No olvidar la historia para no repetirla

Tuvo que transcurrir más de 11 años para que el Gobierno del estado y la autoridad central de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla trazaran un camino en sintonía en beneficio de la comunidad estudiantil, abonar al proceso de desarrollo del estado y contribuir al crecimiento de la educación superior de carácter pública.

La aparición de la rectora de la BUAP, Lilia Cedillo Ramírez, y el gobernador, Sergio Salomón Céspedes Peregrina, para un carrusel de medios para explicar pormenores de Ciudad Universitaria 2 con una inversión de mil 600 millones de pesos confirma la nueva etapa en el escenario, marcado por una nueva forma de ejercer el poder público a partir del diálogo.

La última vez que un rector y el gobernador en turno se les vio juntos en un evento de carácter institucional fue en enero de 2012, cuando el entonces rector universitario, Enrique Agüera Ibáñez y el panista Rafael Moreno Valle inauguraban el nuevo estadio universitario, además de la biblioteca central en Ciudad Universitaria.

Luego vino el periodo electoral en el que el propio rector universitario decidió jugar como candidato del PRI por la alcaldía de la capital del estado con el resultado que todos conocen: La alianza que encabezó el Partido Acción Nacional con Antonio Gali Fayad echó a andar la poderosa maquinaria electoral para quedarse con el triunfo.

Ese enero de hace más de una década fue el último momento en el que se registró la fotografía de dos entes del poder público en un mismo espacio y momento. Luego vino la distancia, el enfriamiento y la ruptura con la llegada de Alfonso Esparza, el rector que terminó por poner distancia para evitar ser aprehendido por supuestos delitos cometidos en la función universitaria.     

Era la consecuencia de la conducta de un rector universitario de orígenes tecnocráticos, sin oficio para la conciliación ni atributos para construir acuerdos. Junto con un grupo pequeño de funcionarios universitarios decidió encerrarse intramuros y disponer de la hacienda universitaria como caja de tienda de raya. Son múltiples los testimonios en el interior de la propia institución.     

Conviene poner en su justa dimensión la nueva etapa en la relación entre el Gobierno de estado y la rectoría universitaria porque en el pasado los desencuentros han marcado la agenda pública.

La etapa de polarización entre dos corrientes ideológicas prevalecientes en la época produjo violencia y muerte entre ambos bandos: los carolinos, un grupo que se apoderó de la agenda de la izquierda y el Frente Universitario Anticomunista (FUA) protagonizaron una intensa disputa en la naciente década de los ’60.

Todavía este 1 de mayo un grupo de universitarios y activistas recordaron la ejecución de dos integrantes de la comunidad universitarias de aquellos tiempos convertidos en mártires de una lucha encarnizada que ciertamente produjo muertos, como Joel Arriaga y Enrique Cabrera ¡ocurrido hace 50 años!

Este año como desde hace cinco décadas, existe una corriente menor pero estentórea que ve detrás de esas dos ejecuciones a la “derecha yunquista” como los autores intelectuales de la muerte de Arriaga y Cabrera.

La historia de la relación entre la comunidad universitaria y el poder político no ha sido siempre fácil. El acuerdo entre la rectora Cedillo Ramírez y el gobernador Céspedes Peregrina ayudará a despejar esos fantasmas del pasado.

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