Tambores de guerra azul

Bien reza el refrán que cuando la perra es brava hasta los de casa muerde.

Y eso comienza a padecer el alcalde Eduardo Rivera Pérez, cuyos principales enemigos se hallan en su partido, el PAN.

Sin superar la derrota por la dirigencia estatal, aquellos grupos ligados al morenovallismo y panistas antiRivera ahora apuestan al fracaso de Eduardo y su equipo para impedir su opción de aspirar por la gubernatura.

Desde que se mareó al llegar al cargo, tener oídos sólo para su burbuja en el poder y ya comienzan, ellos mismos, a extrañar a Claudia Rivera Vivanco.

Aunque admiten que la exedil de Morena pasó a la historia como una aventura política que terminó con un elevado rechazo popular, afirman que Rivera Pérez va por el mismo camino.

Censuran el manejo de los sueldos de la alta burocracia, el ordenamiento de la prostitución, el fracaso del cobro del DAP, la concesión del alumbrado y el negocio de los parquímetros, los cuales acaban en manos de grupos cercanos a él.

Y lo mejor es amarrar navajas entre Rivera Pérez y el gobierno de Luis Miguel Barbosa.

El grupo del alcalde de la capital hoy controla la dirigencia del partido, por lo que presionan por todos los medios para que Augusta Díaz de Rivera entre al choque contra el barbosismo.

Lo que antes no hicieron, en la etapa del morenovallismo, ahora quieren realizarlo sin el menor rubor.

Apuestan a la corta memoria para dejar atrás lo que significó su complicidad con el grupo del exgobernador poblano ante su autoritarismo, persecución de críticos y periodistas y, sobre todo, los jugosos negocios que dejó su modelo político y económico en detrimento, hoy se sabe, de Puebla.

Así que lo que se viene será una soterrada lucha interna en la que se busca descarrilar desde ya la gestión de Rivera Pérez para bloquear su proyecto en el 2024.