Chantaje criminal contra el alcalde de Zacatlán

Al menos una veintena de homicidios dolosos, la mayoría de ellos ejecuciones en la vía pública, han ocurrido en Zacatlán desde que en octubre pasado cambió el gobierno local. Mucha de esta violencia parece explicarse por una especie de chantaje del crimen organizado que ha buscado obligar al edil de este municipio de la Sierra Norte, el priista José Luis Márquez Martínez, a que negocie y acepte dar protección a las bandas que operan en la región.

El alcalde se ha resistido, razón por la cual ya cambió dos veces al secretario de Seguridad Ciudadana –el último relevo fue el pasado 18 de marzo— y eso le ha generado una reacción violenta de los grupos que controlan el narcotráfico y el robo de autos.

La actual semana arrancó en Zacatlán con la ejecución –a disparos de arma de fuego, en la vía pública– de un personaje llamado Óscar Geovanny, que tenía el apodo del “Oso”, y de otro hombre, del que se desconoce su identidad y fue abandonado en la carretera, en bolsas negras de basura.

Zacatlán es uno de los municipios del país que en el último lustro ha tenido un mayor crecimiento exponencial de visitantes, lo que se ha traducido en un aumento de la actividad de servicios turísticos, siendo la principal fuente de ingresos económicos en la región. Al mismo tiempo, han proliferado las bandas dedicas al robo de vehículos y autopartes, así como al narcomenudeo, que ha tenido un despunte inusual.
 

Entre los años 2015 y 2019, el principal problema de inseguridad era el robo de combustible, un ilícito que deliberadamente se dejó crecer en el morenovallismo. Su punto más álgido fue en octubre de 2018, cuando en las calles céntricas fue ejecutada una familia, que incluyó a un menor de 14 años, contra la que hubo poco más de 50 disparos. En ese hecho mataron a “La Parca”, que era el principal líder huachicolero de la región norte del estado. Meses más tarde detuvieron a 60 operadores de una red de hurto de combustible.

Mientras el huachicol se logró contener en los últimos cuatro años, el robo de automóviles, los asaltos carreteros y el narcomenudeo se dispararon. No obstante, la violencia no había despuntado en Zacatlán, tal como se ha visto en los seis meses recientes.

Al llegar José Luis Márquez Martínez al cargo de edil, por segunda vez, empezó a ocurrir una oleada de ejecuciones. De tal manera que cuando el actual alcalde cumplió 76 días en el puesto ya se contabilizaban 14 homicidios dolosos en el municipio, así como un número importante de intentos de asesinatos y heridos de bala.

Una característica es que el grueso de los asesinatos ocurre con el mismo patrón: siempre actúan sicarios con buen manejo de armas de fuego y con el uso de motocicletas.

Y una segunda particularidad es que en los primeros meses de gestión de Márquez Martínez siempre que había un acto público importante de la presidencia municipal había un hecho fuerte de violencia, que por lo general era una ejecución.

Es decir, esas muertes además de ser ajustes de cuentas entre bandas delictivas, se han usado para mandar mensajes violentos al ayuntamiento de Zacatlán.

En alguna ocasión el edil realizó la entrega de una pequeña obra, pero que era representativa por ser el arranque de gobierno, razón por la cual invitó al acto de inauguración a las dos principales figuras del priismo poblano: los diputados Jorge Estefan Chidiac y Néstor Camarillo Medina, quien además es el presidente estatal del PRI. Poco antes del evento oficial, hubo detonaciones de armas de fuego en la comunidad donde se realizó el acto, que es Jicolapa, por lo cual la ceremonia en cuestión fue breve.

Precisamente es Jicolapa donde han ocurrido varias de las ejecuciones más importantes de los últimos meses, incluido el homicidio de Norberto Morales González, quien era presidente de esa junta auxiliar y el 10 de diciembre del año pasado dos sicarios a bordo de una moto le dispararon cuando salía del bachillerato en donde se desempeñaba como docente.

Y es un secreto a voces que Jicolapa es el centro de operaciones de algunas bandas del crimen organizado.

El problema de fondo es que los anteriores alcaldes habrían negociado con los líderes de esos grupos delictivos.

A diferencia de José Luis Márquez, que se ha resistido. El edil ha realizado tres acciones que no han gustado a las organizaciones criminales. Estas son:

Desde el trienio pasado la Fiscalía General del Estado detectó que en el relleno sanitario de Zacatlán se arrojaban cadáveres y objetos que convenía desaparecer a las bandas de robo de autos. El entonces edil Luis Márquez Lecona hizo caso omiso a esa observación, mientras que el actual presidente municipal puso protección para que nadie ingrese al lugar durante la noche.

Al llegar al cargo descubrió que había una doble nómina en la Policía Municipal: la del ayuntamiento y la que pagaban grupos criminales, por lo que empezó a haber una depuración de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, que incluyó cambiar a los mandos de la corporación.

Una tercera acción ha sido la de llevar un sistema de revisión del desplazamiento de las patrullas de la policía y compartir información sobre el comportamiento delictivo con la Secretaría de Seguridad Pública del estado.

Esa es la fuente de la ola imparable de violencia que hay en Zacatlán.

Hay un juego de fuerzas entre el alcalde José Luis Márquez y el crimen organizado.