Juez le advirtió a Irene Olea que no puede salir del estado de Puebla
La exalcaldesa de Izúcar de Matamoros, Irene Olea Torres, finalmente pisó un juzgado para responder sobre la responsabilidad que tuvo en la detención ilegal, tortura y agresión sexual de dos periodistas, ocurridas hace un par de años. Aunque la audiencia de este lunes se difirió, la exedil fue advertida por el juez de la causa: no puede cambiar de domicilio, salir del estado de Puebla o ausentarse de la siguiente cita, ya que si eso ocurre se ordenará su detención inmediata.
Una condicionante que dejó un mal sabor de boca a Irene Olea que quiso mostrar indiferencia y tranquilidad en la primera cita del Centro de Justicia Penal Federal del Estado de Puebla.
Ataviada de una blusa blanca, un pantalón de mezclilla ajustado y un cubrebocas, quiso aparentar que llegaba como cualquier ciudadana caminando, sin acompañantes, al cumplimiento del citatorio judicial. Sin embargo, era solo una fachada, ya que a su arribo y cuando se retiró estuvo siempre vigilada, a lo lejos, por un grupo de guaruras que estaba a bordo de un vehículo compacto, de color blanco.
Poco después de las 13:30 horas, la exalcaldesa llegó al juzgado, sin querer dar declaraciones a los medios de comunicación y sin voltear a ver a los periodistas, que la esperaban afuera del Centro de Justicia Federal.
Tampoco tuvo la valentía de mirar hacia la ubicación en donde se encontraba un continente de mujeres de colectivos feministas que llegaron a protestar por la agresión que el gobierno de Olea no solamente generó contra las periodistas Michelle y Natalie Hoyos López, el 10 de marzo de 2023, sino también contra integrantes de la agrupación Marea Púrpura, que en ese mismo episodio fueron objeto de abusos de la Policía Municipal de Izúcar de Matamoros.
Quien fuera alcaldesa entre los años 2021 y 2024, dentro del juzgado por primera vez se vio frente a frente a Michelle Hoyos, una de las dos hermanas agraviadas. La exedil de Morena se la pasó viendo a todas direcciones, menos hacia donde estaba la periodista.
Cuando el juez llamó Olea, la expresidenta municipal se apuró a decir que no sabía el motivo por el cual había sido citada. El juez no dio importancia a su dicho.
Luego argumentó que no tenía dinero –algo que nadie le preguntó— y que por esa razón no había podido contratar a un abogado para defenderla.
A todas luces parecía ser una estrategia para pedir que se aplazara la audiencia.
El juez, que por cierto es muy joven, le interrumpió y le dijo que no había problema de que hubiera llegado sin la compañía y asesoramiento de un litigante. Le recordó que el Poder Judicial tiene la obligación de proporcionarle un abogado de oficio.
A continuación, el juzgador les informó a los presentes que había un asunto de última hora y de suma urgencia de ser atendido, por tratarse de un caso de un delito de alto impacto, por lo que difería la audiencia para una nueva fecha.
Por momento, el rostro de la exmunícipe se iluminó, parecía que funcionaba su intento de que no se efectuara el desahogo de esa cita en el tribunal.
Ese júbilo duró poco. El juez fijó dos cosas que no le gustó nada a la exalcaldesa:
Primero: la audiencia será este miércoles, a las 13:15 horas. Eso es algo inusual, ya que el Poder Judicial se caracteriza por reprogramar una cita de 3 a 8 meses. Ahora solo la está corriendo un par de días.
Segundo: el titular del juzgado le advirtió a Irene Olea que no puede cambiar del domicilio en donde recibió el último citatorio judicial. Ni tampoco salir de territorio poblano, en tanto no se realice la primera comparecencia del juicio.
La molestia en la mujer que fue la anterior cabeza del ayuntamiento de Izúcar de Matamoros, se hizo notar. No era lo que esperaba y se le veía enojada, incómoda.
Posteriormente, todos los presentes se dispusieron a salir del Centro de Justicia Federal, menos una persona: Irene Olea.
Las integrantes de los colectivos luego de enterarse lo que había ocurrido en el interior del inmueble, decidieron esperar que saliera la exalcaldesa, la misma que nunca quiso dar la cara para responder por los hechos ominosos ocurridos hace dos años, en torno a la conmemoración del Día Mundial de la Mujer.
Minutos más tarde, empezó a abandonar el estacionamiento un auto blanco que, evidentemente llevaba un bulto muy grande en la cajuela.
Para las mujeres que protestaban no había duda, quien iba en el portaequipaje del auto sedán era Irene Olea, que de esa manera se estaba escondiendo.
Le gritaron: “cobarde, “no huyas”, “da la cara por tus actos”, durante los segundos que tardó el vehículo en alejarse del lugar.
Todo fue un engaño. Irene Olea no iba en el auto. Ella se quedó adentro del juzgado unas tres horas.
Poco antes de las 6 de la tarde, salió del edificio. Ya la esperaba un taxi negro, sucio y viejo, modelo Tsuru. Ella subió al asiento del copiloto. Otra vez fingiendo que se iba como había llegado: ella sola.
Antes de que arrancara el vehículo de alquiler, apareció el auto blanco con los guaruras que siempre la estuvieron vigilando y se fue siguiendo al taxi en cuestión.
No cabe duda de que es evidente el miedo que siente Irene Olea de enfrentar los abusos cometidos durante su gobierno.
clh
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