El gigante global Amazon, compró a mediados de agosto, a iRobot Corporation, un fabricante de aspiradoras. Pero, los analistas no se quedaron con la anécdota de la operación, sino que le agregaron algo más, también compró los derechos de Smart Maps.
El primero es el referente de tecnología doméstica robotizada mientras que el segundo es un producto que permite establecer mini georreferencias, que, al combinarse, permitirán identificar con un asombroso nivel de detalle, cómo es una casa, y el comportamiento de todos los habitantes de la misma.
Las compras de ambas empresas llevarán a Amazon al conocimiento íntimo de aquellos que compren los productos de iRobot Corporation. En términos inocentes, el “cerebro” de la casa podría identificar de inmediato si un foco se fundió y avisar al dueño para que lo cambie.
Sin embargo, en términos ya no tan inocentes, tal “cerebro” tiene información nítida de quien entra y a qué hora, incluyendo las mascotas, los proveedores, los vecinos, hasta los rateros.
Ahí está un dato: el sistema de bocinas inteligentes marca Echo, ha sido vendido en las tiendas en línea por casi 10 millones de unidades, tan solo en lo que va de 2022.
Los expertos apuntan un ejemplo potencialmente real de este tema, alguien que habite la casa, se enferma. Lo obvio es que el sistema alerte al propietario para que el enfermo sea atendido, pero lo segundo es que el sistema avisara a un gobierno local, por ejemplo, en un caso de Covid-19.
Si la persona decidiera quedarse en casa para descansar y no salir a contagiar gente, el sistema podría “decidir” hacer compras que tal vez ni siquiera necesite o no puede hacer. Y de paso, el gobierno podría ir a verlo sin que siquiera otorgue su consentimiento.
Suena a fantasía, pero la tecnología puede llegar a ser omnipresente y al mismo tiempo, tomarse atribuciones que no le corresponden, en demérito de la libertad de las personas. Y por si hiciera falta algo más, hay que pensar en los datos personales.
Sobran organizaciones criminales de alto impacto que pagarían carretadas de dinero por tener acceso a esa clase de datos. Los vendedores de narcóticos no tendrán que poner tienditas en las calles para esperar a que lleguen sus clientes, sino que podrían identificar quien es adicto y a qué sustancia, señalándole hasta el domicilio.
Los expertos en robos de identidad podrían identificar quienes son más vulnerables por sus hábitos de consumo y todo eso está al alcance de sus manos. Los innumerables robos de datos a Facebook y WhatsApp están ahí para demostrarlo.
No es predicar el oscurantismo medieval.
Es señalar el riesgo potencial de abrirle la puerta a una tecnología que tiene todo lo necesario para irse en contra nuestra.
Decidir la compra de una de estas aplicaciones es más compleja de lo que aparenta.
De las anécdotas que se cuentan
Era de noche el 7 de mayo pasado y un avión de Volaris pidió autorización a la Torre de Control del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) para aterrizar. El controlador le dio la autorización. Hay docenas de audios que lo confirman.
Pero dos pilotos se metieron en la conversación y le dijeron a su compañero que de inmediato diera una “subida al aire” porque había un avión, también de Volaris, en plena pista. Con una maestría intimidante, el piloto alertado abortó el aterrizaje y se alejó del lugar.
De noche pasó el mensaje en redes sociales del presidente de Volaris, Enrique Beltranena, diciendo obviedades. La realidad es que los pasajeros y la tripulación de ambas aeronaves salvaron la vida, porque entre pilotos se alertaron de lo que ocurría en la pista 05L.
Por si eso no fuera suficiente, un video captó puntualmente la escena.
Y haber tenido la osadía de grabarlo, le costó el trabajo a su autora, la piloto Libertad Salmerón, quien fue uno de esos dos compañeros que alertaron al comandante del vuelo que estaba a un paso de caerle encima a otra aeronave.
El video fue el motor para despedir al nefando director de Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (SENEAM), Víctor Hernández. Su palmarés incluye 17 eventos similares, según cuentan pilotos en sus redes sociales.
El SENEAM fue el encargado del rediseño del espacio aéreo ante la construcción del Aeropuerto Felipe Ángeles (AIFA).
Pues, hace unos días, el 22 de agosto, la capitana Libertad Salmerón regresó a su trabajo, arropada por la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA).
“Nadie me pudo decir, fue más o menos después de un mes, nadie me contestaba ni tenía idea de lo que estaba sucediendo, pasó una semana, hasta que decidieron terminar el contrato laboral conmigo, no sé la razón, no tengo la menor idea”, señaló Salmerón.
Fue así que la ASPA y el Colegio de Pilotos Aviadores de México la apoyaron para regresar al aire, pilotando un Boeing 737 de Aeroméxico.
En este y en docenas de espacios periodísticos más se ha alertado de lo que ocurre ahora mismo en el espacio aéreo de la Ciudad de México, con la necedad del AIFA y el rediseño del tráfico aéreo, hecho sobre las rodillas.
Dieciocho incidentes después, esperemos que la solidaridad entre pilotos alcance para seguir salvando vidas, las de millones de pasajeros y cientos de tripulaciones.
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