La priista Blanca Alcalá busca alianza con Morena o con el PAN para no quedarse fuera de la sucesión de 2024

Parece que en el PRI ya nadie le tiene lealtad a este partido, ya que sus líderes más importantes aplicando un pragmatismo extremo se encuentran buscando oportunidades políticas fuera del tricolor. Tal es el caso de la ex edil de Puebla, Blanca Alcalá Ruiz, quien para no quedar fuera de la sucesión gubernamental de 2024 le está apostando a hacer una alianza con el PAN o también con Morena.

Sólo de esa manera se puede entender que Karina Romero Alcalá, la hija de la también ex senadora del PRI, es actualmente secretaría de Igualdad Sustantiva de Género del ayuntamiento de Puebla, como una manera de mantenerse cerca, dentro del proyecto político, del edil Eduardo Rivera Pérez, quien es el único panista que camina directamente a ser el candidato del PAN a la gubernatura de Puebla.

Y que, por otro lado, ha aparecido Edgar Chumacero Hernández, el yerno de Blanca Alcalá y esposo de Karina Romero Alcalá, al lado del senador de Morena, Alejandro Armenta Mier, quien es el principal político de la 4T que está en plena campaña buscando ser el candidato del Partido de Regeneración Nacional a la titularidad del Poder Ejecutivo estatal dentro de tres años.

Fue el propio Armenta quien ayer colocó una foto en sus redes sociales –ver la imagen abajo— en donde aparece abrazado de Edgar Chumacero, indicando que el priista estaría colaborando con él en beneficio de “los poblanos”.

Llama la atención porque o Blanca Alcalá es parte de la dirigencia nacional del PRI y es diputada federal del tricolor, mientras que su hija y su yerno, oficialmente siguen apareciendo en el padrón de militantes del Partido Revolucionario Institucional. Sin embargo, los tres parece que ya no encuentran futuro en esta agrupación política que les ha dado los mejores cargos públicos que han ocupado.

Lo que más sorprende, es que si se hace una revisión crítica a los últimos 15 años, Blanca Alcalá enfrentó fuertes maltratos políticos por parte de ambos personajes, de Eduardo Rivera y Alejandro Armenta, con quienes ahora quiere tejer alianzas para poder participar en la contienda electoral que se avecina.

Armenta la ignoró dos años y medio

Blanca Alcalá despegó su carrera durante el gobierno de Manuel Bartlett Díaz y fue creciendo en popularidad en el sexenio de Melquiades Morales Flores y la primera mitad del periodo de Mario Marín Torres, quien nunca tuvo una buena relación con la priista –por tener una actitud misógina–, pero en el año 1997 se decidió permitir que compitiera por la alcaldía de la ciudad de Puebla, bajo dos consideraciones: tenía una buena imagen que gustaba en el electorado y si perdía, no se sacrificaba a nadie del grupo marinista.

En la etapa previa a que Blanca Alcalá fuera la candidata del PRI, tuvo el cargo de subsecretaria de Desarrollo Social, en una dependencia que tuvo como titular a Alejandro Armenta Mier, en su etapa de ser un ferviente marinista.

Para nadie es un secreto que Marín permitió a Alcalá tener presencia en su gestión, pero al mismo tiempo marcaba un fuerte distanciamiento con ella y cada vez que podía, la maltrataba o la mandaba a maltratar.

Uno de los encargados de provocar ese agravio fue Alejandro Armenta, quien estando al frente de la Secretaría de Desarrollo Social durante los dos años y medio previos a que Alcalá fuera la candidata del PRI a edil de la ciudad de Puebla, la ignoró, la ninguneo, pues no la hacía participe de la toma de decisiones en esa dependencia. Nunca la convocaba a reuniones importantes.

Todo ese desdén era por instrucciones directas de Mario Marín, el llamado “gober precioso”.

Con Rivera la acusó de anomalías presupuestales

Cuando en 2011 asumió por primera vez el cargo de edil de la capital, el panista Eduardo Rivera Pérez, primero tuvo una relación armónica, de mucha civilidad, con Blanca Alcalá en el periodo en que la segunda le entregó el gobierno de la ciudad de Puebla.

En los primeros tres meses de la gestión de Rivera, por órdenes del entonces gobernador panista Rafael Moreno Valle Rosas, se le hicieron a Blanca Alcalá observaciones en el proceso de entrega-recepción del ayuntamiento de Puebla por más de 500 millones de pesos, con un amplio despliegue mediático.

El objetivo era hacer aparecer a la ex edil priista como una mujer que había malversado cientos de millones de pesos del erario municipal. Se le creó una falsa imagen de política corrupta.

La priista se defendió argumentando que no había soporte técnico para hacer las acusaciones y que todo, era una treta para devaluar su imagen pública, pues aunque el PRI había perdido la elección –de 2010– en la capital ella se mantenía con un alto grado de aprobación ciudadana.

Al final, por un error jurídico de los regidores panistas que tenían la encomienda de “hundir” a la ex alcaldesa, las acusaciones no pudieron ser soportadas jurídicamente ente el Congreso del estado y nunca se procedió administrativamente contra la ex alcalde.

Ahora la necesidad de sobrevivir en el siguiente sexenio ha hecho olvidar a la familia de Blanca Alcalá los agravios con Rivera y Armenta, con el panista y el morenista.