La lealtad en política es oro molido. El respeto de los acuerdos básicos es otro ingrediente que explica las razones por las cuáles muchos personajes que arribaron en el sexenio de la 4T, simplemente ya no están.
En el país, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido muy estricto en este tema. Si usted duda, pregúntele al senador Ricardo Monreal, quien cayó del cielo al infierno del desdén.
Se volvió impresentable para lo que cree el mandatario federal. Nadie lo puede remediar.
Eso aplica también en Puebla con un gobernador como Luis Miguel Barbosa a quien le disgustan las medias tintas, dobles juegos y, sobre todo, la traición.
Andar de mesa en mesa criticándolo, censurándolo y denostándolo tampoco es una estrategia que sirva a quienes hoy en tiempos electorales buscan acercarse a él, porque saben ya el papel que jugará en el 2024.
¿Nombres?
En lo que va del sexenio han caído, por traiciones, abusos, incumplimiento a su palabra, descalificaciones e incluso usar su nombre para hacer negocios o acuerdos políticos, varios personajes.
Fernando Manzanilla Prieto, exsecretario de Gobernación; Claudia Rivera Vivanco, exalcaldesa de Puebla; Francisco Romero Serrano, exauditor; Guillermo Aréchiga Santamaria, extitular de Movilidad y Transporte; Alejandro Armenta Mier, senador; Ignacio Mier, legislador federal; Mario Delgado, líder de Morena; David Méndez, delegado del Instituto Nacional de Migración; Rodrigo Abdala, superdelegado federal. Agregue otros más, pero sin duda son las más representativos.
Todo gira en torno a la lealtad. A la capacidad de entender siempre que antes del 02, se encuentra el 01.
Los citados auguraron el peor de los escenarios para el gobernador en las elecciones del 2021 y erraron. Hoy, cada uno vive su laberinto de la soledad y busca tender puentes que ellos mismos dinamitaron.
Entrarán a callejones sin salida.
Y si tienen dudas, pregúntele a Monreal.
Otros deberían empezar a verse en el espejo del Senador.