Prepotencia y humillación en el programa “Médico en casa”, de Eduardo Rivera
Uno de los proyectos estelares del gobierno de Eduardo Rivera Pérez ha iniciado con el pie izquierdo, se trata del programa “Médico contigo” –algunos le dicen “Médico en casa”— que en sus primeras semanas de funcionamiento ha empezado a mostrar graves carencias de medicamentos, personal y equipamiento. Aunque el mayor conflicto es que hay un ambiente viciado entre los participantes por actos de prepotencia y humillación en contra de los galenos que participan.
“Médico contigo” fue presentado oficialmente al pasado 11 de enero y se trata de un proyecto con un tinte claramente electoral. Es la manera en que Eduardo Rivera Pérez buscará incidir entre los adultos de más de 60 años de edad o que sufren alguna discapacidad, para de esa manera rivalizar con el pago de la pensión universal que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador entrega a la población de la tercera edad.
La meta en este año otorgar 25 mil consultas médicas en el municipio de Puebla, en las colonias populares y juntas auxiliares, principalmente entre los estratos sociales más vulnerables. Supuestamente la intención es que médicos lleguen a los domicilios del público meta cuando requieran de un profesional de la salud para una atención de urgencia.
Rivera definió el programa como una acción prioritaria para cuidar la salud de los adultos mayores del municipio y “extender la mano del gobierno a la ciudadanía”. Se ha querido vestir como el proyecto más humano del actual ayuntamiento.
En realidad, ha resultado ser todo lo contrario al sentido “humano” que le ha querido inyectar el gobierno de la capital, por los abusos y carencias que registra dicho plan de acercamiento de la figura del edil a la comunidad de la tercera edad, como parte de una estrategia de ganar simpatías rumbo a la sucesión de gobernador en 2024.
Ponen a los médicos a lavar autos
“Médico contigo” tuvo un plan piloto para supuestamente detectar fortalezas y debilidades del proyecto. Dicha fase de experimentación se vio opacada por el mal trato e incompetencia de la encargada del programa, Elisa Carrillo Rodríguez, quien es subdirectora de Atención a la Salud del DIF Municipal.
Al inicio, únicamente se contrataron a cinco médicos, a quienes se les dio la carga de trabajo de realizar 20 consultas por día, a lo largo de 8 horas. Al principio había un horario de 8 de la mañana a 4 de la tarde, de lunes a viernes, y con un pago mensual de 30 mil pesos.
Para poder empezar a construir un padrón de posibles pacientes, mandaron a los médicos a recorrer las iglesias, principalmente católicas, por aquello de que los panistas son fundamentalistas y no aceptan otras expresiones religiosas. Por esa razón a los galenos los obligaron a laborar también los sábados y domingos, es decir a no tener días de descanso, aunque esas formas de trabajo provoquen problemas serios de salud.
Luego les dieron cinco vehículos, para que se pudieran trasladar. Eso en lugar de mejorar las condiciones de trabajo, las empeoró. Elisa Carrillo obligó a los médicos a que todos los días, al concluir sus labores, tenían que lavar los vehículos. Situación que llevó a extender los horarios de trabajo hasta las 8 de la noche. Entonces ya eran jornadas de 12 horas de labores y sin días de descanso.
El pasado 6 de enero, frente al DIF de San Baltazar, un camión golpeó a unos de los autos asignados a los médicos. La reacción de la encargada del programa fue recriminarle a uno de los médicos por el daño al vehículo, indicándoles que él debía pagar la reparación del automotor. El trabajador se defendió argumentando que el coche estaba asegurado y que únicamente había que llamar al ajustador, pero además la unidad estaba estacionada y quien tuvo la culpa fue del furgón.
Otro médico intervino para apoyar esa argumentación y entonces, Elisa Carrillo Rodríguez, en un supuesto arranque de ira, decidió despedir a los dos galenos, sin importar la protesta de los otros doctores de que son pocos los trabajadores de la salud para cumplir con las metas de consultas y rescindir, de manera injustificada a dos de ellos, complicaba las jornadas laborales.
Más allá del incidente del auto, del despido arbitrario de dos de cinco médicos, y de que no se respetaron horarios y días de trabajo, además de imponer jornadas exhaustivas de labores, los problemas principales fueron otros.
Al empezar las consultas, los médicos se toparon con que no había equipamiento para examinar a los pacientes.
Tampoco había medicamentos. Lo que se traducía en que los pacientes al final percibían que no había ningún beneficio si no les dan la forma de alivio, es decir los fármacos.
Y lo más grave, que en la mayoría de los casos el diagnóstico es que los ancianos deben ser atendidos por algún especialista y esa posibilidad simplemente no existe.
Queda claro que el ayuntamiento echó a andar el proyecto solo con la visión electoral de que gane la presencia de la figura de Eduardo Rivera entre los pobres de la tercera edad, pero sin entender la complejidad de lo que implica brindar servicios de salud.
Ya contrataron a otros médicos. Ya son 10 los trabajadores de la salud. Un grupo que sigue siendo en número insignificante para las necesidades del municipio.