El día en que Moreno Valle evitó que López Zavala fuera a la cárcel
La primera vez que Javier López Zavala estuvo en riesgo de pasar una larga temporada en prisión –tal como ahora, que está acusado de homicidio de la activista Cecilia Monzón–ocurrió a finales del año 2009, cuando era secretario de Desarrollo Social. Aunque parezca contradictorio o poco creíble, quien lo salvó de ser destituido, procesado penalmente y tal vez de ir a dar a la cárcel fue el panista Rafael Moreno Valle Rosas, quien un año más tarde aplastó la carrera política del priista.
A lo largo de sus 30 años de carrera como figura pública, la mayor parte del tiempo bajo el manto protector del priista Mario Marín Torres, el político de origen chiapaneco se desarrolló en un ambiente de impunidad. No importaba lo que pasara, siempre había la idea de que nunca le ocurriría algo grave y que sus relaciones lo salvarían. Esa condición es la que al parecer lo llevó a presuntamente cometer el asesinato de su expareja sentimental sin medir las consecuencias.
La historia de la primera vez que López Zavala pudo caer en la cárcel y truncar su vida política, ocurrió de la siguiente manera:
Quienes realmente en ese entonces tenían las preferencias electorales de su lado y podían ser buenos candidatos del PRI a la gubernatura era en primer lugar el exrector de la UAP, Enrique Doger Guerrero, y en segundo sitio la edil de la capital en esa época, Blanca Alcalá Ruiz. El problema es que a ambos los odiaba Mario Marín. Al primero por ser un personaje desleal. Y a la segunda, por la misoginia que caracterizaba al titular del Poder Ejecutivo.
Para aumentar la popularidad de Javier López Zavala se decidió nombrarlo secretario de Desarrollo Social del gabinete estatal y otorgarle, un mega presupuesto de alrededor de 7 mil millones de pesos para el ejercicio fiscal de 2009, con el propósito de que gastara a manos abiertas para ganarse la simpatía de grupos sociales, religiosos, políticos y de sindicatos, así como de medios de comunicación y facciones del PRI y de los partidos de oposición.
Y efectivamente, si algo caracterizó a Zavala –como todos los conocían popularmente—es que 3 o 4 veces a la semana aparecía en la prensa fotografiado con una enorme sonrisa, siempre exhibiendo la entrega de cheques. Era algo que le fascinaba al priista, tomarse imágenes repartiendo dinero a diestra y siniestra. Pero siempre con cheques. Este último dato es muy relevante y se explica más adelante.
Por esas épocas tenía tres años de estar en campaña pre-electoral Rafael Moreno Valle Rosas, quien era senador de la República y estaba muy dolido con el marinismo que lo había obligado a dejar las filas del PRI. Como panista, había logrado tejer importantes relaciones en el ámbito nacional, sobre todo con el gobierno del entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa, aunque al mismo tiempo era repudiado por el grueso de los panistas poblanos.
Moreno Valle con el apoyo de su mentora política Elba Esther Gordillo Morales, que era la presidenta del SNTE, a principios de 2009 urdieron una conspiración muy exitosa por la cual negociaron en Miami, Florida, con Mario Marín el obligarlo a entregar al PAN la gubernatura a cambio de no exhibir públicamente un expediente muy comprometedor de asuntos oscuros y corruptos del mandatario poblano.
En esa negociación, Marín y Moreno Valle se pusieron de acuerdo que la elección federal de 2009 la ganaba el PRI –así ocurrió— y la de 2010, que era de la de gobernador, desde el Poder Ejecutivo se provocaría la derrota del Partido Revolucionario Institucional, condición que Mario Marín cumplió al pie de la letra.
Para Moreno Valle era importante que el candidato del PRI, es decir su rival en la contienda de 2010, no fuera ni Blanca Alcalá ni Enrique Doger, porque ellos si lo podían derrotar.
Por esa razón de peso, Mario Marín nunca aceptó por ninguna circunstancia quitar a Zavala de la posibilidad de ser candidato, pese a las críticas de varios marinistas, como Valentín Meneses y David Villa Issa, que le advertían que con López Zavala caminaban a la segura derrota electoral.
A finales del año 2009 se prendieron “los focos rojos” en las oficinas de Moreno Valle cuando una fuente de la Auditoría Superior de la Federación le comunicó que habían descubierto un asunto muy grave en el ejercicio presupuestal de Puebla, cuyo autor era Javier López Zavala, entonces secretario de Desarrollo Social.
Resulta que Zavala por su afán de repartir cheques al por mayor, había decidido trasladar gran parte del presupuesto de desarrollo social, en el que había fondos federales, a sus cuentas bancarias personales, como una manera de que se le facilitara en cualquier lugar y hora sacar su chequera y emitir documentos bancarios, que se podían cobrar al portador.
Eso no se puede hacer, el depositar fondos públicos a cuentas bancarias privadas. Es delito de peculado.
Si ese asunto trascendía hubiera constituido la caída política de Zavala y seguramente lo habrían procesado penalmente, cerrándose la posibilidad de ser candidato a gobernador.
Se dice que Moreno Valle uso todas sus influencias para que Mario Marín se enterara del dislate de Zavala. Se hiciera un acuerdo con las autoridades fiscalizadoras y el gobierno de la República, para emplear una estrategia en la que el entonces gobernador resarciera el daño emitiendo nuevos cheques, ahora desde el Poder Ejecutivo estatal, para aparentar que no había existido un manejo irregular del presupuesto de desarrollo social.
Funcionó la estrategia que permitió a Zavala salvar el pellejo.
Y que un año más tarde fuera candidato del PRI a la gubernatura.
Que fuera una aspirante débil al que Moreno Valle aplastó por una diferencia de 228 mil 33 votos.
Marín cumplió el acuerdo de Miami y entregó la gubernatura al PAN. El propio López Zavala lo acusó después de la elección de 2010 de que lo había traicionado.
Zavala y Marín gozaron de plena impunidad todo el periodo en que dominó el morenovallismo.
Todo cambio en la era de la 4T. Los dos marinistas cayeron en la cárcel con un año y 4 meses de distancia. Mario Marín por torturador. Zavala por presunto homicida. Se les acabó la impunidad que les brindó el morenovallismo y el PRI.
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