Este martes se presentó en la Universidad Iberoamericana de Puebla un libro que dividido en once artículos retrata cómo en realidad gobernó Puebla el más reciente ex Ejecutivo estatal.
La obra lleva por título “Rafael Moreno Valle Rosas (2011-2017) La persistencia del autoritarismo subnacional” y fue comentado por la periodista y articulista de El Universal, Elisa Alanís; el ex rector de la UDLAP y ex director del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) Enrique Cárdenas; el maestro en Políticas Públicas, Roberto Alonso, y un servidor.
A continuación la parte esencial de mi presentación:
Rafael Moreno Valle, la persistencia del autoritarismo subnacional es un ensamble de ensayos para entender cómo operaron en la práctica los gobiernos aliancistas que bajo el cobijo de partidos de oposición al PRI postularon a ex priístas; para entender qué alimenta la promiscuidad de los políticos mexicanos que sin el menor rubor pasan de un partido a otro; por qué la alternancia política no se tradujo en avances democráticos; y cómo el desgaste del régimen autoritario presidencialista trajo consigo lo que el politólogo español Juan Linz define como “sultanatos” estatales.
Es también un compendio de voces de académicos y especialistas en diferentes temas que nos advierte a tomar con reserva y cierta desconfianza las promesas que en campaña electoral suelen hacer políticos y candidatos al gobierno del estado cuando hablan de respetar la división de poderes, conducirse con transparencia, rendir cuentas y combatir la corrupción; y de su compromiso con la libertad de expresión, el respeto a los derechos humanos y el medio ambiente.
Pero sobre todo es un libro que describe y detalla con cifras y datos duros, cómo se alcanzaron ciertos indicadores y se manipularon otros para simular la disminución de la pobreza y la desigualdad, el rezago histórico de Puebla en cobertura educativa y de servicios de salud, y de cómo supuestamente se multiplicaron las inversiones y se mejoraron los niveles de bienestar económico y social de las familias poblanas.
De hecho creo que este es uno de los apartados que más me interesó, pues explica y documenta de manera sencilla pero contundente cómo Puebla no pudo pasar —como se asentó en el último informe de gobierno de Rafael Moreno Valle— del lugar 32 al noveno a nivel nacional en disminución de la desigualdad.
Lo que en realidad construyó el gobierno de Moreno Valle, dice el doctor en Ciencias Sociales por el Colegio de México y coordinador de la Licenciatura en Ciencia Política y Administración de la Ibero Puebla, Miguel Calderón Chelius, fue una escenografía social desde la cual buscó proyectarse como candidato presidencial.
Si de verdad Puebla hubiera avanzado 23 posiciones en el índice de desigualdad, según se desprende del comparativo de dos encuestas elaboradas por el INEGI con distinta metodología a partir del coeficiente Gini, el estado habría logrado disminuir la desigualdad en 20% en sólo un año, lo que tendría que ser calificado por lo menos de revolucionario.
Lo que realmente se hizo fue incidir en algunos indicadores, que mejoraran la posición de Puebla en el rankeo nacional para publicitar esos avances como logros históricos de una transformación que en la realidad no existe.
La manipulación tuvo como soporte la mejora de ciertos indicadores a través de mínimas modificaciones a las condiciones de vida de la población poblana. Se construyeron más techos y se amplió la cobertura escolar y la certificación de aquellos que carecían de primaria o secundaria y se afilió a todo mundo al Seguro Popular dizque para elevar la cobertura de servicios médicos.
Estas acciones se tradujeron en absurdos inocultables: la eficiencia terminal de primaria fue superior al 100%, ¡toda una hazaña! pues eran más los que aparentemente terminaban que los que entraban a cursar este nivel de escolaridad.
En materia de salud el rezago supuestamente se redujo y ahora casi toda la población está asegurada. Sin embargo la gente que acude a una institución médica u hospitalaria no es atendida, porque no hay lugar, médicos suficientes y, a veces, ni medicamentos.
El rezago pasó de 57.7% a 21.2% de 2008 a 2014, una reducción del 63.1% gracias a que todo mundo fue incorporado al Seguro Popular.
Desgraciadamente todo se trató de un montaje, pues muchos de los que supuestamente obtuvieron un certificado de primaria en realidad no tienen las habilidades ni los conocimientos que se adquieren en este nivel y lo más lamentable: a veces ni siquiera saben leer y escribir.
Las personas que acuden a una institución pública de salud por alguna enfermedad o dolencia, que son por lo general los que no tienen dinero para pagar un médico particular, ni siquiera son atendidos, y es que la cobertura aumentó pero no el personal médico.
Según la OCDE debe haber tres médicos por cada mil habitantes. A nivel nacional esta relación es de 2.2 médicos y en Puebla es de apenas 1.65 médicos por cada mil habitantes, lo que implica un rezago de casi 50% respecto a la norma recomendada por la OCDE.
La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo reportaba al inicio del sexenio morenovallista que el 46% de la población del estado percibía hasta dos salarios mínimos y un 5% de la población más de cinco salarios mínimos. Para el primer trimestre de 2017, la población que recibía hasta dos salarios mínimos aumentó a 55.4% y la que recibía más de cinco salarios mínimos disminuyó a 3.22%.
Esto significa que en general los trabajadores se empobrecieron, y que los ingresos de la inmensa mayoría decrecieron.
En 2010, 27 de cada 100 poblanos no podían adquirir el equivalente al valor de la canasta básica diseñada por el Coneval, en 2014 fueron casi 32 los que no podían hacerlo.
Miguel López López y Miguel Reyes Hernández, ambos investigadores del Observatorio de Salarios de la Ibero Puebla, refieren en su ensayo que a pesar de la cifras “oficiales” que presumen una reducción de la pobreza durante la gestión de Rafael Moreno Valle, el ingreso total per cápita de la población cayó 12% y la desigualdad se profundizó por una inequitativa distribución de la riqueza y por crecimiento de los empleos mal pagados.
Este libro es una especie de tomografía que explora y revisa con sentido crítico diversas asignaturas en el sexenio de Moreno Valle, como el desarrollo democrático, la transparencia y la rendición de cuentas, la existencia de presos políticos y los alcances de la represión social durante su mandato, así como la censura y los obstáculos que impuso a la libertad de expresión.
Una tomografía que permite entender, gracias al espléndido artículo de la arquitecta Emma Morales García de Alba, el propósito de la “teatralidad”, “magia” y disneyficación que tuvieron varias de las obras y proyectos arquitectónicos y urbanísticos ejecutados por la anterior administración.
La disneyficacion de la Angelópolis, es decir, el diseño y construcción de un conjunto de obras de alta visibilidad y de gran escala en la capital y sus alrededores —como la Estrella de Puebla, el Teleférico, el Museo Barroco y el Tren Turístico, por mencionar sólo algunas— tuvo el propósito de los parques temáticos de Disney: generar una percepción simbólica de progreso para turistas, visitantes, inversionistas y desarrolladores inmobiliarios.
La espectacularidad escenográfica de esas obras, que muchos criticamos por su altísimo costo y su escasa utilidad y beneficio social, tuvo un claro propósito de simulación política y electoral para proyectar la megalomanía de Moreno Valle como figura nacional, como aspirante presidencial.
Casi todos los artículos que el libro contiene fueron elaborados por académicos de la Ibero Puebla. Quizás la única excepción sea el interesante trabajo sobre espionaje en el sexenio de Rafael Moreno Valle de mi colega Ernesto Aroche Aguilar.
La coordinación de este cuaderno de investigación marcado con el número 16 estuvo a cargo del politólogo Juan Luis Hernández Avendaño, director del Departamento de Ciencias Sociales de esta institución universitaria. Su ensayo que titula Gobernar como el PRI desde la alianza PAN-PRD es demoledor.
Apoyándose en una categoría del politólogo español Juan Linz, Hernández Avendaño caracteriza el tipo de gobierno de Moreno Valle como “sultanato”, pues el gobernante ejerció el poder no sólo de manera autoritaria, sino personalísimamente concentrando facultades legales y metalegales en su persona y posición.
En el sultanato el gobernante hace escasas exigencias de apoyo a la población, pero todo el mundo se ve amenazado por su ejercicio arbitrario del poder, predomina un vasto temor y los opositores o supuestos opositores son arbitraria y duramente castigados.
Juan Luis Hernández sostiene en su texto, que abre el libro, que la mejor evaluación en el terreno político del sexenio morenovallista es el Índice de Desarrollo Democrático elaborado por la Fundación Konrad Adenauer, la consultora Polilat y la Coparmex, con el apoyo del INE y el Colegio de México.
“El gobierno de RMVR no pudo ser más decepcionante… Si (Mario) Marín dejó a Puebla en el cuarto lugar de los estados más autoritarios del país, Moreno Valle lo dejaba en 2015 en el segundo lugar, sólo abajo de Guerrero”.
Puebla pasó del lugar 29 que tenía en 2010, según el Índice de Desarrollo Democrático de México, a la posición 31 en 2015, cuando el gobierno de Moreno Valle estaba más que consolidado.
Hasta aquí quisiera dejar mis comentarios al libro, no sin antes recomendar al público que lo adquiera ya, y a los directivos de la Universidad Iberoamericana pedirles una o varias reimpresiones, pues los 200 ejemplares de este tiro resultarán seguramente insuficientes.
Muchas gracias.
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