Una licencia para robar I

Morena y la Cuarta Transformación han vivido un verano intenso, donde las notas negativas de sus líderes y funcionarios aparecen todos los días y generan molestia entre sus propios compañeros.

La elite de ese partido es el mejor ejemplo del derroche y la presunción de su poder y recursos económicos, lo peor es que el verano aún no termina y pronto saldrá más información, como la siguiente-

El diario español El País publicó un adelanto el 2 de agosto de un capítulo de “Licencia para robar. Segalmex: el hoyo negro que devoró a la 4T”, el libro de los periodistas Zedryk Raziel y Georgina Zerega —reporteros de El País y Al Jazeera, respectivamente— sobre el saqueo a Segalmex. La trama dentro de la compañía paraestatal que buscaba beneficiar a los más necesitados fue el mayor caso de corrupción del sexenio de Andrés Manuel López Obrador.

“La Auditoria Superior de la Federación llegó a cifrar el desfalco en más de 15.000 millones de pesos (unos 800 millones de dólares). La exhaustiva investigación está documentada en la revisión de cientos de denuncias, carpetas de investigación, auditorías, contratos e informes internos y decenas de voces de los protagonistas”.

Más adelante hablan del retrato de un fraude cuando señalan que “la sonrisa era por momentos la gran protagonista de su rostro. López Obrador estaba exultante. Era 16 de agosto de 2018 y aún no tomaba posesión, pero estaba por presentar como presidente electo uno de sus proyectos estrella para los próximos seis años. Iba a anunciar la creación de un organismo pensado para atender a aquellos que le habían llevado al poder, los más pobres, y a presentar a los funcionarios que se ocuparían del encargo.

“El anuncio lo hizo parado sobre la escalera de una oficina que sirvió como sede de la transición entre el gobierno de Enrique Peña Nieto (PRI) y el suyo. Lo acompañaban varios de los elegidos para llevar a cabo la tarea. El principal de ellos, Ignacio Ovalle, que, décadas atrás, fue una figura central en los primeros años de formación política de AMLO. “Con este equipo vamos a rescatar al campo. Y a rescatar a los pobladores del campo. Lo puedo decir en una frase: que coman los que nos dan de comer”, dijo entusiasmado López Obrador.

“Con los brazos cruzados, Ovalle sonreía sin reparos en el escalón de atrás. Después de varios años sin un puesto en la administración pública y una economía personal en problemas, la época de vacas flacas había acabado para el padrino político de AMLO. El presidente electo pronunció su nombre, le hizo dar un paso al frente y le palmeó la espalda visiblemente feliz. Todos destilaban orgullo. Los fotógrafos presentes en la sala retrataron la postal, que permanece hoy en los medios de comunicación como memoria del saqueo más grande que se le haya conocido al sexenio obradorista”.

López Obrador creó Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex) el 18 de enero de 2019, unos días después de entrar en Palacio Nacional. El objetivo era abastecer de alimentos de calidad a bajo precio a los sectores más rezagados del país. Para eso propuso crear un ente que englobara a Distribuidora e Impulsora Comercial Conasupo (Diconsa) y Leche Industrializada Conasupo (Liconsa), que hasta ese momento habían operado de manera separada: la primera, en la gestión de las tiendas rurales y la compra de granos; la segunda dedicada al negocio de la leche.
 

“El nuevo organismo, descentralizado, estaba sectorizado en la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), donde el presidente había nombrado como titular a Víctor Villalobos Arámbula, un ingeniero agrónomo que venía de dirigir el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Al frente de Segalmex puso a Ovalle.

“Esta transición retrata el cambio de paradigma de AMLO: la seguridad alimentaria no se tenía que abordar desde el enfoque de la desigualdad, sino desde el de la soberanía.

“La nueva agencia estaba diseñada para comprar a los productores locales a precios justos y distribuir los productos en las históricas tiendas de Diconsa, que para ese entonces superaban las 20.000 y estaban dispersas en todo el país. La responsabilidad principal de Segalmex era el abasto a los sectores con menos ingresos, pero también tenía el objetivo de vender fertilizantes, semillas y cualquier producto que contribuyera a la productividad del campo mexicano”.

Una especie de Conasupo, el intento de los años sesenta por regular el mercado y lograr la autosuficiencia alimentaria. Fue un organismo renovado. El nombre de Segalmex evocaba al del Sistema Alimentario Mexicano, implementado por el presidente José López Portillo en 1980 para impulsar la autosuficiencia nacional de maíz y frijol.

“López Obrador eligió a Ovalle no solo porque tenían una gran amistad, sino que les unía la experiencia que ganaron trabajando juntos en una política similar a finales de los setenta y principios de los ochenta. Lo explicó el propio AMLO en una conferencia el 29 de enero de 2019, a 10 días de crear el organismo:

“Hace cerca de 40 años, surgió el programa de los almacenes de Diconsa. Yo en ese entonces era director del Instituto Nacional Indigenista en Tabasco. Y me tocó a mí iniciar en mi estado natal el programa de los almacenes, los consejos comunitarios, la creación de las tiendas. Fíjense lo que son las cosas, en ese entonces el director del Instituto Nacional Indigenista [INI], y de Coplamar [Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados] era Ignacio Ovalle, era mi jefe. Ahora, pasado el tiempo, que llego a ser presidente de la República, lo busco y le digo: “Vamos a hacer lo mismo, pero mejor”.

Pero las cosas no resultaron como las esperaba Palacio Nacional.

“Pasaron apenas unos meses desde aquella conferencia y comenzaron a salir a la luz en la prensa las irregularidades que se daban en las cuentas del organismo. Nada generó mucha preocupación en ese momento, hasta que llegó la revisión de la cuenta pública de 2019 hecha por la Auditoría Superior de la Federación. En su primer año de operación, Segalmex registró posibles daños a la hacienda pública por unos 3.300 millones de pesos.

“Las irregularidades encontradas abarcaban muchas operaciones y productos, desde la compra de leche, envases de plástico, tarimas y costales, hasta la adquisición de maíz y frijol. El control que se hizo de las cuentas en los siguientes años elevó la suma de dinero cuyo destino final se desconocía hasta superar los 15.000 millones de pesos.

“Una cifra que en realidad no acaba de ser útil a la hora de entender la complejidad o el tamaño del desfalco, porque los faltantes de dinero que encuentra la Auditoría pueden ser posteriormente justificados por el organismo. Aunque sí ayuda a comprender el descontrol que reinó en las cuentas internas durante los seis años del gobierno de López Obrador.

“La Auditoría presentó al menos 18 denuncias penales ante la Fiscalía contra exfuncionarios y empresarios por los malos manejos de los fondos públicos. La FGR llegó a decir, en junio de 2023, que investigaba un centenar de denuncias que había recibido contra la paraestatal, por las cuales había abierto 32 carpetas de investigación.

“En un informe interno, el órgano contralor dejó registro de que las denuncias aludían a un quebranto de 2.577 millones, solo entre 2019 y 2020. La ASF lo escaló ante las autoridades después de que Segalmex se mostrara incapaz de probar que las salidas de ese dinero habían sido lícitas. Se desconoce aún cuál será el saldo final del desfalco, aunque el presidente lo cifró en 2.700 millones, semanas antes de salir del cargo. Un hoyo en las finanzas públicas que pasará a la historia como la mancha más grande que tuvo el gobierno de López Obrador”.

Hasta ahí la entrega de hoy sobre el libro Licencia para Robar, que es una profunda investigación periodística y es un capitulo publicado a principios de agosto por El País.

El verano de 2025 aún no termina y se acumulan las irregularidades de la elite de Morena y la 4T.

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