Carlos Abascal fue el que negoció la protección a Marín

Durante 12 años el exgobernador de Puebla Mario Plutarco Marín Torres se salvó de ir a dar a la cárcel por ser presunto autor intelectual de la tortura y detención ilegal de la periodista Lydia María Cacho Ribeiro por el manto de protección que la brindó el PAN. El artífice de ese acuerdo fue Carlos María Abascal Carranza, quien a principios de mayo de 2006, pactó con el entonces mandatario de que nadie lo iba a quitar del cargo de titular del Poder Ejecutivo a cambio de que ayudara a hacer un fraude en los comicios de ese año para que Felipe Calderón Hinojosa ganara la presidencia de la República.

Abascal, en su calidad de secretario de Gobernación del presidente Vicente Fox Quesada, es quien directamente se encargó, entre otros asuntos, que doblegar al panismo poblano para que dejara a un lado su pretensión de buscar la destitución de Mario Marín como gobernador de Puebla y se frenara la campaña de denostación contra el llamado “góber precioso”.

Ayer el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, hizo alusión a que en 2006 Mario Marín ayudó al fraude electoral a favor de Felipe Calderón y cambio de ello, recibió protección para que no fuera procesado por los abusos cometidos en el llamado Lydiagate.

La historia de ese hecho obscuro es la siguiente:

El 14 de febrero de 2006 inició la pesadilla para Mario Marín cuando La Jornada y en el noticiero radiofónico de Carmen Aristegui se reprodujeron las grabaciones entre el entonces gobernador de Puebla y el empresario Kamel Nacif, mejor conocido como “el rey de la mezclilla”, en donde se felicitaban mutuamente por la detención ilegal y la tortura de Lydia Cacho –en diciembre de 2005–, una periodista y escritora que había desnudado las redes de comercio sexual infantil que manejaba –o sigue manejando– la llamada “mafia libanesa”.

Durante mes y medio, Marín Torres minimizó los efectos de ese escándalo. Incluso en febrero lanzó la advertencia de que: “a mi sólo el pueblo me puede quitar del cargo de gobernador, no lo provoquen”.

Esa expresión era una bravata de respuesta a que, a una gigantesca marcha de unos 80 mil participantes, por esos días había exigido su salida del poder coreando: “Mi héroe, papá, te vamos a sacar”, “mi góber precioso, tú eres asqueroso” y “Marín entiende, los niños no se venden”.

En ese mismo mes, el entonces candidato presidencial del PAN, Felipe Calderón Hinojosa, en un mitin en Huejotzingo prometió que si ganaba las elecciones iba a echar a Marín del gobierno estatal, para ello utilizó una cartulina roja simbolizando la tarjeta de expulsión del futbol. Sin embargo, para el entonces jefe del Poder Ejecutivo eso era solo un acto propagandista.

Cuando realmente se cimbró Marín fue el 14 de marzo de 2006, pues ese día con 373 votos a favor la Cámara de Diputados aprobó que la Suprema Corte de Justicia de la Nación iniciara una investigación contra el mandatario y el máximo tribunal del país, una semana después aceptó dicho proceso.

A la par, los obispos católicos se pronunciaron por esclarecer el caso de Lydia cacho, al pronunciarse en contra de las redes de prostitución infantil.

Y por si fuera poco, en abril, la Procuraduría General de la República (PGR), inició una averiguación previa en su contra y citó a declarar al gobernante poblano, quien se negó a acudir ante el Ministerio Público Federal bajo el argumento de que primero debía agotarse la investigación de la SCJN, que iba a determinar si se habían violado los derechos humanos de Lydia Cacho desde las instituciones del Poder Ejecutivo de Puebla.

Tal situación perecía tener acorralado a Mario Marín, que ya había sido abandonado por Roberto Madrazo Pintado, el entonces candidato presidencial del PRI.

Por eso había empezado a preparar la transición para dejar el cargo y la titularidad del Poder Ejecutivo recayera en Javier López Zavala, su leal secretario de Gobernación. Quien por cierto ahora está en la cárcel por ser un presunto feminicida.

De manera sorpresiva, a principios de mayo, con un aviso de unos minutos antes de que aterrizara en un helicóptero en Casa Puebla, llegó a visitarlo Carlos Abascal Carranza, el entonces secretario de Gobernación, un hombre conservador, católico rayando en el fanatismo y ex presidente de Coparmex.

Abascal le comunicó a Marín la preocupación de que Andrés Manuel López Obrador estaba en el primer lugar de las encuestas de la contienda presidencial y el candidato panista, Felipe Calderón Hinojosa, no crecía en la popularidad del electorado. Por eso solicitaban su ayuda para evitar el triunfo del abanderado de la izquierda.

Le proponía que, si los ayudaba a cerrarle el paso a López Obrador, el PAN le garantizaba que no iba a ser destituido como gobernador y que nunca, por ningún motivo, iba a avanzar la averiguación previa de la PGR.

Marín al principio vio con escepticismo la propuesta de Abascal. Se convenció cuando el secretario de Gobernación dio un manotazo al panismo poblano y frenó de tajo el slogan de la campaña electoral de los candidatos a diputados federales y senadores: “Marín, el góber precioso, te vamos a sacar”.

Se ordenó que no hubiera una sola mención al llamado Lydiagate en las actividades proselitistas del albiazul. Y se cumplió.

Por esa razón Marín, a finales de mayo, cortó todos los presupuestos para las campañas electorales del PRI.

Le dio la orden a Javier López Zavala de desarticular todas las estrategias de movilización de votantes de los candidatos a diputados federales.

¿Qué pasó en la elección del 2 de julio de 2006? El PAN ganó en 13 de los 16 distritos electorales de Puebla, a excepción de Huauchinango, Zacapoaxtla e Izúcar de Matamoros.

En cambio, el PAN ganó en distritos como Zacatlán, Tepeaca, Chalchicomula de Sesma, Ajalpan, entre otros, que en esa época era imposible imaginar una derrota del PRI y lo que más llamaba la atención, que en el electorado de esas demarcaciones no había mucha atención mediática al llamado Lydiagate.

Lo que hizo Marín, es que al frenar la movilización del electorado le quitó al PRI algo así como 350 mil votos, que permitió al PAN ganar a nivel global en el estado por cuatro puntos de diferencia.

Cuando dos años antes, el PAN había perdido la gubernatura en una proporción de dos a uno, siendo los candidatos el panista Francisco Fraile y el priista Mario Marín.

Una muestra de ese pacto es que cuentan que en el resto del sexenio federal tanto Carlos Abascal como el entonces presidente Vicente Fox siempre que hablaban del gobernador de Puebla lo hacían con el hincapié de llamarlo: “licenciado Mario Marín Torres”, como muestra de agradecimiento por el acuerdo obscuro que salvó el “pellejo” a Felipe Calderón.