Los ediles de Zacatlán y Chignahuapan se olvidaron de la promesa de combatir la violencia en la carretera Tlaxco–Tejocotal

El reciente asesinato de dos mujeres en la autopista Tlaxco-Tejocotal –en un aparente asalto— ha venido a desnudar que, a seis meses de que iniciaron sus gestiones, los alcaldes de Zacatlán y de Chignahuapan, los priistas José Luis Márquez Martínez y Lorenzo Rivera Nava, respectivamente, no cumplieron o ya se les olvidó una de sus principales promesas de campaña que era: frenar la desbordada violencia criminal que hay en esa vía de comunicación y dotarla de un cuerpo de seguridad específico.

José Luis Márquez Martínez y Lorenzo Rivera Sosa le dieron al PRI en 2021 sus mejores triunfos electorales. Fueron las victorias más relevantes y prácticamente se convirtieron en los salvavidas del partido para evitar que se convirtiera en la cuarta o quinta fuerza política en el estado, que hubiera sido un desastre brutal para el tricolor, que apenas hace una década dominaba en toda la entidad.

Ambos políticos ganaron, en mucho, porque mostraron enojo, indignación, con el clima de inseguridad que azota a la Sierra Norte. En particular con lo que pasa con los asaltos carreteros en la autopista Tlaxco-Tejocotal, que ya es conocida como “el paseo de la muerte”.

En campaña, dijeron que ellos sí sabían como combatir la inseguridad y el electorado les creyó. Cuando ganaron los comicios y estaban en el periodo de transición, surgió de nuevo la demanda –como consecuencia del secuestro y asesinato de un conocido empresario de la región– de frenar los hechos delictivos en la autopista.
 

Por esa razón se comprometieron a que los ayuntamientos de la región iban a crear un cuerpo de seguridad específico para la autopista Tlaxco-Tejocotal, que por lo menos tendría ocho patrullas, para que cuatro vehículos policiacos de manera permanente circularan en cada uno de los sentidos de esa vía de comunicación para frenar los asaltos. Además, buscarían la instalación de un cuartel de la Guardia Nacional.

A seis meses de que asumieron los cargos de ediles, la inseguridad rebasa a la gestión de ambos alcaldes, sin importar que esa situación daña el flujo de visitantes y los municipios de Chignahuapan y Zacatlán viven fundamentalmente de la actividad turística.

Hasta la fecha no hay el cuerpo policiaco que ofrecieron ni el cuartel de la Guardia Nacional y mucho menos la exigencia de que la empresa concesionaria de la autopista se haga cargo de la seguridad de esta vía de comunicación.

Todo quedó en un discurso demagógico. José Luis Márquez y Lorenzo Rivera ya ganaron la elección, ya se instalaron en el poder y se olvidaron de las promesas de campaña.

La autopista Tlaxco-Tejocotal, que cubre una distancia de 63 kilómetros, está concesionada a la empresa Pinfra y es una vía estratégica para comunicar a Puebla con los estados de Tlaxcala e Hidalgo, así como a los municipios de Zacatlán, Chignahuapan y Huauchinango, pero se ha convertido en una de las carreteras más peligrosas del país.

Por lo menos cada semana hay dos episodios violentos que van desde asaltos hasta secuestros y “levantones”.

Algunas fuentes estiman que en los últimos años por lo menos ha habido unos 20 muertos por hechos delictivos en esa carretera.

Por esa autovía circulan a diario unos 5 mil 200 autos y camiones, siendo la principal forma de comunicación entre la capital poblana con la Sierra Norte, lo cual la hace atractiva para bandas delictivas que operan entre los estados de Puebla, Tlaxcala y Veracruz.

En 2019 se volvió un lugar común que a los conductores les arrojaran piedras –desde puentes peatonales— para destruirles el parabrisas de sus vehículos, obligarlos a detenerse y ser asaltados, en unos casos, y en otros, llegar a agresiones sexuales contra mujeres. En aquel año surgió un movimiento en redes sociales que convocaba a no pagar las tarifas de peaje para protestar por la creciente inseguridad.

Por esa razón se volvió una demanda central en el pasado proceso electoral local frenar la ola de criminalidad en esa carretera, sobre todo porque estaba reciente un episodio delictivo de alto impacto, que fue el secuestro de Luis Márquez Locona, quien era presidente municipal de Zacatlán. El edil morenista, cuando circulaba en esa autopista proveniente de la ciudad de Puebla, fue interceptado y raptado. Su liberación se dio porque la familia pagó el rescate.

Una vez que recién pasaron los comicios hubo un segundo acontecimiento que cimbró a la opinión pública: se trató del secuestro y asesinato de Omar López Moreno, quien era concesionario de la Cervecería Corona en la Sierra Norte de Puebla. En julio de 2021 fue plagiado en la autopista Tlaxco-Tejocotal, pero como opuso resistencia le dispararon. Los delincuentes cobraron el dinero que exigían por el empresario y al final abandonaron su cuerpo sin vida en el estado de Tlaxcala.

Ahora se suma al largo historial delictivo de la autopista el hallazgo, el jueves pasado en la madrugada, de dos mujeres de entre 30 y 40 años de edad, que viajaban en una modesta camioneta pick up blanca, quienes fueron asesinadas con disparos de arma de fuego que entraron por el lado del asiento del copiloto. Se cree que fue un asalto. Al final no importa si fue o no un atraco. Simplemente hoy se ve esa vía de comunicación como una especie de “paso de la muerte”.

Entre los conocedores de lo que pasa en esa carretera advierten que hay dos reglas básicas de supervivencia: nunca circular después de las 7 u 8 de la noche ni antes de las 9 o 10 de la mañana, ya que la mayoría de los actos delictivos ocurren cuando está oscuro y en las primeras horas del día. La segunda recomendación es nunca detener el vehículo. No importa lo que pase.