El binomio que determina la posición de México en el mundo comercial, logístico, medioambiental y energético es el fenómeno del nearshoring o de relocalización de la producción, mismo que para ser explotado, requiere de una infraestructura a la altura.

Mucho se ha hablado de que nuestro país tiene una posición geográfica inmejorable para potenciar el nearshoring, desplazando a naciones como China; de que tenemos la frontera con los mayores cruces comerciales y un importante tratado comercial con los Estados Unidos, país del que somos el principal socio comercial y político. Participamos en la APEC y tenemos un tratado comercial con Europa, es decir, tenemos un ventajoso enlace con los mayores mercados a nivel mundial.

Lo que no tenemos

Sin embargo, para aprovechar esta posición se requiere un importante desarrollo de la infraestructura, con más y mejores carreteras, más y mejores energías, sobre todo limpias y sustentables; y de más y mejores puertos de carga, puntos de conectividad y servicios aduanales.

Pero esto no está sucediendo, por el contrario, en los últimos cinco años la infraestructura existente se ha deteriorado y se ha detenido su desarrollo y crecimiento.

En un comunicado representantes de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción denunciaron que la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transporte canceló las licitaciones para mantenimiento carretero, un hecho sin precedente que traerá consigo un mayor deterioro de la red carretera que se traducirá en la pérdida de oportunidades.

La inseguridad que enfrenta el transporte carretero de mercancías motivó a que los transportistas convocaran a un paro nacional para exigir que el gobierno federal garantice su seguridad, ya que permanentemente son víctimas de asaltos.

En cuanto a infraestructura energética, la CFE canceló las subastas de generación eléctrica sustentable; detuvo la operación de los ductos de transporte de gas natural aduciendo supuestos “contratos leoninos” para luego recular y tardíamente permitir su operación por el temor a que la decisión se fuera a arbitrajes internacionales.

La iniciativa de reforma a la Ley de la Industria Electica detuvo el desarrollo de proyectos renovables de generación favoreciendo a las energías fósiles como el carbón y el combustóleo, ello ha venido provocando un súbito incremento en el precio de generación que el gobierno termina por subsidiar.

Por la malentendida austeridad republicana y los negocios de altos funcionarios de Pemex y CFE, se dejó de invertir en redes de transmisión y se frenó la entrada en operación de más de 200 parques solares y eólicos.

Sin justificación se detuvieron las obras de infraestructura para llevar el gas a las plantas de generación de Mérida y Valladolid y ahora la industria en el sureste no cuenta con gas natural suficiente ni con energía eléctrica eficiente y los apagones y variaciones de voltaje se registran todos los días.

El gobierno prometió un tren, gaseoductos e infraestructura para hacer el corredor transístmico, pero hasta ahora no hay nada. En el norte del país, específicamente Nuevo León, se ha cuestionado su vocación industrial y se han puesto trabas a importantes inversiones como la de Tesla, que se anunció, pero nada más no avanza, precisamente por la falta de obras de infraestructura.