La soberbia hizo acabar a los marinistas presos o prófugos

Inesperada y de un fuerte impacto fue la noticia de la presunta vinculación de Javier López Zavala como autor intelectual del asesinato de la activista Cecilia Monzón Pérez; pero en el fondo nadie debe sorprenderse, pues el priista siempre estuvo al amparo del grupo político de Mario Marín Torres, mismo que cuando detentó el poder actuó con soberbia, exclusión y sobre todo, con impunidad. Todos los integrantes importantes de esa facción –incluido Zavala– sentían que eran intocables y por esa misma razón, las cabezas de dicha corriente han terminado en la cárcel, prófugos de la justicia o gravemente enfermos, pues dos de ellos están actualmente desahuciados.

Los excesos, frivolidades y actos ilegales de los marinistas son el factor fundamental que acabó con el PRI poblano. No hay otra razón que explique el desmoronamiento tan drástico de dicho instituto político.

Antes de la llegada de Mario Marín a la gubernatura de Puebla –en el año 2005— el priismo local era una fuerza política hegemónica y había una oposición débil y leal a los intereses del tricolor. Luego del arribo de Marín a la titularidad del Poder Ejecutivo, dicho partido se ha quedado sin sus estructuras, liderazgos y sus votos que lo hacían una maquinaria electoral que parecía invencible.Marín era un político de origen muy humilde, que luego de pasar por algunos cargos menores, se empezó a encumbrar en los gobiernos de Mariano Piña Olaya y Manuel Bartlett Díaz, por ser el encargado de las “cañerías” del sistema político priista. Era el designado para el trabajo sucio: como eran los actos de corromper, de cometer fraudes electorales, de reprimir a movimientos sociales o de espiar a los grupos de oposición.

Alguna vez un diputado local priista de origen libanés, que quería ser candidato a la presidencia municipal de la capital, en la década de los años 90, expresó: “A Marín se le tiene lealtad o se le tiene miedo”. Este tecleador, de manera ingenua, le preguntó por qué era tan extremista en su expresión, a lo que respondió: “¿Tu sabes cuántas vidas ha de deber Marín por todos los encargos que le han hecho desde el más alto nivel?, por eso nadie lo enfrenta”.

Cuando el político priista originario del municipio mixteco de Coyotepec llegó al cargo de gobernador, no ocultaba su odio hacia los periodistas, su misoginia y su autoritarismo. Por eso actuó con soberbia y exclusión, que sufrían los propios priistas.

Durante el sexenio en cuestión surgió una figura, que inventó el propio Marín, que se hacía llamar “la burbuja marinista”, que no era otra cosa que el grupo formado por el gobernador, junto con sus incondicionales Javier López Zavala, Javier García Ramírez, Valentín Meneses Rojas y Mario Montero Serrano, que controlaban al Poder Ejecutivo, el Congreso local, el PRI, el Poder Judicial, a la oposición, a ciertos medios de comunicación y hasta algunos organismos empresariales.

 

Eso implicaba que los contratos de obras públicas, los negocios que se hacían desde el erario, los cargos púbicos importantes y la participación política, era solamente para los miembros de “la burbuja marinista”, dejando fuera a otras facciones del PRI.

Era tanta su soberbia, que “la burbuja marinista” se había preparado para gobernar por lo menos 4 sexenios. Según sus planes esta era su ruta: primero estaba Mario Marín, luego lo iba a suceder Javier López Zavala, para posteriormente dar paso a Mario Montero Serrano e iban a cerrar el ciclo, nominando a Mario Marín García, el hijo del entonces mandatario.

Un proyecto que por cierto copió Rafael Moreno Valle Rosas, que luego de derrotar al PRI en 2010, pues juraba que los morenovallistas iban a mandar en Puebla las próximas tres décadas.

Al brotar el escándalo del Lydiagate, entre diciembre de 2005 y febrero de 2006, muchos creyeron que eso iba a frenar la arrogancia de los marinistas. Ocurrió todo lo contrario, el que no cayera Mario Marín como gobernador y librara la investigación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación por la abusiva detención de la periodista Lydia Cacho Ribeiro, provocó que el grupo en el poder sintiera que era intocable, que siempre iban a ser impunes.

En 2009 surgió una negociación entre el panista Rafael Moreno Valle Rosas y Mario Marín Torres, para que el segundo entregara la gubernatura al PAN a cambio de que habría impunidad para los marinistas en el siguiente sexenio. Así ocurrió. Eso provocó por segunda vez que los priistas beneficiados por ese oscuro acuerdo sintieran que nadie los iba a molestar.

Por eso Mario Marín no se cuidó y nunca previó que se iba a reabrir el Lydiagate, tal como pasó con el gobierno de la 4T, y ahora está preso y abandonado por su gente en un penal del estado de Quintana Roo, acusado de tortura contra la periodista Lydia Cacho.

Lo mismo pasó con el ex director de la Policía Judicial y ex subsecretario de Seguridad Pública, Adolfo Karam Beltrán, quien ahora es prófugo de la justicia, por las mismas causas que tienen en la cárcel al exgobernador Mario Marín.

Alfredo Arango García, quien fue secretario de Salud, a todos presumía su nueva riqueza al final del sexenio marinista, razón por la cual lo encarcelaron unos pocos meses.

Javier García Ramírez en su calidad de exsecretario de Obras Públicas el morenovallismo le permitió huir de Puebla, para fingir que se perseguía la corrupción. El exfuncionario vivió en Sudáfrica, en Francia y en Veracruz, con la condición de no regresar al estado. Se sabe que ahora está muy enfermo.

Valentín Meneses Rojas, el hombre de más confianza de Mario Marín, se olvidó que tenía abiertos procesos legales por evasión de reos peligrosos de la época en que fue secretario de Gobernación. El año pasado intentó ser candidato del PRI a un cargo de elección popular y lo encarcelaron. El marinista pensaba que nadie se atrevería a procesarlo. Ya está libre.

Y ahora Javier López Zavala se ve involucrado en un homicidio de su expareja sentimental Cecilia Monzón, tal vez porque creyó que los agentes de la Fiscalía General de Justicia nunca se atreverían a investigarlo. Se creyó invencible y ahora duerme en una celda del penal de San Pedro Cholula.