Protección oficial a los ocho secuestradores de un joven llamado Jair
Un joven llamado Jair, de unos 25 años, salía despreocupado de un gimnasio ubicado en la ciudad de Puebla cuando fue interceptado y con lujo de violencia fue “levantado”. Se trataba de un secuestro ejecutado por un comando numeroso y bien organizado. Aunque sus padres pagaron un cuantioso rescate, tiene cuatro años y cuatro meses que no se sabe el paradero de la víctima. Lo sorprendente es que se detuvo a ocho de los plagiarios, pero lejos de que ello resolviera el caso, se ha convertido en una historia de impunidad porque los presuntos delincuentes parecen tener la protección oficial en los aparatos de procuración y administración de justicia del estado.
Solo eso explica que a uno de los presuntos secuestradores ya lo dejaron libre.
A otro le concedieron arraigo domiciliario.
Y a un tercero lo mandaron al penal que se destaca por tener la vigilancia más relajada, como si le estuvieran dando facilidades para que pueda escapar.
Patricia y Ricardo son los padres del joven secuestrado. Se les percibe el dolor, la rabia y la angustia de que pasa el tiempo y no saben que pasó con su hijo. Temen que pronto ocurra algo todavía peor: que sea liberado el líder de la banda que presuntamente plagio a Jair. Hay todas las condiciones de que eso ocurra.
Por eso, en su acercamiento a La Jornada de Oriente, le mandan este mensaje desesperado al gobernador Alejandro Armenta Mier:
“Usted, como padre de familia, como mandatario, sabe lo que significa un hijo, una hija, pues tiene la sensibilidad y sencillez para entender nuestro dolor, por ello desde este espacio le solicitamos que nos ayude”.
El grito de ayuda se debe a la incompetencia, la impunidad y la corrupción con que se han topado para resolver este grave hecho delictivo.
Solo hay que observar los siguientes datos para compartir y entender esa rabia:
Jair fue secuestrado el 9 de noviembre de 2020. Al poco tiempo de que se perpetró el plagio, se comunicaron con los padres para exigirles un millonario rescate.
La pareja pagó 2 millones de pesos y les entregó a los delincuentes dos camionetas para completar el monto exigido.
Nunca liberaron a la víctima. Hoy en día no saben si Jair está muerto o está vivo.
De manera sorpresiva, la Policía Ministerial logró la detención de ocho integrantes de una peligrosa y muy activa banda de secuestradores originarios de la Ciudad de México, pero que se dedicaban a privar de la libertad a personas de Puebla.
La familia de Jair creyó que la caída de esos presuntos maleantes era el inicio del esclarecimiento del caso. Ocurrió todo lo contrario.
Las cosas empezaron a “oler mal” porque el entonces fiscal general del estado de Puebla, Gilberto Higuera Bernal, nunca quiso recibir al matrimonio de Ricardo y Patricia. Pese a las insistentes solicitudes de que les concediera una audiencia.
“Nunca nos recibió, menos nos escuchó, simplemente nos ignoró”, narran los progenitores de Jair.
Al paso del tiempo, con estupor se enteraron de que la juez de lo penal Miriam Lechuga permitió que Saraí N, una de las integrantes de la banda, saliera de la cárcel y se le concediera arraigo domiciliario.
Otra juez, Karla Ivonne Munguía Olmos, ha absuelto a Sunset Ileana N y ha decretado que se le ponga libre de la prisión preventiva. Ello, pese a que esta mujer estaba identificada como una de las líderes de la organización criminal que habría secuestrado a Jair.
Por si fuera poco, un hombre llamado José Armando N, quien es identificado como el operador más violento de la supuesta agrupación de secuestradores, por órdenes de un juez fue enviado al penal de San Pedro Cholula, que es famoso por ser la prisión con la seguridad más relajada en el estado.
De nada sirvió que, en la carpeta de investigación con el número 173/2020/FEISE, se habrían acreditado unos audios en los que aparentemente se les escucha –a algunos de los detenidos– planear el secuestro de Jair, indican el matrimonio de Ricardo y Patricia.
Y ahora podría venir lo peor: este 28 de marzo es la audiencia judicial de Axel N, quien parece ser el jefe más importante de la banda.
Los padres de Jair comentan que se tienen pruebas contra este personaje, pero con los antecedentes de lo que ya pasó con tres integrantes del mismo grupo delictivo, fundamentan su miedo de que acabe siendo absuelto y liberado.
Lo que más les importa a los padres de Jair es saber qué pasó con su hijo.
Patricia narra que se ha convertido en “una madre buscadora”, como las que hay en todo el país intentando hallar a los desaparecidos.
Dice que no va a cesar hasta saber dónde está su hijo. Cada llamada telefónica que recibe, “es una ilusión de que sea él, Jair”.
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