Jornadas laborales de 12 horas en el Cobaep por caprichos de algunos directores

Las condiciones laborales en el Colegio de Bachilleres de Puebla (Cobaep) siguen en franco deterioro, no solamente por el clima de hostigamientos que hay contra el personal no sindicalizado y de los que son de base –desde diciembre pasado–, sino también por un conjunto de abusos y extravagancias, tales como establecer jornadas de trabajo de 12 horas o cuidar el tamaño de lápices y la cantidad de la tinta de los bolígrafos que se utilizan en las Oficinas Centrales del Cobaep.

Tales excesos son posibles porque no funciona el Sindicato del Colegio de Bachilleres, que tiene como secretario general a Moisés Guerrero, quien es hermano del ex director del colegio, Alberto Guerrero.

La representación gremial ha atravesado por un largo litigio –para recuperar la toma de nota de los actuales dirigentes– que le restó legitimidad y presencia entre los trabajadores. Actualmente es una agrupación que no se interesa en los problemas de quienes laboran en la institución de educación media superior más importante del estado de Puebla. Por eso nadie frena los abusos.

Lo que más sorprende es la incapacidad de las autoridades de la Secretaría de Educación Pública para percatarse de los vicios que se cometen en el Cobaep, que generan un ambiente de terrorismo contra el personal, que es contrario al ideario de izquierda de la 4T.

Un ejemplo de esa situación es el siguiente: a los trabajadores no basificados –es decir que tienen contratos temporales— se les obliga entrar a las oficinas a las 9 de la mañana. En ocasiones se les requiere una hora antes. El problema es que, en promedio, se marchan a sus domicilios hasta después de las 9 de la noche.

Es decir, tienen jornadas laborales de 12 horas, contraviniendo que el horario oficial del Cobaep es de las 9 de la mañana a las 16 horas, para todos aquellos que están ubicados en la administración de la institución.

Lo grave es que no se pagan horas extras y no se respetan espacios para la alimentación de los servidores públicos.

El problema de fondo es una banalidad. Resulta que el director del Cobaep, Arturo Rodríguez Ballinas, desde que llegó al cargo en diciembre pasado su presencia en las instalaciones del colegio se reduce a acudir un par de días a la semana y después de las 18 horas –una situación que ya se había narrado en esta columna–, por lo que su atención al colegio ocurre cuando se supone que ya deberían estar cerradas las oficinas.

Los directores de área y los coordinadores, todos los días, tienen a los trabajadores esperando la hora de salida hasta las 9 de la noche, por aquello de que se vaya a aparecer el director general y tienen que aparentar que están atentos a los asuntos sustanciales de dicho centro educativo.

Todo ello ocurre sin que se tenga la más mínima sensibilidad y noción de la legalidad, de que se pisotea la dignidad de los trabajadores.

La responsable de este atropello es Reina Zacazontle, la directora administrativa del Cobaep, quien tiene como rutina amenazar a los trabajadores de despedir de inmediato a quien proteste.

Otro exceso, que raya en auténticamente en una conducta carente de salud mental, es que también la Dirección Administrativa giró órdenes y entregó una serie de formatos para que el personal que se le otorguen artículos de oficina, reporte el uso que se da a cada objeto y además, al mes lo debe presentar físicamente.

Ejemplo: si alguien le dan 5 lápices, 5 gomas, 20 hojas de papel bond y bolígrafos, al mes debe presentar un informe del grado de desgaste de cada objeto y justificar en que se utilizó.

Por si fuera poco, tienen que presentar físicamente todos esos artículos. Si alguien más los utilizó, debe justificar por qué se lo prestaron.

Y quien no presente un lápiz o no tenga el tamaño reportado, es decir que le falte unos milímetros, es objeto de un proceso administrativo.

Hasta Gustavo Díaz Ordaz se habría espantado de lo que pasa en el Colegio de Bachilleres.