Mas que el triunfo de Alejandro Armenta en la interna del Movimiento de Regeneración Nacional hace exactamente un año para obtener la victoria para asumir la Coordinación para la Defensa de la Cuarta Transformación en Puebla, la plataforma que lo llevó luego a la candidatura al Gobierno de Puebla, conviene detenerse en las vanidades y egos exacerbados que recibieron una dosis de realidad.
La guerra desigual entre los parientes -Armenta e Ignacio Mier- por ganar la opinión pública que consiguió obnubilar a legos y experimentados observadores y políticos en la aldea hasta llevar a la engañosa cúspide a quien se hizo llamar “el legislador más cercano a AMLO”.
Las carretadas de dinero que llegaron de las arcas de un grupo de empresarios que se dejaron tomar el pelo por un político tabasqueño de la vieja guardia, cargado de mañas y sin pudor como Adán Augusto López Hernández para apuntalar a quien fue coordinador de la bancada del grupo parlamentario de Morena en San Lázaro.
Los consejeros que idearon la estrategia para ensalzar al personaje, a sabiendas que en su larga vida como priista y luego como sedicente fundador del movimiento más vigoroso de la izquierda mexicana como Fernando Manzanilla y Antonio Godina.
Los columnistas que despreciaron evidencias palmarias del trabajo de más de tres décadas en colonias populares, juntas auxiliares, municipios y regiones en las serranías para construir la estructura y base electoral que permitió la holgada victoria del ahora gobernador electo en la elección del 2 de junio.
Sin el más elemental rigor periodístico y analítico, festinaron por meses un resultado inexistente desde una cómoda posición en la capital sin observar con suficiencia por omisión o por descuido profesional, que la mayoría de la gente desde el interior ya había tomado una decisión cuando se le preguntaba sobre el conjunto de nombres de mujeres y hombres que participaban en esa justa interna.
Todavía, en aquel 10 de noviembre de 2023, algunos de aquellos columnistas transmiteron a través de YouTube un programa que pretendía enaltecer al diputado y su arrogancia que se apagó cuando el resultado de las encuestas fue revelado por Mario Delgado en un hotel de la Ciudad de México. El desencanto transmitido en vivo y directo debería ser materia de estudio para aulas y la academia que estudia ciencia política, el periodismo y ética.
Claudia Rivera, Liz Sánchez, Julio Huerta, Olivia Salomón, Rodrigo Abdala, Ignacio Mier y Armenta fueron los nombres que nutrieron una lista para la competición que luego se desgranó conforme avanzaban las horas de aquella jornada interna, entendible a la luz del crecimiento entre el electorado del partido Morena.
La escena aquella en la que un Ignacio Mier abandonaba el salón del hotel capitalino, dominado por la rabia y el ego lastimado, escoltado de su ujier, Manzanilla Prieto, había sido el síntoma inequívoco del resultado de la larga, costosa y lastimosa competencia interna que echó por los suelos varios mitos.
Si acaso el más significativo había sido el de la campaña sistemática de mentiras y medias verdades para colocar como el presunto preferido del ex presidente Andrés Manuel López Obrador al cacique de Tecamachalco y su grupo de promotores hasta quedar en la ignominia, con un pasmo en el rostro adusto de la derrota.
Armenta había vencido al gran capital que destinó millones y sin reparo a una carta menor. El final de aquella competencia había sido anticipado en una portada del periódico Parabólica.MX del martes previo al viernes 10 con un lapidario encabezado “Perfilan a Armenta” con una imagen que decía todo: el competidor con los puños vendados y en alto, en guardia y listo para la batalla.
clh