La gran lección de Coahuila

La jornada electoral del domingo 4 en Coahuila terminará por convertirse en la gran lección política del país. La poderosa alianza que había conseguir el Movimiento de Regeneración Nacional Nacional con el Verde y el Partido del Trabajo deberá conocer su propia acta de defunción con la ruptura que desde la víspera vive.

Lo que suceda en el Estado de México definirá escenarios en las elecciones por venir, particularmente los nueve procesos que están previstos para 2024, entre ellos el del estado de Puebla, la cuarta entidad más notable del mosaico nacional en el que dos cartas definirán ese derrotero, se dice con frecuencia.

Y en cierta medida lo es porque se trata del laboratorio político que requiere de mayor atención por la densidad demográfica, por la vecindad con la capital del país, porque por primera vez dos mujeres -Alejandra del Moral del PRI y Delfina Gómez, de Morena y respectivos aliados- disputan el poder, por añadidura es el estado del país del que surgió el conocido Grupo Atlacomulco, notable por la fuente inagotable de mitos y leyendas políticas.

Sin embargo, en ciencia política nada sucede cómo se traza en la mesa de trabajo, como se observa en Coahuila, ese pequeño estado gobernado aún por el PRI de los hermanos Moreira, dos políticos impresentables pero requeridos con frecuencia para la construcción de tramas y acuerdos políticos.

Es en esa entidad del país en la que desde que el partido oficial alcanzó la cima del poder público, en la que su candidato -un señor de aspecto de caricatura de Rius-, Armando Guadiana  perderá la elección para gobernador y, de paso, la primera abolladura a la coalición que en otras entidades goza de cabal salud. 

Los dos descalabros para el grupo dominante están previstos en todos los trabajos de prospectiva, y a menos que algo suceda en las próximas horas, la doble derrota política deberá ser atribuida a Mario Delgado, el presidente de Morena que ha sido incapaz de encontrar recursos políticos para mantener la alianza con quienes fueron sus aliados.

A la fractura que significó que el Partido del Trabajo de Alberto Anaya jugará con Ricardo García Berdeja, el exsubsecretario de Seguridad del gobierno federal, hay que añadir la ruptura con el candidato del Verde, Lenin Pérez que también es cobijado por el partido local, Unidad Democrática de Coahuila. 

Dos derrotas política en una entidad que por la lejanía del centro del país, con un menor número de electores y con un peso político significativo por apenas tener un par de exgobernadores como Humberto y Rubén Moreira parecía un asunto de trámite, terminará por convertirse en el nuevo laboratorio político del país, con un partido que parecía imbatible.

La coalición rota y un candidato perdedor, deberá obligar a la gran lectura del momento para la toma de decisiones en 2024: las imposiciones sin el fino trabajo de la buena política producen atrocidades, incluso para el movimiento que lidera un presidente con aprobación superior a los 60 puntos en el quinto año de gobierno, como Andrés Manuel López Obrador.

Y eso aplica para los estados del país y la presidencia que estarán en juego el próximo año. El Verde y el PT conocerán el valor de su peso en la eventual alianza futura y los perfiles con réditos políticos en las internas de Morena tendrán herramientas extraordinarias para jugar con decisión por las nominaciones que ya no podrán depender de la verticalidad política que jugó en Coahuila y que ahora tiene todo el panorama descompuesto.