás de conservadores y socialistas. Así, logró asientos en el Parlamento Europeo y la Asamblea Nacional, y ganó diversos Consejos regionales en el este del territorio.

Más aún, la presencia cultural de la derecha en ese país continúa creciendo, desde los medios de comunicación hasta los liderazgos locales apoyados por la difusión de sus ideas a través de las redes sociales. Incluso, se percibe la derechización radical de partidos conservadores, como Los Republicanos, quienes han endurecido sus posiciones sobre seguridad e inmigración.[6] Además, la aparición en la escena política de Éric Zemmour, presentador de televisión afín a la extrema derecha y quien alcanzó el cuarto lugar en la primera vuelta de la reciente elección con un 7.1 por ciento, indica que el movimiento es políticamente fructífero.

Zemmour logró aumentar su popularidad en un corto tiempo, aunque finalmente retrocedió tras la invasión de Rusia a Ucrania, por su abierta simpatía con el presidente Vladímir Putin. Aun cuando no logró acercarse a los punteros, alcanzó más votos que el candidato ecologista Yannick Jadot (que logró un 4.6 por ciento), y que la socialista Anne Hidalgo (con un 1.8 por ciento), ambos con sólidas carreras políticas en Francia.

 

 

Le Pen y Zemmour se han servido de agitar el miedo a la inseguridad provocada por la inmigración, como principal bandera de su movimiento. Los ataques terroristas del 2015, entre otros lamentables episodios de violencia, continúan alimentando las posiciones más radicales en materia de seguridad.[7]

Sandrine Rousseau, una de las principales lideresas del partido Europa Ecología Los Verdes, afirma que la izquierda en ese país se ha dejado intimidar por el movimiento de derecha y extrema derecha. La batalla cultural la estarían ganando Le Pen, Zemmour y sus simpatizantes, porque la izquierda no ofrece alternativas a los problemas más apremiantes de Francia. Gaël Brustier, analista y exasesor de varias figuras de la izquierda francesa, afirma que el movimiento pierde terreno porque logra producir nuevas ideas y evita la renovación.[8]

En términos generales, la conversación pública y las victorias electorales han sido capitalizadas por la derecha francesa; sin embargo, es necesario explicar el comportamiento y los resultados electorales para la izquierda que, por lo menos durante estas últimas elecciones, han sido positivos para cierto sector.

El 22 por ciento de la votación que logró conseguir Jean-Luc Mélenchon, de Francia Insumisa, en la primera vuelta, es uno de los mejores resultados para la extrema izquierda en los últimos años. En general, la población más joven votó por este candidato, pero no fue suficiente para su permanencia en la competencia.

“Hay un giro hacia la derecha del cuerpo electoral, es decir, los que votan, porque la juventud es mucho más de izquierda, pero tiene la tasa más alta de abstención”, afirma Antoine Bristielle, director del observatorio de opinión de la Fundación Jean-Jaurès. Además, agrega que “los votantes de izquierda también están mucho menos movilizados que los votantes de derecha”.[9]

Por otro lado, es visible la fragmentación de las izquierdas francesas. Silvia Ayuso de El País argumenta que existe una profunda desconfianza entre los diferentes movimientos de izquierda, desde Mélenchon, pasando por socialistas y comunistas, hasta los ecologistas. A partir de cierta perspectiva, se acusa a los principales liderazgos de no acompañar la candidatura de Mélenchon, dada su mayor popularidad, y caminar bajo una misma bandera y candidatura de izquierdas. En contraste, también se le reprocha al líder de Francia Insumisa no ceder frente a los “esfuerzos aglutinadores” de todas las izquierdas.

Sin embargo, es claro que existen diferencias reales entre los diversos programas de los distintos partidos políticos. Ayuso señala que el principal elemento de discrepancia sería la posición de Mélenchon y su grupo sobre la membresía de Francia en la OTAN y la Unión Europea. Mientras que socialistas y ecologistas defienden el europeísmo en sus planes de trabajo.[10]

Para la izquierda moderada, Mélenchon plantea un dilema porque, en general, ese espectro se siente cercano a Macron, y por ello es difícil aglutinarse con una personalidad combativa al presidente. Además, no coinciden con sus posiciones más radicales y tampoco perdonan que, en 2017, luego de no pasar a la segunda vuelta, no pidió el voto explícitamente para Macron, aunque sí solicitó no votar por Le Pen.[11]

El apoyo electoral casi equiparable al de Le Pen permite que la figura de Mélenchon, por lo menos en niveles estratégicos, sea factible para liderar un movimiento de izquierdas más amplio y con miras a los próximos procesos. Sin embargo, son evidentes la desconfianza y las diferencias entre las diversas agrupaciones izquierdistas, por lo que el camino no se ve fácil para una posible unificación de plataformas, sobre todo cuando son diametralmente distantes entre sí.[12]

 

 

Desigualdad económica y promesas políticas

Uno de los éxitos más recientes del presidente Macron es la estabilidad económica del país, incluso luego de los momentos más críticos de la pandemia de COVID-19. En comparación con otras economías del mismo tamaño, la francesa se ha comportado de manera positiva y las prospectivas lucen favorables, por lo menos desde índices macroeconómicos. Para el último trimestre de 2021, la tasa de incremento del PIB regresó a los niveles previos a la crisis de salud, lo que significa que la economía ha crecido significativamente. Aunque se espera que el aumento del PIB se desacelere para la primera mitad del 2022 y alcance el 3.2 por ciento, después de un crecimiento anual del 7 por ciento en 2021, lo cierto es que continúa por buen camino.[13]

Asimismo, la tasa de desempleo francesa cayó al 7.4 por ciento, también en el último trimestre de 2021, un nivel que no se veía desde 2008. Estos resultados serían consecuencia de las reformas de Macron durante su primer mandato. Sin embargo, se afirma que de algún modo su política laboral precarizó los empleos, con el objetivo de hacer más atractiva la contratación de personal.[14]

En contraste, la inflación, como en muchos otros países, se ha convertido en un reto para Francia. Tan sólo en marzo, a unas semanas de la elección presidencial, alcanzó el 4.5 por ciento, aunque en otros países europeos llegó a cifras mucho más altas, por ejemplo, en Alemania, al 7.3 por ciento, y en España, al 9.8 por ciento.[15]

Sin embargo, el aumento de precios y la posible precarización de los empleos podrían estar afectando a la población más vulnerable. De acuerdo con la Fundación Travailler Autrement, las y los trabajadores conocidos como “invisibles”, porque realizan labores clave para las sociedades (como ayudantes de enfermería, repartidoras, limpiadores, transportistas, cajeros o vigilantes), pero que obtienen una mala remuneración, representan el 40 por ciento de la clase laboralmente activa —alrededor de 13 millones de personas—.

A pesar de los éxitos macroeconómicos, algunos retos para la población más desprotegida continúan latentes. Con altas tasas de crecimiento tras la pandemia, alrededor de 9.2 millones de personas viven bajo el umbral de pobreza (con 1,102 euros por persona o 2,314 euros para una pareja con dos descendientes menores de 14 años).[16]

Frente a este panorama, Macron prometió en su campaña limitar la subida de los precios del gas y de la electricidad, así como revalorizar las pensiones, de acuerdo con la inflación. Entre otras tareas pendientes, tendrá que abordar las causas profundas de la división social, confirmadas por los resultados electorales recientes.[17]

 

 

Últimas consideraciones

Es probable que fenómenos como la despolitización de la sociedad francesa —particularmente masivo entre jóvenes—, la baja confianza en las instituciones, y la apatía política impacten en la legitimidad del segundo mandato de Macron.[18]

El 12 y el 19 de junio de este mismo año, Francia celebrará comicios para elegir 577 diputadas y diputados de la Asamblea Nacional. Desde su victoria en 2017, el partido fundado por el presidente Macron, La República en Marcha, no ha logrado un triunfo más. De acuerdo con Marc Bassets, corresponsal de El País en París, ese instituto político carece de debate interno y cuenta con poca inserción e influencia territorial. Estos elementos, entre otros, dieron como resultado que quedara relegado en las elecciones al Senado en septiembre del año pasado (aunque el mandatario ha mantenido relativa aceptación).

En los comicios de 2017, La República en Marcha logró la mayoría en la Asamblea Nacional, lo que permitió al presidente Macron gobernar con relativa comodidad, pero desde entonces las derrotas para la organización han sido constantes, desde lo local hasta el Poder Legislativo. El 20 de septiembre de 2020, para renovar seis de los 577 escaños de la Asamblea Nacional, ningún aspirante del partido en el poder logró la victoria. Incluso, se reportaron importantes bajas en la organización, como Pierre Person, secretario general adjunto entre 2018 y 2020, debido a desacuerdos sobre la dirección política del partido. Person, quien fue integrante fundador y asesor de Macron durante su campaña presidencial, declaró que la organización se quedó estancada en su “lógica de 2017, que consistía en concretar el proyecto presidencial, pero ya no se producen nuevas ideas”.[19] Sin duda, las elecciones legislativas también serán un reflejo de la división social tan marcada en materia política.

Finalmente, la victoria de Macron suma a sus deseos de asumir un liderazgo regional. Valdrá la pena revisar los avances y resultados de la presidencia francesa en el Consejo de la Unión Europea a finales de junio, y en el marco coyuntural del conflicto ruso-ucraniano. Igualmente, habrá que poner atención en los siguientes pasos de Francia en el bloque comunitario. Por ahora, el triunfo electoral de Macron y su interlocución privilegiada con Rusia marcan la pauta para continuar trabajando en aspiraciones como la defensa europea. Desde México nos mantendremos pendientes de tan interesantes y relevantes procesos.

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA

 

Fuentes

[1] BBC, “Macron gana por segunda vez a Le Pen y es el primer presidente reelecto en Francia en 20 años”. BBC (abril, 2022), sec. Mundo [En línea]:  https://bbc.in/3vIqVFp [Consulta: 25 de abril, 2022].

[2] Deutsche Welle, “Le Pen quiere quedarse en la UE, pero cada país decida sus reglas”. Deutsche Welle (12 de abril, 2022), sec. Europa al día [En línea]: https://bit.ly/36foXnn [Consulta: 12 de abril, 2022].

[3] The Economist, “Emmanuel Macron did better than it seems in the first round of France’s election”. The Economist (abril, 2022), sec. Leaders [En línea]: https://econ.st/3jDKkBJ [Consulta: 12 de abril, 2022].

[4] Norimitsu Onishi y Constant Méheut, “Even Before France Votes, the French Right Is a Big Winner”. The New York Times (6 de abril, 2022), sec. Europe [En línea]: https://nyti.ms/3vijOmP [Consulta: 11 de abril, 2022].

[5] Idem.

[6] Rym Momtaz, “How France pivoted to the right”. Politico (6 de diciembre, 2022), sec. Hot Topics [En línea]: https://politi.co/3EjdfVd [Consulta: 11 de abril, 2022].

[7] Idem.

[8] Norimitsu Onishi y Constant Méheut, op. cit.

[9] Rym Momtaz, op. cit.

[10] Silvia Ayuso, “El ‘tsunami Mélenchon’ complica aún más la reorganización de la izquierda tras las presidenciales francesas”. El País (11 de abril, 2022) sec. Elecciones en Francia [En línea]: https://bit.ly/3EmYnoT [Consulta: 12 de abril, 2022].

[11] Idem.

[12] Marc Bassets, “El populista Mélenchon se afianza como el favorito de la izquierda francesa”. El País (4 de abril, 2022) sec. Elecciones en Francia [En línea]: https://bit.ly/37kPmAG [Consulta: 12 de abril, 2022].

[13] Niccolò Pisani, “Emmanuel Macron: why France’s economy may secure his re-election”. The Conversation (11 de abril, 2022) sec. Global [En línea]: https://bit.ly/3MnL8r1 [Consulta: 12 de abril, 2022].

[14] Idem.

[15] Idem.

[16] Silvia Ayuso, “Los candidatos a la presidencia buscan el voto de la Francia que no llega a fin de mes”. El País (7 de abril, 2022) sec. Elecciones en Francia [En línea]: https://bit.ly/3uKsOlU [Consulta: 12 de abril, 2022].

[17] The Economist, op. cit.

[18] Agathe Cagé, “Macron se enfrenta al partido que más puede crecer en Francia: la abstención”. El País (5 de abril, 2022) sec. Ideas [En línea]: https://bit.ly/3rPCART [Consulta: 25 de abril, 2022].

[19] Louise Guillot, “Number 2 in Emmanuel Macron’s party steps down”. Politico (21 de septiembre, 2020) sec. Hot Topics [En línea]: https://politi.co/3xtgF6t [Consulta: 13 de abril, 2022].

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Ricardo Monreal

El doctor en Derecho, Ricardo Monreal Ávila, nació el 19 de septiembre de 1960 en Plateros, Zacatecas, en el seno de una familia de catorce hijos.

Estudió Derecho en la Universidad Autónoma de Zacatecas y luego cursó estudios de maestría y doctorado en Derecho Constitucional y Administrativo en la Universidad Nacional Autónoma de México.

En 1975 comienza su trayectoria política militando en las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), allí ocupó varios cargos: fue coordinador nacional de la Defensa Jurídica del Voto en la Secretaría de elecciones de la dirigencia nacional; presidió el Comité Directivo Estatal de Zacatecas y, posteriormente, fue secretario de Acción Política de la Confederación Nacional Campesina. En éste periodo de militancia participó en el Congreso de la Unión, fue diputado federal dos veces (1988-1991 y 1997-1998) y llegó al puesto de senador (1991-1997).

En 1998, Monreal Ávila abandona al PRI para unirse a las filas del PRD y contender, ese mismo año, a la gobernación del estado de Zacatecas.

Fue diputado federal en tres periodos: de 1988 a 1991 y de 1997 a 1998 por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y entre 2012 y 2015 por Movimiento Ciudadano y por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena).

Cumplió labores como senador en dos periodos, de 1991 a 1997 y de 2006 a 2012 por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el  Partido del Trabajo (PT).

Ahora por tercera ocasión es Senador de la República y coordinador de la fracción parlamentaria de Morena.