Falta de liderazgo de la presidenta de Morena propicia los excesos de aspirantes

La excesiva propaganda adelantada a los tiempos electorales y la confrontación al interior de la 4T que están provocando los dos principales aspirantes morenistas a la gubernatura, Alejandro Armenta Mier e Ignacio Mier Velazco, en mucho se ha propiciado por la ausencia de liderazgo, así como de una presencia enérgica y dinámica, de Olga Lucia Romero Garci-Crespo, la presidenta estatal de Morena.

Las dos “corcholatas” que se disputan codo a codo la postulación de la 4T a la gubernatura de Puebla, ya metieron en un brete a Morena, tal vez con consecuencias graves rumbo al proceso electoral de 2024.

Su gasto en propaganda, la creación de estructuras de seguidores, la realización de actos masivos, la repartición de regalos y su presencia mediática, ya es escandaloso. Implica una fuerte inversión de muchos millones de pesos que, ambos políticos, de manera infantil buscan evadir con la versión de que ellos no son los responsables de todo ese montaje político.

Si se hiciera una profunda auditoria, los dos aspirantes seguramente ya rebasaron los topes de gastos de campaña que se les fijará a los candidatos a la gubernatura, cuando ya esté en marcha el proceso electoral de 2024.

Esa condición es muy evidente en las actividades proselitistas de Ignacio Mier y con Alejandro Armenta, aunque ha sido menos oneroso en su promoción proselitista, tampoco se queda atrás.

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La creación de estructuras de apoyo a Mier y Armenta, están abriendo muchos frentes al interior de la 4T en Puebla, el empezar a haber una fuerte confrontaciones entre líderes, militantes y simpatizantes de Morena.

Sin contar, que muchos morenistas están confundidos porque creen que los comités de “las corcholatas” son actividades oficiales de Morena, sin percatarse que son labores ajenas al partido.

Mucho de este descontrol se debe a que la presidenta de Morena no ha sabido imponer su autoridad y no regula nada de lo que está aconteciendo en el partido que dirige.

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Para nadie es un secreto que Olga Lucia Romero Garci-Crespo carece de interlocución con Ignacio Mier y Alejandro Armenta.

Y a su vez, los dos aspirantes se mandan solos sin tomar en cuenta a la dirigencia estatal del Partido de Regeneración Nacional.

Ellos no son los culpables, sino esa condición es consecuencia de la falta de un liderazgo sólido en Morena.

Fuera de sus redes sociales y de encuentros internos de Morena, Olga Lucía Romero Garci-Crespo tiene una total ausencia de los espacios de opinión pública; no despliega acercamientos con la militancia de Morena y los seguidores de la 4T; y tampoco tiende puentes de entendimiento con los dirigentes de fuerzas políticas aliadas.

En los ocho meses que lleva en el cargo, su dirección partidista se ha vuelto invisible.

Son dos los problemas fundamentales que enfrenta la dirigente de Morena:

Primero: de profesión veterinaria, abogada y licenciada en Gastronomía, esta mujer oriunda de Tehuacán surgió en las filas de la 4T de la mano de Luis Miguel Barbosa Huerta, quien la impulso para convertirse –por primera vez— en diputada local y presidenta de la Comisión Inspectora de Hacienda del Congreso del estado.

De igual manera, con el apoyo del entonces gobernador Luis Miguel Barbosa, en agosto de 2022, dejó la diputación local –de la que se había reelecto— y se convirtió en la segunda mujer –luego de María Luisa Albores— en dirigir Morena a nivel estatal.

Nunca se supo quitarse el cordón umbilical del barbosismo. O no la dejaron.

Y en los 5 meses en que coincidieron ella como dirigente partidista y Barbosa como mandatario estatal, la presidenta de Morena no daba un paso, una declaración de prensa o asumía una decisión hacia el interior del partido, sin antes consultarlo con Casa Aguayo.

A la muerte de Luis Miguel Barbosa, el gobernador sustituto Sergio Salomón Céspedes Peregrina, ha asumido de facto el liderazgo de Morena, por ser quien interactúa con líderes, legisladores y aspirantes a cargos de elección popular de la 4T.

La presidenta de Morena simplemente acabó de borrarse de todos los espacios de opinión pública y de la amplia, diversa y compleja esfera de la 4T.

Segundo: es una mujer insegura y carente de talento, o de ganas, de tener una presencia mediática. Siempre que aparece dando una rueda de prensa, por lo general, acaba cometiendo un yerro mayúsculo.

Como cuando sugirió que había las posibilidades de hacer una alianza electoral con sectores del PRI, en torno a la sucesión de 2024. Tuvo que salir el entonces gobernador Barbosa a enmendar la plana y aclarar que no había ninguna posibilidad que eso ocurriera.