Desde el viernes 11 de octubre comenzó el regreso de los ambulantes al Centro Histórico de la ciudad de Puebla. Apenas, la administración panista había quitado las vallas metálicas que estaban ahí desde agosto, cuando comenzó el ir y venir de personas y mercancías.
La 8 Oriente–Poniente; la 2 Oriente–Poniente y otros puntos que usted conoce fueron ocupados a gran velocidad, con toda clase de mercancías con motivo de la temporada del Día de Muertos, sin omitir golosinas, aguas frescas, comida y distintas mercancías.
Parece que algo pasó con esas intenciones de ordenamiento del gobierno panista, que a ratos desfalleció en perjuicio del comercio legalmente establecido, ése que paga impuestos, Seguro Social, contribuciones y encima, asume los costos de la delincuencia.
Los ambulantes aprovecharon la retirada de la administración del panista Adán Domínguez, de la zona cero del Centro Histórico, para mostrar su fuerza ante el nuevo alcalde, José Chedraui, quien a través de su equipo empezó pláticas previas a su toma de posesión para regularizar el comercio informal.
El titular de Gobernación municipal, Franco Rodríguez, se ha pronunciado en términos de reuniones con los comerciantes ambulantes, de una mesa permanente de negociación para encontrar una solución sin vulnerar sus derechos, privilegiando al turismo y al comercio formal, pero los ambulantes y sus dirigentes quieren las calles.
Y mientras no concluyan negociaciones, pretenden lisa y llanamente ocupar el territorio.
La propuesta de campaña de Pepe Chedraui en el sentido que no permitiría que los comerciantes ambulantes regresen al Centro Histórico y se les darán espacios de venta controlados, va a experimentar su primera prueba.
El tema es complejo por donde se le vea: si el presidente municipal cede, los informales ganan y los comerciantes legalmente establecidos criticarán al alcalde recién llegado.
Por el contrario, si muestra mano dura, habrá material para tildarlo de violento y regresivo.
Vienen negociaciones complejas y multidimensionales en donde el que se enoje primero, perderá.
Han pasado décadas y persiste el problema del ambulantaje en las calles de Puebla.
De las anécdotas que se cuentan
Era el otoño de 1979, el doctor Alfredo Toxqui, gobernador de Puebla, me recibió en su oficina del Palacio de Gobierno, en Reforma 711.
Me concedió una entrevista que se gestionó con semanas de anticipación y con un cuestionario previo.
Conocía las preguntas y, político avezado, tenía las respuestas.
Yo trabajaba entonces para Organización Estrellas de Oro de la familia Grajales y tenía la encomienda de tratar los problemas de Puebla y el de los ambulantes era uno de los más graves en la ciudad.
Su primera respuesta fue con una actitud de enojo y cortante. Declaró el doctor Toxqui:
-No sé si me está preguntando o me está ofendiendo, al llamarme incapaz para resolver el problema de los ambulantes- soltó a rajatabla y respondió que habría una solución, lo que no sucedió en su sexenio.
Pregunte sobre “la incapacidad” del gobierno para evitar el aumento de los ambulantes en las calles del Centro de Puebla y él solo se calificó de “incapaz”.
De eso han pasado 45 años y los ambulantes siguen amenazando con ocupar las calles del Centro Histórico, a pesar de que están instalados en calles, avenidas y colonias de toda la capital.
El problema persiste y el reto de los gobiernos, municipal y estatal, es solucionarlo.
Pepe Chedraui ya les tendió la mano, veremos cómo le responden los dueños de los distintos grupos del movimiento ambulante.
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Columna publicada en El Sol de Puebla
clh